Capítulo 37.

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Gavan me convence para que vayamos a un parque que hay cerca del campamento. A pesar de estar prácticamente al lado del campamento tardamos bastante en llegar.

No es fácil caminar deprisa cuando tienes puntos de sutura en tu estómago.

Cuando llegamos al parque nos tumbamos exhaustos y yo aprovecho para descansar mi cabeza sobre su regazo.

-¿Sabes? En mi casa, Boston. Había un parque igualito a este.

Asiento mientras respiro profundamente inhalando su embriagante olor.

-¿Y también ibas con chicas allí?

Se queda pensando y cuanto más tarda en responder más me molesta la pregunta que acabo de hacer.

No hagas preguntas si no estás dispuesto a oír la respuesta.

-Alguna que otra.

-¿Alguna especial?

-No tanto como tú.

-No mientas. - digo mientras le empujo provocando que se tumbe del todo quedándome encima suyo.

Me sonríe, pero hay un atisbo de tristeza en su sonrisa y se queda embobado mirando a la nada. Sus ojos reflejan el paso de un recuerdo por su cabeza.

-¿Cómo se llama?

No parece pillarle por sorpresa mi pregunta por lo que imagino que ya tenía el nombre de una persona en mente.

-Emily.-responde cortante.

-¿Os separasteis cuando viniste aquí?

Asiente y mi corazón se detiene.

-¿Y ella te espera?

-Eso me dijo.

Hay un largo silencio realmente incómodo y luego me sorprendo a mí misma preguntando.

-¿La quieres?

Traga forzadamente, después de un rato responde.

-No lo sé.

No es un sí, pero tampoco es un no.

Me incorporo, dolida por su respuesta.

De repente la realidad cae sobre mis hombros. Como si hubiera estado viviendo en un sueño y me hubiese despertado.

¿Qué estamos haciendo?

-Hey.-noto como se incorpora también y empieza a repartir besos por la parte trasera de mi cuello.- ¿Qué pasa?

-No sé qué estamos haciendo, Gavan.- sus besos cesan, pero no me doy la vuelta, sigo mirando embobada a la hierba.- Esto no tiene sentido, lo nuestro es... es...

-No lo digas.-me interrumpe con su voz seria y ronca.- No quiero oírlo, además no es cierto.

Le oigo suspirar pesadamente. Tengo ganas de besarle, ahora mismo, cuando estoy pensando que lo nuestro es imposible, le quiero besar.

Y lo hago.

Después de un largo rato en aquel parque decido que es hora de volver a casa con un coche del campamento, me acompaña hasta la puerta de casa ayudándome a subir las escaleras y me promete que esa noche me irá a ver para luego darme un suave beso de despedida.

-Espera.- dice Gavan cuando estoy a punto de girar el pomo de la puerta.- Tengo que contarte algo.

No me gusta el tono de su voz. El ceño en su rostro y sus labios formaban una línea recta.

El Soldado Del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora