"Mi deber es seguir lo correcto y lo correcto está en mi corazón"
¿Qué harías si tu propósito es opacado por las personas que más amas en tu vida?
Pues para Madeleine, rendirse no es una opción.
"Busca lo desconocido, adéntrate en lo prohibido"
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–¿A qué diablos te refieres con vida normal? Ellos jamás sabrán lo que es eso por irse y no enfrentar sus responsabilidades.
–Sabes Albert, todo lo que quiero es que mi hijo se acerque a cosas que lo hagan feliz, si él lo está, yo también, aunque él no quiera permanecer a mi lado.
Albert lo veía con desacuerdo, mientras que el contrario lucía decaído pero con una ligera sonrisa.
–Hey, tú haces un gran trabajo como padre, si él no valora eso, es su problema –dijo con autoridad.
–Yo le fallé a mi hijo, él no tenía porqué enfrentarse a tantas cosas solo y fui muy egoísta por pelear con mi tristeza mientras pateaban a mi pequeño –suspiró fuertemente recordando aquella vez que Edward temblaba porque había matado a alguien– Él sólo quería que lo dejaran en paz, yo debí de darle esa paz.
–No te angusties por cosas que pasaron hace 20 años, no vale la pena.
–Cómo se nota que no tienes hijos –dijo riendo mientras su amigo lo veía seriamente.
–Es más que un desahogo, ¿sabes? No recuerdo la última vez que he visto a mi hijo reír tanto y dispuesto a salir a conocer nuevas experiencias o lugares –hizo una pausa breve– O quizás sí lo recuerdo, vi esa misma risa y torpes pasos cuando cumplió un año y corría hacia su madre, quizá yo no pueda acercarlo a esa felicidad pero si eso le recuerda a su mamá, no soy nadie para negárselo, quizás extraña sentirse de ese modo y nunca se lo permitimos, quizá yo no me permití acercarme porque temía que se aleje aún más, quizá él sí quería hablar conmigo, quizás él sólo quería estar con su mamá.
Aron trató de que no se notaran sus lágrimas pero eso fue imposible, Albert le acercó un pañuelo mientras lo veía en silencio.
–Yo también recuerdo cuando era un niño, era una bala –sonrió Albert– Iba tan rápido que me sorprendía como nunca lograba cansarse. Creo que a veces sólo dejamos pasar el tiempo y luego nos encontramos aquí recordando todo con lágrimas, como si no se nos hubiese dado una oportunidad de vivir ese momento.
–Ahora lo veo de lejos, tan enojado y frustrado con el mundo, con nosotros, pero creo que sobre todo consigo mismo. Me pregunto si bajo ese egocentrismo y sarcasmo aún se encuentra mi pequeño, el que me abrazaba y se aferraba a mí, el que me prometió que estaríamos más cerca que nunca después de perder a su mamá.
Albert lo veía atentamente, los ojos de Aron expresaban dolor, como si su hijo hubiese muerto y lo recordaba con tanta agonía, pero lo curioso es que ambos estaban tan cerca y tan lejos a la vez.
Ese era el problema, un conflicto sin palabras en el cuál, el silencio era lo que más los lastimaba a ambos y es que, aunque éste no diga absolutamente nada, significaba más de lo que ambos podían expresar.