Capítulo 14.

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Athan estacionó la moto frente a su casa. Había parado de llover justo cuando era hora de volver, por lo que la grava aún estaba mojada bajo las zapatillas de Opal y el cielo se encontraba repleto de nubes que ocultaban a la luna. Podía notar a través de su jersey los varios grados que había descendido en unas cuantas horas.

Se giró hacia el chico de tatuajes y soltó un suspiro haciendo que su aliento quede en el aire como un leve rastro blanco.

—Gracias por, eh, todo —dijo refiriéndose más por la mano vendada que por la tutoría.

Athan asintió en forma de aceptación e hizo un movimiento de muñeca para que el motor rugiera.

—Oye —lo llamó antes de que este arrancara —, ¿por qué has faltado hoy al colegio?

El chico de tatuajes miró hacia ella con una ceja en alto y luego miró hacia el frente.

—Tenía unos asuntos que resolver —contestó en forma neutra.

Opal se meció sobre sus propios pies.

—¿Los mismos a los de esta semana? —inquirió refiriéndose los primeros tres días que Athan no había siquiera parecido en figuritas.

—No, esos eran... otros —dijo mirándola.

La castaña asintió sabiendo que más de eso no le diría ni por pena. En verdad, era frustrante tener todo tipo de dudas y siempre conseguir una mínima respuesta tan amplia ante la imaginación de Opal. ¿Qué tipo de «asuntos» podría tener un chico como Athan? Ninguno que se lleve a cabo en lugares públicos y a la luz del sol, de eso estaba más que segura.

—Entonces, ¿notaste mi ausencia? —Opal sintió que sus mejillas comenzaban a tomar color, por lo que corrió la mirada hacia la calle, como si le interesara la casa de sus vecinos.

—Claro, nadie estuvo corriendo para salir de tu camino —dijo con un tono de burla aún sintiendo la pesada e intensa mirada del chico de tatuajes sobre ella.

—Y te ahorraste la vergüenza luego de lo que hiciste en la fiesta —comentó con simpleza haciendo que ella lo miré rápidamente.

—No sé de que hablas —murmuró tragando saliva, sintiendo, de repente, la garganta seca.

Athan la miró con una ceja en alto, siendo totalmente consciente de qué momento Opal recordaba de aquella noche.

—Exacto —dijo antes de hacer rugir la moto —. Adiós, niñata.

La castaña soltó un suspiro mientras entrecerraba los ojos.

—Adiós —se dio media vuelta y se dirigió hasta la puerta de su casa mientras escuchaba la moto arrancar hasta dejar todo sumido en una sutil calma.

Entró a su casa y lo primero que sintió fue el olor a chocolate derretido y pan horneandose. Se deleitó con aquello mientras dejaba su bolso a un lado e iba hasta la cocina, donde su madre encontraba con el cabello recogido en un desordenado moño y con delantal de flores coloridas.

—Huele increíble —dijo Opal como saludo y le dio un beso a Chantal en la mejilla.

—Y sabrá de la misma manera —sonrió dándose vuelta para mirar a su hija, pero sus ojos se desviaron hasta la mano izquierda de la chica la cual se encontraba vendada —. ¿Qué te ocurrió?

Dejó lo que tenía en sus manos y dio dos pasos largos hasta quedar frente a Opal y tomar delicadamente de su mano con el rostro ceñido por la preocupación.

—Oh, eso —no podía decirle que estuvo en el departamento de Athan, por varios motivos realmente, y una de ellas era porque desde un principio le había avisado que iría a la biblioteca como siempre —. Tuve que esperar a Athan en una cafetería y mi cabeza estaba en las nubes y se me partió un vaso de vidrio y me cortó un poco la mano. Pero estoy bien, justo había un doctor y se aseguro que no quedara ningún pedazo pequeño clavado, ni nada por el estilo.

The Guy of Tattoos© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora