El sonido de sus pisadas, chapoteando por los charcos de agua, los acompañaban mientras huían.
Se ocultaban entre las sombras.
Ambos tenían la mano embarrada en sangre. Especialmente Legoshi. Quién, parecía haber masacrado a cientos.
Louis lo sabia. Por ello, optó en movilizarse por la oscuridad. Evitando que alguna cámara de seguridad los viera, y confundieran a su lobo, con un criminal.El edificio más cercano daba la impresión de ser un hostal. De esos bien acomodados y formales. O quizás... uno más rústico dirigido a turistas.
Louis, jalando a Legoshi, se dirigió hacia allí. Planeó una excusa, por si el recepcionista le preguntaba el porqué su acompañante tenia esa apariencia tan... desalineada.-Buenas noches... -dijo una gacela, bostezando- Bienvenidos al motel "Bartolomé". Tenemos una habitación disponible, en el segundo piso... -agregó, visiblemente somnolienta- ¿La van a querer...?
-Si -a secas respondió-; ¿tiene baño? -agradeció para sus dentros, que la señorita este casi dormida-.
-Si... si tiene -buscó a ciegas, palpando, la llave de la habitación-. Tenga... Son cuarenta por la noche.
Louis no escucho la última parte. Arrebató las llaves de la mano, y toda prisa, fue hacia las escaleras.
"17. Segundo piso." Repetía en su mente. Concentrado en hallar la habitación, cuanto antes.
-allí -señaló Legoshi-.Abrió la puerta. Cerrándola de golpe. Asustando a Legoshi en el proceso.
Louis tenia la sensación que alguien los seguía o los estuviera vigilando. A penas salieron de la guarida, creía escuchar pasos detrás suyo, junto con una mirada penetrante ¿Estaría paranoico?
Observó sus manos. La sangre, espesa, aún no se secaba por completo. Desprendía un olor, más bien, una peste. Una peste que le causaba náuseas; que le recordaba su posición como presa al ser un herbívoro; lo débil que era...
Al sostener esa arma -la cual conservaba- tuvo una sensación de poder. Aunque, sea momentánea. Creyó ser imparable e indomable...
Contrariamente, dócil -ocultamente- con el lobo. El lobo que tomaba una ducha en se momento.Con la mirada, buscó en la habitación algo de alcohol o cualquier otro líquido con el pueda limpiarse las manos.
Encontró alcohol en gel al lado de un paquete de toallitas. Echó un poco en sus manos, y luego limpió, cuidadosamente, la sangre.Aún persistia su paranoia.
Fue hacia la puerta. Abriéndola pocos centímetros, los suficientes para sacar su cabeza y revolverla para poder observar el pasillo.
No había nadie.Sintió unas grandes manos rozar su cintura, pasado a abrazarla con fuerza. Su pelaje se erizó.
Un antebrazo peludo, húmedo, lo rodeaba. De gran volumen; de músculo firme.
La respiración pesada, cálida que llegaba hasta sus orejas, hacia que un escalofrío le recorra la espalda. Desde la médula.
Tenia un ritmo constante y lento.
Escuchó un gruñido, seguido del sonido provocado al tragar saliva.
Lo apretaron con fuerza.-¿Me vas a comer? -cuestionó, mirando de reojo al lobo que se acercaba, con lentitud, a su hombro-.
Dichas palabras, debieron hacerlo entrar en razón. Se apartó a una velocidad irreal de Louis. Chocando contra la cama. Quedó sentado sobre el mueble.
-¡L-lo siento! -alterado y a la vez aterrado, mientras movía sus manos frenético- ¡N-no era mi intención!
Louis, lo observó algo incrédulo. Si bien no entendía que acaba de suceder...
Se fijó en la parte inferior del cuerpo de Legoshi; debajo de la toalla amarrada a su cadera, un bulto en su entrepierna captó su atención. Sonrió levemente.