Capítulo 14

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—Guillermo... —Se giró en el reducido espacio del sofá y escuchó una risita infantil—. Despierta, Guilleee.

—No... —Unos dedos acariciaron su mejilla, sonriendo levemente al sentir la esencia de Lionel rodearlo—, cinco minutos más, por favor...

—Andrés y Sergio están aquí, Guille.

Se alzó bruscamente, notando a la pareja que lo observaban divertido, mordiéndose los labios en una forma de evitar romper a carcajadas en su lugar.

𝐸𝑠𝑜𝑠 𝑖𝑑𝑖𝑜𝑡𝑎𝑠.

—Buenos días, Memito, ¿dormiste bien? —Bromeó Andrés en una voz suave, mordiéndose los labios—. Hasta las sábanas tienes marcadas en las mejillas, Memo.

—Uhm... —Fue su única respuesta al dirigirse al baño a lavarse la cara y cepillarse los dientes, regresando a la sala un poco más despierto y presentable. Sintió cómo algo se aferraba a su pierna y notó al bebé sonreírle, aún llevaba su pijama y por lo despeinada que iba su cabellera castaño, parecía que también acababa de despertarse.

—Buenos días, Ciro—El pequeño soltó una carcajada y se alejó corriendo, en dirección a la cocina, casi chocando con un estante, pero logrando esquivarlo a tiempo.

—Es una suerte que hubieras estado quedándote aquí, Leo. Si fuera por Guillermo, ese mal amigo nos hubiera dejado ahí fuera llevando frío y hambrientos—Escuchó a Sergio quejarse en voz aguda, al pasar por el umbral notó que estaba abrazado a un costado del mayor—, míralo, Leo, ahí viene.

—Guille me tomé el atrevimiento de utilizar tu cocina, ¿No te molesta, cierto?

—Por supuesto que no, Lio.

El omega le sonrió con los ojos entrecerrados y procedió a inmiscuirse en su micro conversación con Sergio, el alfa los observó durante unos instantes antes de unirse a Andrés, que estaba en el sofá con Ciro.

—Hey, Guille—Le dijo, acomodando al niño en su regazo—. Entonces, ¿Cuándo pensabas contarme?

—Cuando cierta persona deje de contestarme cuando está metiéndoselo a su pareja, quizás—Suspiró, frunciendo el ceño, Andrés soltó una carcajada—. Ahora Sergio nunca lo olvidara y será su víctima hasta que me case o me muera, lo que sea que pase primero.

—En mi defensa, llamaste doce veces. Pensé que era una emergencia—Explicó al hundirse de hombros, sus cejas arqueándose—. No para contarme algo que ya sabía.

—La comida ya está lista. —Escucharon el llamado y se levantaron para regresar a la cocina, el agradable aroma llenaba el espacio de una forma que provocaba que sus bocas se aguaran—. Espero que sea de su agrado.

—Tranquilo, Lio, ya te estás tomando la libertad de cocinar para nosotros, lo menos que haremos es quejarnos—Le dijo el menor de los alfas, observando cómo sus palabras provocaban una sonrisa en el omega.

Sergio le ayudó a servir y pronto los cinco se sentaron en la mesa a degustar de la comida, el más pequeño sentado en el regazo de su padre omega, que le daba pequeños bocados para que se asegurara de comer.

—Entonces, ¿Son vecinos ahora?

—Algo así, Lio todavía está terminando de acomodarse todo. Se quedó aquí porque todavía olía mucho a pintura.

—Esta semana debo terminar de organizar todo, ¿Por qué no vienen? —Ofreció con una sonrisa—. También podría invitar a Chicha y Cris. Ya saben, para celebrar que tengo casa nueva.

—Puede ser, aunque tendría que ser el sábado o el domingo. Un amigo regresó del extranjero y estábamos pensando en hacerle una fiesta de bienvenida.

RUMORES [𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍/𝐌𝐄𝐂𝐇𝐎𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora