CAPÍTULO 09 - Un momento

412 29 12
                                    

Monterrey - México

Luego de un par de indicaciones, les pidieron que se colocaran contra el árbol. Lo único que tenían que hacer era lo mismo que al inicio, pretender que no había nadie a su alrededor y actuar natural... sin casi besarse ésta vez.

—Y ahora qué, no tienes fresas para darme— comentó Rivers mientras ambas se dirigían de vuelta a su sitio bajo el árbol, escuchando las ramas crujir bajo sus tenis.

Rivers llevaba los mismos zapatos que Lauren, un pantalón blanco parecido al primero pero con tela impermeable y un top de manga corta en color gris.

—Ya pensaré en algo— respondió Lauren caminando tras ella hasta que llegaron al tronco.

—Queda claro que la de las ideas aquí eres tú— dijo Rivers mirando alrededor, esperando a que pensaran en qué hacer.

—¡Cuando quieran!— apresuró el fotógrafo.

—Que se vaya a dormir un rato— soltó Lauren con el ceño fruncido y al bajar la mirada notó algo. Colocó un suave agarre sobre el brazo de Rivers para hacerla volverse antes de agacharse para atarle las agujetas.

Un disparo.

Dos disparos.

—Qué cursi es esto— murmuró la rubia viendo hacia abajo, mientras la otra ataba sus cordones.

—Cállate y sonríe. Si les sirve, que lo tomen— respondió Lauren incorporándose tras terminar para sacudirse la tierra de la rodilla que había apoyado en el suelo —; entre más rápido tengan lo que quieren, más rápido nos dejarán ir.

—Que quede claro que sonrío porque quiero, no porque tú me mandaste— respondió Rivers con una sutil sonrisa —. Yo no obedezco a nadie.

Lauren apoyó la espalda contra el tronco, subiendo un pie para apoyarlo contra la madera en busca de que resaltaran los tenis.

—Ven aquí— dijo Lauren haciéndole un gesto con la mano para que se acercara.

Rivers resopló, dando el par de pasos que faltaban para estar cerca de ella antes de sentir el firme agarre de las manos de Lauren entorno a su cintura. Un escalofrío involuntario le recorrió el cuerpo como una corriente eléctrica al sentir la frialdad de su tacto rozar con la piel tibia de su cintura ligeramente expuesta.

—¿Por qué siempre estás tan fría?— se quejó Samantha con el ceño fruncido, de pronto había comenzado a sentir frío.

—No siempre— respondió Lauren sonriendo con gracia al ver los ojos de Rivers entornarse por el doble sentido y tomó las manos de la rubia para colocarlas sobre su propio pecho a manera de apoyo —. No te quejabas hace rato cuando casi lamías mis dedos.

—Cállate— respondió Rivers ganando un sutil color rojizo en las mejillas que hizo a la otra reír —. Fue un accidente.

—Esto también será un accidente— dijo Lauren antes de llevar su mano izquierda a su rostro, sujetándola para acercarse a colocar los labios de manera suave contra su mejilla.

Una ligera sonrisa tiró de las comisuras de la rubia.

Tres disparos.

Fachada | Rivers GGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora