Era de noche, en unos minutos sería la cena con la familia Roberts y Uzziel nombraría al futuro rey de la nación.
Hoy más que nunca, Madeleine se sentía optimista y tenía la seguridad suficiente como para recibir el puesto por el cual se preparó tanto.
La princesa llevaba puesto un vestido rojo vino y el cabello recogido.
Alfred fue el que la ayudó con su cabello, era bastante cuidadoso con los peinados que le hacía a Madeleine y ella estaba contenta con esto.
Ella estaba casi lista para bajar al comedor donde todos se encontraban, hasta que alguien tocó la puerta.
–Adelante –dijo Madeleine mientras se colocaba unos aretes dorados.
–¿Cómo está la futura reina? –expresó Annie con entusiasmo, dirigiéndose hacia Madeleine rápidamente para abrazarla.
Detrás de ella, venían Jane, Marie y Khayla, sus hermanas menores, quiénes también querían abrazar a Madeleine para felicitarla.
Madeleine abrazó a todas sus hermanas al mismo tiempo, estaban felices, felices de que el reino de Uzziel finalice.
Eso significa libertad para todas ellas.
–¡Estás preciosa! –comentó Marie– Con ese peinado me recuerdas mucho a mamá.
Madeleine le sonrió, suspiró y volteó a ver un cuadro en el que se encontraba una pintura perfectamente detallada de su madre.
–Esto es por ella, les prometí dejar su memoria en alto y eso es lo que estoy por hacer –dijo la mayor.
–Entonces vamos, la cena empezará en 10 minutos y ya sabes como es nuestro padre –comentó Jane.
Todas las hermanas salieron de la habitación, Madeleine cerró la puerta, pero se detuvo a pensar un momento.
–¿Ocurre algo? –preguntó Annie, quién volteó a ver a su hermana dándose cuenta de que no estaba con el resto de ellas.
–Sólo estoy un poco nerviosa, es todo –respondió.
–Escucha, pase lo que pase, estaré contigo –dijo Annie tomando las manos de Madeleine– Yo más que nadie, estoy orgullosa de quién eres.
La mayor le sonrió y luego de eso se dirigieron al comedor.
Luego de bajar al primer piso, todas las hermanas a excepción de Belia, quién ya se encontraba allí, se sentaron en sus respectivos lugares.
La familia de Ethan estaba ahí, sus padres y su hermano mayor, Jhonathan, el rey de aquel reino de donde vienen. Ellos no solían ser igual de carismáticos que Ethan, siempre traían una expresión de disgusto en sus rostros.
Madeleine estaba sentada a la par de Ethan, y a pesar de que él se veía bastante tranquilo, ella evitaba cruzar miradas con los padres de Ethan por lo intimidantes que se veían.
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El Deber No Siempre Manda
Aventura"Mi deber es seguir lo correcto y lo correcto está en mi corazón" ¿Qué harías si tu propósito es opacado por las personas que más amas en tu vida? Pues para Madeleine, rendirse no es una opción. "Busca lo desconocido, adéntrate en lo prohibido"