"Mi deber es seguir lo correcto y lo correcto está en mi corazón"
¿Qué harías si tu propósito es opacado por las personas que más amas en tu vida?
Pues para Madeleine, rendirse no es una opción.
"Busca lo desconocido, adéntrate en lo prohibido"
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Madeleine despertó mucho mejor, en ese instante, notó que su brazo donde Ethan la lastimó, estaba cubierto por una compresa fría y envuelto en una especie de vendaje que Alfred hizo.
Ella sonrió más calmada, el miedo que ayer sintió se había esfumado.
Se arregló y se puso un vestido con mangas que cubrían el vendaje para no llamar la atención.
Alfred siempre le dejaba un vaso con agua por las mañanas, curiosamente ese día no estaba, pero Madeleine creyó que él simplemente estaba ocupado atendiendo a sus otras hermanas.
Ella salió de su habitación y bajó hasta llegar al comedor, pero se encontró con la expresión aterrada de sus hermanas. Antes de preguntar por ello, escuchó la voz de su padre gritándole a alguien y ella fué hasta donde él se encontraba.
–¿Así que te atreves a decir todas esas cosas en mi propio castillo Alfred? –rechistó Uzziel completamente enojado.
–No sé de qué me está hablando señor, pero le pido disculpas –respondió Alfred con la cabeza agachada.
–Sabes perfectamente que nadie puede amenazar ni atentar contra la vida del rey –dijo Uzziel irritado.
–¡Papá! ¿¡Por qué le hablas así a Alfred!? –exclamó Madeleine indignada.
–Menos mal estás aquí, me enteré que Alfred te estuvo corrompiendo todo este tiempo para que actúes en mi contra –respondió enfurecido– Agradezco haberle dejado el trono a Ethan y no a alguien que se deja influenciar tan fácilmente.
Madeleine miraba confundida a su padre, no entendía de qué hablaba su padre. Una atmósfera de negatividad rodeó el ambiente provocando un gran silencio.
–¡Papá eso jamás ha ocurrido! –gritó Madeleine.
–¿Y cómo podría creerte? Si toda tu vida te las has pasado odiándome y prefiriendo a este viejo antes que a mí, tu propio padre –contestó – ¿Quieres verme muerto, verdad? ¿Es eso lo que quieres?
–¡Pese a mis esfuerzos, nunca has estado de acuerdo conmigo y eso no es culpa de Alfred! –gritó con lágrimas en los ojos, no podía creer lo que escuchaba– ¿Qué puedo hacer para que me creas?
–No hay nada que hacer, rompió una regla y tú más que nadie Madeleine, sabes cómo se paga eso –Uzziel hizo una seña a dos de sus guardias y ataron de manos a Alfred para que se lo lleven.
Madeleine corrió y trató de frenar a los guardias para que no se lleven a Alfred.
La forma en la que Uzziel torturaba a su gente era lo que Madeleine temía y repudiaba más en la vida.
Ethan detuvo a Madeleine jalandola de ambos brazos, dejándola atónita y viendo como se llevaban al único hombre que ella podía querer sin tener miedo.