Capítulo 3.

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        La semana pasó en un abrir y cerrar de ojos para Opal. Nada había cambiado. Athan seguía teniendo un ojo —o mejor dicho, el par sobre ella—, sus amigos no habían hablado sobre su «relación» y su hermano seguía siendo tan irritable como lo había sido desde hacía meses. 

        El martes por la mañana Opal despertó con los nervios crispados en su estómago. Ese día el profesor entregaba las notas del examen de física, y aunque ella no necesitaba que le digan que desaprobó —porque lo sabía a la perfección aquel hecho— estaba tan nerviosa como cuando entró al colegio por primera vez. 

        Con el transcurso de los días, se había llegado a «acostumbrar» a tener los ojos sobre ella, pero con el paso del tiempo y ella sin ningún rasguño, los alumnos comenzaron a mostrar menos interés que antes. 

        Opal aprendió la lección de llegar temprano a los salones para coger el asiento más alejado del que se podía sentar Athan, quien mayormente se sentaba en las esquinas. Se sentó en la silla y jugueteo con su teléfono hasta que llegó su profesor con cara de pocos amigos. Toda la clase —ahora inquieta— miró con atención al adulto que se encontraba en frente de todos sosteniendo hojas en sus manos. 

        —Buenos días —saludó —. Debo decir que estoy algo… decepcionado con las notas, este examen era demasiado fácil —Opal quiso rodar los ojos ante tal mentira —. Menos de la mitad ha aprobado, y a duras penas. Esta asignatura no es fácil, por lo que requiere sentarse por horas a mirar las fórmulas e intentar solucionarlos. Si realmente no quieren estudiar, pueden dejar de perder el tiempo en este colegio. 

        Pasó banco por banco a entregar las hojas. Opal se mantuvo erguida y muy consciente de que aquella pésima nota que recibiría podría ser un obstáculo para aprobar la asignatura. 

        El profesor apoyó su hoja en la mesa, con el ceño fruncido y dijo: 

        —Señorita Reason, quiero verla en la hora del almuerzo. 

        Opal asintió con un gesto de desgana. 

        Escuchó como el profesor comenzaba un tema nuevo, por lo que se apresuró a anotar todo aunque carezca de coherencia para ella. Al tocar la campana, todo el mundo salió como un rayo de ahí, quedando solo cuatro personas poco apresuradas en guardar sus cosas. 

        —Señor Demain, quédese usted también, por favor —dijo el profesor haciendo que el corazón de Opal casi salga por su boca. 

        ¿Para que quería que se quedara? 

        Athan colgó su mochila en su hombro y caminó hacia el escritorio hasta colocarse al lado de Opal, con tres pasos de distancia. Una vez que el salón quedó totalmente vacío, el profesor les miró a ambos con expresión contraída hasta que la apoyó en Opal. 

        —Estoy muy consiente que sus notas son casi perfectas, señorita Reason. Por lo que vi en su examen —hizo un gesto de preocupación —, veo que la física es un rompecabezas para usted. 

        —He intentado estudiar, lo juro —se apresuró a decir la chica —, pero es como si mi cerebro se negara a aceptar esa información. Siendo sincera, no entiendo nada. 

        El profesor asintió pensativo. 

        —Lo sé, por eso —miró a Athan — me gustaría que usted sea su tutor, sus notas en esta asignatura son impecables y veo muy bien que entiende sobre esto.

        Opal casi se ahogó con su propia saliva. 

        Sin poder evitarlo, miró hacia el chico de tatuajes de su lado. Su expresión carecía de emociones, pero su postura era relajada, no pareció sorprenderle aquella petición. 

The Guy of Tattoos© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora