En el club de teatro, todo marchaba igual.
Los ensayos continuaban, igual que todas las tareas del resto de miembros.Iban un poco retrasados, en dos días sería la función y aún no terminaban la utilería. Podían utilizar la empleada el año pasado, pero Dum se negaba, ya que según él, era pasada de moda y estaba descuidada; decidieron que todos ayudarían a terminar la ambientación.
Por la tarde, Legoshi junto con un par de carnívoros, armaron un arco con las rosas que Haru les había entregado, el cuál aparecería en la escena número tres.
Las rosas tenían espinas, era cuestión de tiempo para que alguien se pinchara. Bill lo hizo. Su sangre brotaba, pero él ni de inmutó -el corte no era muy profundo-.
Legoshi le recomendó que fuera a limpiarse la herida. El olor de la sangre estaba despertando el instinto que logró apaciguar con tanto esfuerzo.
Bill se burló, alegando que no era para tanto.-Esta sangre no tiene buen sabor -dijo limpiando con un papel la sangre que caía en la mesa-. La sangre de herbívoros sabe mejor.
Todos se quedaron callados ¿Bill a probado sangre de herbívoros? ¿Acaso él... asesinó a Tem?
-No me miren así -sonrió como si no le importara lo que pensaran-. Somos carnívoros, nos alimentamos de ellos. Por naturaleza. No podemos seguir reprimiendo nuestros instintos o "contentarnos" con esa imitación que llaman carne -sus palabras resonaron en los presentes, ¿cómo podía decir eso? Era algo tan inaudito de escuchar, algo inmoral y nada ético, pero con mucha verdad-. Su sangre, al menos, puede satisfacernos por un tiempo; ¡nos vuelve más fuertes! ¡Y nos devuelve esa vitalidad que añoramos! -terminó su discurso extendiendo los brazos para abrazar a quiénes estaban a sus costados-.
Hubo un silencio abrumador.
Nadie se animaba a hablar. De alguna manera, sus palabras tenían razón, por más cuestionables que fuesen.
Uno de ellos, furioso preguntó: "¿Por eso lo mataste?". Bill, indignado, respondió que no lo hizo y que obtenía la sangre de un proveedor externo. Mostró un pequeño frasco, semejante a un tubo de ensayo, sostenido entre sus garras de los dedos índice y pulgar.La sangre carmín, espesa, desprendía un tenue aroma. Un aroma que volvía loco al instinto de Legohi, haciendo que su control tambalee, y lo que tanto le costó sofocar estos días, despierte.
Había despertado en un inicio, cuando casi devora a Haru aquella noche.
Convenientemente, alguien más pidió que guardará el frasco, para no aumentar la tensión en el club.Legoshi el resto del día, trató de quitar ese olor de su mente. Le urgía liberarse de la imagen formada en su mente, aquella imagen considerada impensable. Tendría que ver a Louis por la tarde.
"Volver a verlo... ¿Qué puede ser mejor que poder verlo?" Al pensar en Louis, su instinto se controló, manteniéndose a raya. Mas, no quito el hecho que Legoshi sentía la necesidad de probar a un herbívoro. Su instinto lo deseaba. Igual que él.Su olfato se encontraba más sensible de lo habitual. Permitiendo que cientos de olores, al mismo tiempo, entraran por sus fosas nasales. Confundiéndolo. Era demasiada información para procesar: Perfumes, colonias, sudor... hasta sangre.
Desesperado por huir, corrió hacia un lugar apartado.Se encerró en una especie de almacén, lleno de cajas y equipo de limpieza. Con la respiración agitada, parecia que tendría un ataque de ansiedad, o algo semejante.
Debía calmarse. Intentó pensar en Louis, recordar lo bien que sintió cuando sostuvo su cabeza... Pero no le bastaba.Su instinto intentaba liberarse de las cadenas impuestas, invitándolo a ir a cazar a su presa. La presa que tanto deseaba...
De apoco, empezaba a brotar de su boca, baba. Baba que indicaba lo hambriento que estaba.
¿Qué debería hacer?Louis espero que Legoshi llegara al ensayo.
Estaba avergonzado por el sueño que había tenido, considerándolo algo inaceptable y fuera de contexto. Tenía que convivir con Legoshi, escucharlo repetir una y otra vez las líneas, corregirlo cada vez que se equivocaba y recalcarle que debía ser perfecto.
Ayer, perdió por un instante la compostura. Se dejó llevar por el momento y las emociones que sentía. No pudo contener su deseo de tocar a Legoshi, aunque sea solo su cabeza. Acariciar su pelaje, largo y enredado, que le daba la característica apariencia descuidada que tanto le encantaba, aunque verlo peinado, no le disgustaba. Lo hacía volverse loco, al imaginarlo mucho más formal.
Pero, era mejor que no se arreglara, de lo contrario no podría dormir.El sueño le sorprendió. No creía que él fuera a soñar algo como eso y mucho menos con un carnívoro de su mismo género.
"Mierda..." Frustrado consigo mismo, por haberse descuidado al permitir ese acercamiento entre ambos, intentó convencerse que Legoshi no lo había malinterpretado o descubierto sus sentimientos. Irónicamente, su sonrisa genuina era la prueba de lo opuesto.Legoshi se tardó. No llegaba a la enfermería.
Pasaron diez, veinte, treinta minutos, aún no aparecía. Se enojó por su demora... ¿o por no verlo?
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