Capítulo 13.

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Mi papá observo de pies a cabeza a Ross, los padres de Margo hablaban con ella en su habitación. Demonios.

-Así que tu eres el noviecito de mi hija -Dijo mi padre maliciosamente.

Ross asintió algo confundido.
Mi madre, Emilia, se dedicó a mirarme, agarro una bolsa que estaba encima del sofá y nos lo mostró.

-¿Qué es esto y que hacia en tu habitación?

Pregunto mi madre, obviamente haciéndose la tonta, eran condones más que obvio, pero en estos momentos me daba vergüenza decirlo.

-Hija -Dijo mi padre-. Entendemos perfectamente que tu ya no eres una niña, y me parece muy bien que te estés cuidando, tienes una corta edad y embarazarte ahora mismo no es lo correcto -Carraspeó-. Solo quiero saber porque demonios tenías esto en tu habitación.

Sacó otra bolsa.
Abrí mis ojos como platos.
Un consolador.

No lo había usado.
Recuerdo que Margo y Lacey me lo regalaron ya que supuestamente estaba necesitada, pero nunca me atreví a usarlo.

Tampoco iba a decir que Margo me lo regalo, mis padres son muy mal pensados y no quiero que piensen nada malo de nosotras...

-No lo use, y jamás lo hice, es nuevo -Asegure mirando a mi padre-. Lo tenía allí porque este año nos están dando clases sobre sexologia, y bueno, ustedes saben que ahora nos están enseñando a como poner condones en un pene y todo eso, ¿Verdad Ross?

Lo miré.
Estaba extremadamente nervioso y algo rojo. Lo empuje disimuladamente para que pudiera responder.

-A.. Sí, sí.

Puse los ojos en blanco y seguí mirando a mis padres.

-Bien. Yo le creo -Dijo mi mamá-. Solo recuerda que tienen que cuidarse, no pueden tener relaciones sexuales sin cuidarse.

Asentí.
Mire a mi padre, quien miraba a Ross.

-Yo también le creo -Siguió mi padre-. Ross, quiero saber las intenciones que tienes con mi hija.

Si supiera las intenciones que yo tenía con Ross.. Uff me castigarían de por vida.

-Hacerla feliz -Respondió Ross seguro de si mismo-. Yo amo a _______, y es lo más preciado que tengo, no quiero perderla por alguna tontería insignificante.

Sonreí y besé su mejilla.
Ross era malditamente dulce.

Mi mamá sonrió y mi padre arqueo un ceja, pero sabía perfectamente que le había creído.

-Bien, entonces... Espero que sean felices... Pero si tú le haces algo a mi hija te juro que...

-Antonio -Lo regaño mi madre.

Me reí involuntariamente y rodee el pecho de Ross con mis brazos. Por lo menos me había ayudado a salir de esta.

-¡Bien! ¡Ya está todo solucionado!
Grito la mamá de Margo bajando los escalones junto a su padre.

*

-¡¿Cómo demonios se te ocurre dejar condones en tu tocador?!

Gritó Lacey.
Fruncí los hombros.

-Margo y yo vivimos solas, nuestros padres viven en Nueva York, Margo sabe todo "sucio" que puedo tener en mi habitación, nunca pensé que ellos llegarían, por eso no me preocupo en guardarlos.

Dije bebiendo un poco de mi soda.
Me recogí el cabello en un moño y me mire espejo, me veía bien, quedaban 2 horas para que Ross pasara por mí para dirigirnos a su casa, y estaba completamente aterrada.

-¿Te ayudo con el maquillaje? -Preguntó Margo. Asentí.

-Yo te ayudaré luego con el vestido -Me dijo Lacey. Nuevamente asentí.

Mi teléfono sonó, un mensaje, lo agarre inmediatamente con cuidado de no mover mucho mi cabeza.

Entré a WhatsApp y me sobresalte al ver que era un mensaje de Ed.

"¿En verdad me dejaste por él hijo de puta de Ross Lynch? Qué bajó haz caído preciosa, ¿Sabes? No solo me entere de eso, si no que también se que iniciaste con Ross solo para llevártelo a la cama, Dios nena, sos una perra. ¿Qué me darás para que mantenga cerrada mi boca?"

Lancé mi teléfono al piso y di un grito de frustración.

-¿¡QUIÉN ABRIÓ LA BOCA!?

Les grite a Margo y a Lacey que me miraban completamente sorprendidas.

Malditas zorras...

Enamorado del mal | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora