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Louis hablaba con Dum. Seguramente estarían coordinando la decoración del puesto, y de la atracción principal del festival. Él no quería interrumpirlos, ni siquiera se sentía listo para hablar con Louis.
Tenía la sensación que retrocedió más de cincuenta pasos, los que había logrado avanzar todo este tiempo. Se encontraba, otra vez, en la casilla de salida, a más de mil pasos de distancia de la meta. Una meta que cada vez, era más lejana...

-¿Qué haces aquí, Legoshi? -Louis se dio cuenta enseguida de su precencia-. Estas de turno.

-S-si... -sin pensarlo más, soltó lo que iba decir- ¡T-tienes que ayudarnos! -exclamó acercándose a él. Manteniendo su distancia para no asustarlo e invadir su espacio personal- ¡Haru esta en problemas! ¡Necesito tu ayuda!

-¿Qué? -Louis creyó que era una broma. Una broma pesada- ¿Por qué tendría que ayudarte?

-¡Porque... es tu amiga! ¡Y fue algo más!

¿A qué se refería con "algo más"?
¿Él sabría de su pequeño secreto con esa coneja? Imposible. Habían llegado al acuerdo no mencionarlo.
Ahora, ¿Legoshi lo sabía? No... Si él se enterara de eso, ¿qué pasaría con...?

-No te ayudaré. No tengo porque hacerlo.

No dijo nada más. Se fue.

Legoshi quedo solo otra vez. Plantando.
Entonces... ¿era verdad?
De todas formas, era un asunto que no le incumbe. Pensó ello, para aliviar la carga emocional; para no encerrarse en su habitación y hundirse en sus pensamientos.
Tenía una nueva prioridad: ayudar a Haru. La coneja que tantos problemas la traído...
Que irónico.
De razón, que todos creían que ellos eran pareja.

Acordó con Hashi reunirse en la noche, específicamente en la biblioteca.
Lo consideraba un lugar seguro y alejado, pues los guardias estarían más ocupados en los preparativos para el festival. Tenían una necesidad -un impulso-, de resaltar y demostrar que su academia era la mejor del país. Casi como una forma de alimentar su ego.

Espero como diez minutos la llegada del gato. Por un momento, dudo si llegaría; dudo si tenía que ser él quien la rescate ¿Qué ganaba haciéndolo? ¿Una medalla? ¿Un reconocimiento? ¿O solo quería demostrar su valía? Jugando a ser el héroe...
Un héroe que ya no sabía que quería.

-¡Perdón por la demora!

Sin demorar más, camino. En silencio.
Se sentía como un ingenuo. Un tonto. Un patético carnívoro que no era capaz de controlar a su instinto. Que se guardo su sentir. Un completo idiota.

Hashi lo siguió, tomándose como "sígueme", que Legoshi caminara.
No tenía ni idea de dónde iban, o que planeaba hacer Legoshi. No sabía ni porque aceptó ayudarlo. Fácilmente, podría catalogarlo como un mentiroso, pero ahí estaba. Delante suyo. Caminando más encorvado qué de costumbre.

Al llegar al muro de la academia, sin complicación Legoshi la trepó. Como si lo hubiera hecho antes. Varias veces.
Para Hashi no fue fácil -por su altura y la falta de practica-, pero lo logró. Luego de varios intentos.

"Buscaremos a un amigo mío; tápate la nariz. El olor es horrible." Dijo entre más se acercaban a un callejón oscuro.
Un fuerte olor a humedad, combinado con cientos más, le dieron la bienvenida a ese callejón. Su olfato no era tan bueno como el de los caninos, pero aun así, sintió el grado de la peste. Legoshi no parecía inmutarse... Como si estuviera acostumbrado...

Caminaron varias cuadras. O eso parecía, porque daban varias vueltas. Caminaban derecho y giraban. Así cada cuantos pasos.
En un rato, llegaron a una puerta de metal. Oxidada y despintada ¿Adónde lo había traído Legoshi? ¿A una guarida secreta? ¿Una especie de búnker? Dudaba si fue buena idea seguirlo...

El lobo toco la puerta. Cinco toques en total. Dejando un espacio de tres segundos entre ellos. Como si de un código se tratase.

-¡Legoshi! -exclamó un panda. Fornido y de aspecto rudo- Te ves fatal... ¿Quién es él? ¿Tú amigo?

-Necesitamos tu ayuda... ¿Podrás?

Entraron a lo que parecía la casa del panda. Bastante acomodada y rústica para ser una supuesta guarida.

Legoshi le explicó la situación al anfitrión. Revelando detalles que Hashi desconocía por completo. Él había asumido que los leones formaban parte de una asociación, pero nunca podría haber imaginado que la asociación fuera una mafia. La mafia más temida de todo el país.

Temía por su vida. Se estaba metiendo, literalmente, en la boca del lobo -solo que en lugar de lobo, sería león-. Ya no se sentía tan valiente como antes. Pasó de ser el valiente héroe, a ser un cobarde. Un cobarde que quería correr y esconderse en los brazos de su mamá.

Entre más escuchaba la charla, más miedo crecía en su interior.
El panda debió darse cuenta ello. Sonriéndole y haciendo un gesto con las manos, le dijo: "No tengas miedo. Iremos a rescatar a tu novia".

Amor Secreto|| Legoshi X LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora