CAPÍTULO 18 - Lo hice por ti

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Monterrey - México

No podía dormir. Los minutos pasaban uno tras otro, ajenos a ella o a su insomnio; llevándose consigo el tiempo que debería de estar ocupando para descansar. Dió una última vuelta en la cama, mirando al techo mientras resoplaba y se pasaba las manos por el rostro. Estiró el brazo hasta alcanzar el control del televisor, subiendo un poco el volumen del video que había colocado para supuestamente dormir, y luego tomó su celular.

2:37 am

Entró a sus llamadas recientes, viendo el nombre de Lauren brillar en letras rojas junto a dos llamadas perdidas. Mordió el interior de su mejilla, volviendo a bloquear el celular para dejarlo de lado e intentar poner su atención en el televisor, pero el incesante dolor que se había instalado en la parte posterior de su cabeza estaba comenzando a volverse insoportable. Samantha quitó las cobijas de encima, saliendo de la cama para dirigirse al gabinete de medicamentos que tenía dentro del baño y buscando una aspirina. Al encontrar la caja, tiró del aluminio y al ver que se encontraba vacío, susurró un "puta madre" antes de arrojarlos a la basura con frustración.

Intentó ir a la cocina por una botella de agua, esperando que beber lo suficiente le calmara la migraña, pero no sucedió así. Cuando volvió a su habitación, optó por bajar el volumen del video, apenas dejándolo de fondo mientras se recostaba de espaldas con un brazo sobre los ojos. Quería dormir, pero la cabeza le palpitaba, y la tentación de devolver las llamadas de Lauren cosquilleaba en las puntas de sus dedos.

¿Qué se suponía que le diría? Que había estado ocupada. Que no había tenido tiempo de mirar el celular. Que la había estado evitando porque sentirse nuevamente así de cerca de alguien daba casi la misma sensación que tener los pies al borde de un precipicio. Quizá en realidad debería decirle que extrañaba su pasta. O que se había acostumbrado a que el olor de su perfume fuera lo último que le nublara los sentidos antes de dormir.

¿Y si perdía todo eso por miedo?

De pronto la idea de que Lauren diera un paso atrás la hizo maldecir bajo por ser tan estúpida.

Fuera lo que fuera, no la llamaría a esa hora. Debía estar dormida seguramente. Aún así, para cuando pudo darse cuenta, ya estaba sentada sobre la cama, con la punta de su dedo pulgar entre los dientes debido a la ansiedad y el celular pegado al oído.

Un timbrazo, dos timbrazos.

Comenzó a arrepentirse. El dolor de cabeza se había vuelto más agudo, haciéndola frotarse la frente mientras cerraba los ojos.

Tres timbrazos, cuatro.

Había sido una mala idea. Eran las tres de la madrugada. ¿En qué momento había decidido que aquello podría salir bien y...

—Diga— la voz ronca y somnolienta de Lauren atendió del otro lado.

De pronto Samantha sintió su pecho lleno.

—Hola— respondió la rubia al instante, la voz le había salido como un hilo, por lo que se aclaró la garganta —. Perdón por despertarte.

—¿Estás bien?— preguntó Lauren, y a través del teléfono se escuchó cómo se incorporaba en la cama.

—Sí, nada más tengo un puto dolor de cabeza que no puedo quitarme con nada y no me deja dormir— admitió Samantha aún frotando su frente —. No debí llamarte a ésta hora, perdóname.

—¿Ya te tomaste algo para el dolor?— Lauren parecía dispuesta a ignorar el tema, lo cual no la tranquilizaba en lo absoluto.

Fachada | Rivers GGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora