Capítulo 04.

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-Es genial -Dije jugando con la pajilla de mi café-. Pero odio caerme en hielo, realmente, es irritante.

Ross se río y le dio otro mordisco a su muffin de chocolate.

-Amo el hockey desde que nací, soy bueno jugando, tal vez un día podríamos jugar juntos.

Sonreí y le guiñe un ojo.
Me resultaba raro estar así con Ross, ¿n una cita? No... bueno... en realidad no se sí está es una cita.

-Me gustan tus ojos, los tienes muy azules.

Reí tímidamente.

-Lo se, los heredé de mi abuelo -Sonreí-. A mi también me encantan los tuyos, son realmente impresionantes.

Ross sonrió.

-Cuéntame algo sobre ti que no sepa.

Me dijo mirándome fijamente a los ojos, deje mi frapuccino en la mesa de madera oscura y mordí mi galleta.

-Bueno... pues... cuando tenía 10 años, me hacían bullyng por ser la más tímida de la clase, creo que por eso soy como soy... -Fruncí mis hombros-. Ahora tú.

-¿Cualquier cosa?

Asentí.

-Cuando era ñiño, mis hermanos me encerraron en el baño y pusieron música de terror, quede con un gran trauma ese día.

Di una carcajada.
Me resultaba bastante tierno.

-Ahora dime algo que te guste de mí -Dije luego de reírme-. ¿Algún piropo?

Ross alzó las cejas.

-¿Te refieres a personalidad o en físico?

-Físico... pero que no sea nada del rostro... si no del cuerpo, yo también lo haré luego, primero tu.

Ross suspiro, pude notar como sus mejillas se ponían ligeramente rojas.

-Tienes... unos buenos pechos y buen culo...

Mordí mi labio inferior.

-Estoy segura que sí bajó esos pantalones ahora mismo, me encontraré con la polla más grande que he visto en toda mi vida.

Ross me miro con los ojos abiertos como platos.
Me mordí el labio inferior.
Quería follarlo de una maldita vez...

-¿Crees que la tengo grande?

-¿No es así?

Ross me mostró sus dientes blancos en una linda sonrisa y me guiñó el ojo.
¡¡Dios!!

Creí que iba a tener un orgasmo instantáneo al verlo guiñarme el ojo, se veía jodidamente sexy, nunca antes lo había visto así...

-¿Por qué te mudaste a Los Ángeles con Margo y no con tus padres?

-Mis padres me mandaban mucho, demasiado, si yo quería comer una manzana ellos decían que debería comer fresas, me paraban criticando de la noche a la mañana... y bueno a Margo le pasaba algo parecido así que vinimos a Los Angeles, por suerte nuestros padres nos dieron el permiso.

Ross me sonrió.

Realmente esas gafas le empeoraban el bello rostro que tenia, mañana tendría que conseguirle lentes de contacto, definitivamente.

-¿Como fue tu primer beso y con quien?

Sonreí al recordar a Josh...
Creí haber estado enamorada de él, pero todo se fue a la mierda cuando mis padres lo conocieron y dijeron que no era para mi, otra razón para irme de casa.

-Fue con un tal Josh de Nueva York, tenía apenas 13 años... y bueno todo paso muy rápido... estábamos sentados al pie de un enorme roble, me puso encima de él y el me beso, no es algo tan "difícil" de explicar.

Suspiré.
Me levanté del sillón gris en donde estaba sentada y me senté junto a Ross.

-Y dime, ¿Como fue tu primer beso?

Pregunte ahora yo, no tan intrigada pero eso no significaba que no tuviera algo de curiosidad.

-Oh... eh... bueno... yo estaba en la escuela tocando la guitarra y...

-Nunca haz besado a nadie, ¿verdad?

Pregunte conectando su mirada con la mía. Ross negó con la cabeza apenado.

Sonreí, tome su rostro entre mis manos y me acerque a él lo suficientemente como para ponerlo nervioso.

Junte nuestras frentes, nuestras respiraciones se juntaron. Podía sentir sus manos ahora en mis piernas, subiendo por mi cintura.

Cerré los ojos y lo besé.
Disfrutando el suave movimiento de sus labios sobre los míos.

Había querido hacerlo durante mucho tiempo, y por fin, lo había conseguido.

Dentro de muy poco... Ross Shor Lynch estaría en la palma de mi mano.

Enamorado del mal | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora