Capítulo 15.

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Opal no prestó atención a nada. Aún seguía sorprendida —no, aturdida— por la pregunta del chico de tatuajes, y su corazón no se logró calmar hasta varios minutos después. ¿Qué ocurría con ella? ¿Qué era... todo eso? No entendía como una simple y tonta pregunta podía volverla idiota.

El camino hasta la casa de Opal fue en un abrir y cerrar de ojos. La verdad era que estaba cómoda apoyada contra la espalda del chico de tatuajes, por lo que cuando se enderezó deseó contra su propia voluntad que su casa quedara más lejos.

Athan miró sobre su hombro a Opal lo que hizo que la chica estire un poco la cabeza hacia atrás por instinto. Respiró hondo y el olor varonil y menta le invadió los pulmones.

—Te paso a buscar a las diez.

—¿A dónde vamos? —preguntó Opal.

—Hay un lugar que quiero mostrarte —respondió sin quitar sus ojos negros de los de ella.

Opal asintió lentamente, aun sintiendo aquel vértigo en la boca de su estómago.

—¿Tengo que ir como una chica no buena? —inquirió levantando una de sus cejas.

Una de las esquinas de los labios del chico de tatuajes se levantó hacia arriba.

—No —y miró el torso de Opal el cual estaba con la cazadora abierta dejando ver el top y la musculosa pegada a su piel como una funda —, pero si quieres puedes venir así.

La chica lo fulminó con la mirada.

—Entendí —dijo mirando hacia otro lado.

Se bajó de la moto y caminó de espaldas.

—Genial —murmuró el chico de tatuajes a la vez que hacía rugir el motor de la moto —. Hasta la noche, niñata.

~*~*~*~*~*~

Opal se encontraba acostada en su cama mirando el techo azul con estrellas que no convidaba con la luz solar que entraba por su ventana. Se había bañado y cambiado el vendaje de su mano, ya que el entrenamiento hizo que su herida se abra un poco nuevamente.

Su madre aún no llegaba y su hermano seguía en el séptimo sueño. La casa estaba sumida en un agradable silencio, solo escuchaba el viento golpear con el vidrio de la ventana y su calmada respiración.

¿A dónde vamos a ir?se preguntó a sí misma.

La curiosidad la estaba carcomiendo por dentro. No se le ocurría un lugar en el cual no deba vestirse como aquella noche que fue con él y un chico como Athan la lleve. Su mente estaba en blanco.

Sus ojos fueron cerrándose con lentitud, y cuando ya estaba por tocar el sueño, un golpe en la puerta la sobresaltó. Rápidamente apareció Eros en su cuarto con una amplia sonrisa.

—Buenos días, dulce Opal —dijo tomando asiento a un lado de su cama.

La chica soltó un gruñido.

—¿Qué diablos haces aquí? —preguntó dirigiendo sus ojos hacia él — ¿Cómo hiciste para entrar?

—Tu madre se olvidó las llaves en mi casa —se encogió de hombros.

Opal rodó los ojos y se sentó para luego cruzarse de brazos.

—¿Es que no tienes amigos? —levantó una ceja — ¿Mascota? ¿Planta que regar?

El chico soltó una contenida carcajada. Para él era sumamente divertido el tono de exasperación que adquiría el rostro de la castaña.

—Si solo vienes a molestar con tu existencia —dijo Opal entre dientes —, vete antes de que entierre tu cabeza en el WC.

The Guy of Tattoos© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora