Capítulo 12.

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Capítulo especialmente dedicado a Joako, quién me ha molestado y acosado hasta en el colegio para que suba este capítulo. Sos un rompe P#&%$?s, pero te quiero jajaja.


Eros comenzó a hablar y hacer preguntas a Opal en todo el viaje de regreso a su casa, pero la castaña no estaba de humor como para responder a todas y fingir que no lo sucedía nada. Como siempre —o desde la aparición de Athan en su vida—, su humor giraba alrededor de él. 

Al llegar a su casa saludó a su madre y a Yaiza, dejó su bolso en su cuarto y se cambió a unas calzas negras, una musculosa blanca junto con un sweter largo y grande que pertenecía de su madre. Se colocó sus botas azules de lana favoritas y bajó por las escaleras directamente a la cocina. Ignoró a Eros, quien estaba sentado en la isla tecleando en su celular, y se puso un delantal y comenzó a sacar los ingredientes necesarios para hacer cierta receta que tenía en mente. 

Al cabo de diez minutos, Opal batía con ferocidad haciendo que Eros la miré divertido e intrigado. 

—¿Acaso te enteraste que no traerán más libros a Minnesota? —se burló su enemigo de la infancia. 

—No estoy de humor, Eros —respondió Opal rompiendo un huevo. 

—Eso puedo notarlo —dijo —, la última vez que rompiste un huevo de esa forma fue cuando accidentalmente le arranqué una hoja a tu libro favorito. 

—No fue accidental —contradijo frunciendo el ceño sin girarse a mirarlo —. Y, lo que me pase, no es problema tuyo. 

—Cierto, pero hoy estoy con el sentimiento de querer ayudar a las personas que gritan ayuda emocional. 

Opal se mordió el lado interno de su mejilla y soltó un hondo suspiro antes de darse la vuelta y encontrarse cara a cara con el rostro animado de Eros. 

—Bien —aceptó colocando ambas manos sobre la mesada —. Mi estado emocional esta dependiendo, de alguna forma, a un chico que sinceramente tiene cambios emocionales más bruscos que Calígula

—¿Quién? —frunció la nariz Eros. 

—Un emperador de Roma que era sádico y al final de su vida quiso salvar su imperio. 

—Ya —asintió con las cejas en alto —, deberías dejar de leer un poco, dulce Opal. 

—Es historia, Eros. 

—Eso no es relevante, aquí lo que importa es que —la miró con una amplia sonrisa —, te gusta un chico. 

Los ojos de Opal se abrieron en par en par por tal comentario. ¿Ella gustar del chico frío e indescifrable? ¿Quién sería tan retorcido como para sentir algo más que cariño amistoso distante por el chico de tatuajes? 

—¿Estas de broma, cierto? —ella levantó una ceja —. Eso no es. Ni para psicólogo sirves —se giró soltando un suspiro. 

—Y esto solo demuestra aún más que te gusta; estas en la fase de negación —escuchó decir al chico. 

—Niego algo que no es cierto —comenzó a batir. 

—¿Estás segura de eso? 

—Si, Eros —la castaña rodó los ojos —, deja de jugar al psicólogo conmigo, ya hemos visto que tus facultades en esa carrera apestan. 

—De acuerdo, como quieras —Eros caminó hasta la puerta de la cocina, pero antes de salir, se detuvo a mirar a Opal —. Pero respondeme algo: ¿sientes que el corazón se te va a salir del pecho cuando él esta cerca tuyo?

The Guy of Tattoos© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora