"Mi deber es seguir lo correcto y lo correcto está en mi corazón"
¿Qué harías si tu propósito es opacado por las personas que más amas en tu vida?
Pues para Madeleine, rendirse no es una opción.
"Busca lo desconocido, adéntrate en lo prohibido"
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–¿Vienes a desayunar con nosotras? –preguntó Annie, mi hermana.
–Lo lamento –suspiré– Uzziel dijo que tiene que hablar conmigo antes de desayunar.
–Veo cierta angustia en tu rostro, estarás bien, ¿verdad? –me preguntó.
–Claro que sí, no te preocupes, ve a desayunar con las demás.
Me dirigí a la puerta, pero Annie me tomó del brazo antes de salir.
–¿Sabes Madeleine? Te prometo que en algún momento todo dejará de ser tan pesado para ti.
–Gracias, Annie –le di una sonrisa y me dirigí hacia la oficina de Uzziel.
Aquella mañana desperté sobresaltada por ese sueño, no es la primera vez que mi madre pasea por mi cabeza mientras duermo.
En otras ocasiones pienso que eso jamás ocurrió y miro alrededor creyendo que mi madre estaría cerca.
Pero no había tiempo de pensar en eso, el día anterior, Uzziel me había pedido que vaya a su oficina a primera hora del día, así que sólo me arreglé formalmente, ignorando el hecho de que había soñado con la persona que más amaba.
Para cualquiera que vivía en este castillo estaba más que claro que mi padre no era una persona con la que se podía lidiar fácil, agregando el hecho de que se le conoce por su esencia tan egoísta.
Desde hace 12 años día tras día despierto con el pensamiento de que, siendo reina, le daría una mejor vida a mis hermanas.
No sólo a ellas, sino al reino entero también, tal y como mi madre quería,
Esa idea corre por mi sangre sin descanso, no he vivido ni la mitad de mi vida.
Cuando pasas por cosas así, solo las evitas, intentas cambiarlas pero no están en tu poder, entonces creas una frustración que te motiva y sólo vives por cumplir esa razón, y aquí estoy, casi 21 años, esperando el momento más importante sólo para comenzar a vivir.
Estaba tan atrapada en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que estaba en la puerta de aquella oficina, la cual se encontraba abierta. Ahí estaba él, esperándome con ese rostro que no expresaba otra cosa que no sea frialdad.
Uzziel era un rey bastante soberbio y para nada carismático, alguien a quién no puedes contradecir. Físicamente se veía mucho más mayor que mi madre, tenía el cabello negro y era mucho más alto que yo, su semblante me aterraba en ocasiones.
Había sido un verdadero reto no reaccionar ante sus palabras, en el castillo no se nos permite sentir, mi padre es alguien serio, supongo que todas debíamos ser así.
–Buenos días papá –me acerqué hacia él– Dime, ¿Qué necesitas?
Uzziel se levantó de su asiento y cerró la puerta, no se detuvo a mirarme en ningún momento.