Un brillo se instaló en los ojos de Gavan al mirarme. Parecía que no le importase la pistola que tenía a pocos centímetros de su pecho.
-Alex, déjale entrar.
Alex me miró atónito y tardó varios segundos en bajar la pistola aunque no la llegó aguardar. Gavan aprovechó ese momento y dio un paso adelante pero el brazo de Alex voló hasta el marco de la puerta impidiéndole continuar.
-Te estoy vigilando. Da un paso en falso y te disparo.
Gavan miró a Alex con furia había un desafío en sus ojos y en los de Alex, una amenaza.
Al final Alex quitó su brazo haciéndose a un lado para que Gavan pudiese entrar.
Me dirigí de vuelta al salón con Alex y Gavan siguiéndome. Me senté en el sofá y me preparé para una incómoda y tensa conversación.
Mientras Gavan se sentaba en el otro sofá Alex se quedó de pie sin quitarle los ojos de encima.
-Y bien,- dije rompiendo el silencio.- ¿ha pasado algo?
Me extrañaba que Gavan se presentase así en mi casa; pero por otra parte si hubiera sucedido algo lo hubiera dicho nada más entrar.
Supongo.
-No, sólo que no estabas en casa de Alfonso y me aparecido raro siendo domingo por la mañana.
Alfonso.
Joder.
Claro que era raro, tenía que haber ido a su casa y se me había olvidado completamente con todo el jaleo de la tarjeta.
-Mierda. Se me ha olvidado completamente.- digo dejándome caer sobre el respaldo del sofá por el cansancio.
-No te preocupes, no parecía enfadado. Dijo que si te venía bien que fueses esta tarde.- respondió Gavan un poco cohibido con la presencia de Alex.
Alex pasó varias veces su mirada de Gavan a mí como si estuviese tratando de comprender lo que pasaba.
Noté perfectamente el tic nervioso de sus dedos al dar pequeños toquecitos contra su pierna.
Era lo que hacía cuando se estaba conteniendo demasiado para no hacer algo e intentar distraerse. En este caso probablemente estaba tratando de evitar pegar a Gavan.
Cuando teníamos ocho años lo hacía antes de lanzarse a por el gamberro del colegio, Adrián. Luego acababa castigado no sólo por la profesora sino también por su madre.
-¿Además de ser soldado ahora te dedicas a dar recados?-preguntó Alex sin poder contenerse más.- Deberías darle un mensaje a tu nuevo general. Dile que nunca nos rendiremos.
Cerré los ojos intentando escapar de esa conversación, sin embargo oí perfectamente como Gavan se levantaba del sofá bruscamente para encararse con Alex.
-No soy tu recadero.
-Pero el de Annie sí, ¿no? La frase habla por todos los españoles.
Abrí los ojos y me levanté para ver a Gavan a escasos centímetros de Alex.
Eso no podía acabar bien.
-Parecéis críos. O más bien parecéis esos políticos que hablan de sus países como si todo el mundo pensase igual que ellos. Dejarlo ya.
El sonido de una puerta hizo que los tres nos girásemos para ver a Matt y a Rose salir de la habitación sigilosamente como si supieran que no podían escuchar esa conversación.
-Hola Gavan.- saludó Rose con una sonrisita en su rostro.
Gavan le guiñó un ojo y le dedicó una sonrisa precavida. El rostro de Alex se tornó más enfadado si aún era posible.
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El Soldado Del Viento
Fiksi RemajaFinales de la Tercera Guerra Mundial. En una España completamente desolada por la guerra, los soldados americanos invaden cada rincón de las ciudades. Y en una pequeña ciudad cerca de la capital española no es una excepción, varios soldados se encue...