Capítulo 22.

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Grupo de Facebook de los «Tattoosers»: El línk se encuentra en mi perfil o en el primer comentario :)

El viaje hasta el lugar donde se llevaría a cabo la pelea fue más largo que la última vez. Athan condujo por casi media hora por la interestatal a un lado del Lago Superior, hasta meterse entre calles serpenteadas y terminar estacionando en un callejón oscuro, al lado de un Jeep negro.

Opal miró su alrededor, sintiendo la noche pesada, silenciosa y peligrosa. El frío le estaba calando los huesos a pesar de que mantenía la chaqueta cerrada.

—Puedes dejar tu bolso en el Jeep —dijo Athan abriendo una de las puerta de la camioneta.

La castaña dejó ahí sus pertenencias para luego dirigirse junto al chico de tatuajes hasta el final del callejón, donde a un lado, tapado por alambres oxidados, cajas y demás, se hallaba una puerta con aspecto de salirse de la viga en cualquier momento.

—¿Otro lugar abandonado? —inquirió ella pasando adentro, seguida de Athan.

Había dos pasillos, a la derecha y frente a ella. Había una escalera que iba hacia arriba y luego la oscuridad se tragaba todo lo que podía llegar a haber allí por completo.

—Son los mejores —respondió Athan conduciendo a Opal por el pasillo recto y oscuro —. No toques las paredes ni te desvíes del centro. Hay ratas.

La castaña se estremeció, y no fue precisamente por el frío húmedo que la ahogaba.

—Increíble lugar para traer a una chica —dijo con sarcasmo evitando vomitar al imaginarse a roedores subiéndose por las piernas.

—Fuiste tu la que ha querido venir, niñata, yo también hubiera preferido que te quedes en tu casa leyendo un libro —contestó con voz más dura de la que había hablado en toda aquella semana.

Opal no podía verlo, ya que estaba todo oscuro y ella caminaba por delante de él, pero pudo saber que sus ojos habían adquirido esa frialdad que había pertenecido a ellos todo el tiempo semanas atrás.

—Y diciendo eso solo haces que quiera más estar aquí.

El chico de tatuajes no contestó, solo la tomó del brazo cuando ya habían llegado al final del corredor y doblaron hacia la izquierda. Pararon a los pocos minutos, cuando Athan pasó un brazo por su cintura y la acercó a su lado.

—Cuidado, aquí hay una escalera.

Mientras la castaña intentaba acertar a cada escalón sin caerse en el intento, comenzó a decir:

—¿Por qué no iluminas con tu celular? El mío lo dejé en mi bolso.

—Lo he apagado —dijo con rotundidad, como si ese acto no se debía llevar a cabo.

Opal no preguntó, porque sabía a ciencia cierta que le respondería de forma vaga y sin nada concreto.

Ya cuando llegaban al final de la escalera, la castaña pudo divisar la luz del pasillo. Las paredes estaban cubiertas de tierra, manchas de humedad y la pintura se caía a pedazos. El olor del moho y polvo predominaba en el lugar, provocando que Opal frunza la nariz. No era diferente al anterior lugar abandonado, era igual de asqueroso y tal vez parecía tener más años de abandono.

Caminó en silencio junto al chico de tatuajes hasta llegar a una puerta de madera resquebrajada. Entró siguiéndolo, encontrándose con Lennen caminando de un lugar a otro en una pequeña habitación que al igual que la otra vez, había sido una oficina, revolviendo con su mano su cabello castaño. Parecía tenso, preocupado y nervioso, pero forzó una sonrisa que no llegó hasta sus ojos al mirar hacia Opal. Sus ojos se tiñeron de seriedad al dirigirlos al chico de tatuajes.

The Guy of Tattoos© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora