Capítulo 18.

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Opal no sabía cuánto tiempo se había quedado sentada en el suelo maldiciendo internamente a el chico de tatuajes, pero sus mejores amigos llegaron hasta ella con el rostro teñido en preocupación y pena. La castaña no les dijo nada más que «¿Me pueden dejar en mi casa?», a lo que ellos asintieron simultáneamente. No hicieron preguntas, pero se notaba que querían decir muchas cosas. Cuando estaban en el auto de Wested Opal pudo percibir las miradas de lástima que se daban los novios, lo que la molestó. No quería que sientan lastima por ella, no era como si hubiera perdido una pierna o la capacidad de ser útil en algo en la vida, solo el chico que le gustaba la dejó plantada, como ya era su costumbre.

—¿Quieres que me quede contigo? —escuchó que preguntó Cloë como si fuera algo casual.

—Como quieras —se encogió de hombros.

Eso lo tomó como un «si».

Su mejor amiga y ella se despidieron de Wested y entraron a la casa, la cual estaba aún con las luces encendidas. Su madre se hallaba en el salón, acostada en el largo sofá, dormida mientras en la televisión pasaban el maraton de Grey's Anatomy. Ambas siguieron de largo hasta llegar a la habitación de Opal, donde se acostaron sobre el edredón sin preocuparse por sus vestidos.

—Athan es un idiota —dijo Opal mirando al techo —, pero me gusta.

—Veo que ya lo admites —comentó Cloë —, aunque sí, es un completo idiota por sea lo que sea que haya hecho.

Eso hizo que una leve y pausada risa se estanque en la garganta de la castaña.

—Hizo lo que siempre hace; alejarse —suspiró ella con cansancio, sin saber si realmente estaba cansada o solo aquella situación lo hacía.

—¿Qué sucedió esta noche, Opal? —pudo notar que su amiga se puso de lado.

—Él... Él me dijo cosas y —sacudió la cabeza —... casi nos besamos.

—Oh, eso lo cambia todo.

—Si —exhaló el aire de sus pulmones.

—¿Estás enfadada? —preguntó.

—Si, mucho, de hecho.

—¿Lo arreglará un bote de helado y los casos policiales complicados de Bones? —preguntó Cloë con una sonrisa asomándose a su rostro.

Opal miró hacia ella sonriendo de lado.

—Definitivamente.

Su amiga y ella se cambiaron a una ropa más cómoda y tomaron del refrigerador el bote de helado de chocolate para luego ir al cuarto de nuevo y mirar toda la primera temporada de su serie favorita.

Eso había ayudado, al menos en aquellos instantes, cuando no pensaba en Athan y toda aquella desastrosa noche.

Lo peor fue al día siguiente, cuando Cloë se fue, su madre se tuvo que ir a cuidar unos niños y su hermano salió con sus amigos. La segunda le había preguntado cómo había ido el baile y porqué no fue el chico que era verdaderamente la pareja de Opal, pero ella solamente contestaba de forma vaga, sin tener ánimos de mentir o contar todo lo que sucedió.

La soledad estaba, de alguna forma, agobiando a la castaña. El silencio vibrante de la casa, que parecía poder ser pinchado con una aguja y los pensamientos de Opal gritando dentro de su cabeza hizo que esta se cambiara, tomara su bolso y saliera de ahí sin importarle el trabajo que debería estar haciendo.

Pasó la puerta chirriante y saludó brevemente a la recepcionista, la cual ahora sabía que su nombre era Sora. Se adentró a la gran habitación y se dirigió directamente hacia las bolsas. Luego de estar varias veces allí, los hombres que siempre estaban en ese lugar ya no giraban la cabeza como un búho cada vez que entraba. Ya se habían acostumbrado a su presencia, lo que era algo reconfortante.

The Guy of Tattoos© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora