CAPÍTULO 11 - Volviendo a ceder

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Monterrey - México

A pesar de ser temprano, el clima en Monterrey parecía empeñado en arder esa mañana. Eran alrededor de las seis en punto para cuando Lauren se sentó a esperar en el sofá, notando que en la aplicación de clima de su celular había una advertencia sobre las altas temperaturas que se avecinaban para esa misma tarde.

No podría haber sido peor. El mismo día en que tenía la conferencia para el anuncio de rebook, era el mismo día en que el sol había decidido incendiar la ciudad.

Lauren se puso en pie para acercarse al refrigerador, tomando una botella de agua para destaparla antes de dar un sorbo. Era tan temprano que el departamento estaba en completo silencio. La habían hecho comprometerse a estar lista antes de las seis treinta de la mañana, advirtiéndole que la camioneta de rebook pasaría a recogerla a esa hora para llevarla al hotel en el que sería llevada acabo la conferencia.

Un hotel prestigioso de la ciudad de Monterrey, en el exterior de uno de sus jardines al que sólo una selecta parte de la prensa podría asistir. Rebook había también vendido y sorteado escasos pases de entrada a algunos seguidores de ambas comunidades, quienes podrían pasar a conocerlas y tomarse algunas fotos con ellas. Era un evento de gran calibre.

En cuanto Lauren recibió una llamada haciéndole saber que la camioneta estaba parqueada afuera, se colocó los lentes de sol y tomó sus llaves antes de salir. La camioneta se trataba de una suburban completamente negra con los vidrios polarizados. Podría ser espeluznante si no fuera más como un lujo.

Un enorme, corpulento y calvo sujeto de chaqueta negra salió del asiento del copiloto para abrirle una de las puertas traseras.

—Buen día, señorita Castilla— su voz era casi tan intimidante como su complexión —. Me llamo Marco y seré quien estará a cargo de su seguridad en el evento de hoy.

—Buen día, Marco— Lauren estrechó la mano que éste le ofrecía —. Muchas gracias. Ya podemos irnos.

Entró en la camioneta y sintió el olor a
cuero de los asientos beige antes de escuchar la puerta cerrarse.

Durante el camino se limitó a mirar por la ventanilla, la cual, al igual que el resto, estaba cerrada para permitir que el aire frío del vehículo los librara del calor de afuera. Las calles comenzaban a estar repletas pese a que era temprano. Aunque no era de extrañar en Monterrey; la ciudad del tráfico.

En cuanto dieron vuelta en la avenida del hotel, el ruido hizo que Lauren despegara la mirada del celular. Era completamente loco lo que sucedía afuera. Decenas y más decenas de personas abarrotaban la entrada del hotel sosteniendo pancartas, utilizando playeras con su rostro, coreando y gritando su nombre al reconocerla.

¡Lauren, Lauren, Lauren!

Ésta dejó el celular de lado, sonriendo mientras los miraba explotar de emoción. Muchos de ellos se precipitaban sobre la camioneta en movimiento, la cual luchaba por abrirse paso hasta el estacionamiento con ayuda de la seguridad del hotel. Su comunidad, e incluso algunos de la de Rivers, pegaban las manos a las ventanillas en gritos, lloriqueos y desesperación por alcanzarla. Lauren no tenía permitido bajar la ventanilla, por lo que se limitaba a saludarlos desde adentro.

—Están impidiendo el paso— dijo el chofer.

—Están por todas partes— dijo Marco —. Señorita Castilla, me temo que tendremos que bajar en la entrada principal. Hay riesgo de que nos intercepten en la rampa del estacionamiento y para evitar accidentes, debemos quitarlos del paso.

—No tengo problema— respondió la streamer volviendo a colocarse los lentes.

—Bajaré primero para reunir algunos guardias del hotel, entre todos la rodearemos para escoltarla dentro— avisó antes de abrir su puerta.

Fachada | Rivers GGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora