Capítulo 29

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Dos semanas desde que le había pedido matrimonio a Lionel, quién por alguna razón estaba extraño, parecía melancólico y ausente cuando estaba solo, una parte de él parecía convencido de que se trataba de lo cercano que estaba el viaje, pasaban la mayor parte del tiempo juntos, era de esperarse que el mayor no quisiera dejarlo ir ni por un día, pero una voz en lo profundo de su mente le decía que era por todos esos extraños paquetes que no habían dejado de llegar a su departamento y que el omega jamás había mencionado.

Guillermo se había deshecho de los que había encontrado y de esos ya debía haber unas seis cajas, con contenidos cada vez más perturbadores. Subió al departamento con una expresión cansada, faltaba una semana para su viaje y aún no había empacado.

Por suerte, había cambiado la fecha del vuelo y pasaría el cuatro de diciembre en México, celebrando su cumpleaños junto a él. Desbloqueo su puerta y entró, hacia unos tres días le habían quitado el yeso al mayor, por lo que no le pareció extraño encontrarlo cocinando con Ciro en brazos.

—¿Guille? ¿Compraste lo que faltaba?

—Aquí está, también traje pudin para el postre—Besó la mejilla del omega y luego tomó al bebé en brazos, posando la bolsa en el espacio disponible del mesón—, me llevaré a este niño conmigo. Tenemos algunas cosas que hacer.

—Ishe...

—Aquí estoy—Sonrió, acomodando al niño en su cadera—, amigo, estás creciendo realmente rápido. Ya pesas mucho más.

—Ese tema es tabú, no lo menciones—Resoplo Lionel, pellizcando su costado y corriendolo de la cocina. Guillermo se alejó divertido y se dirigió a la sala, colocó al niño a su lado y tomando el control remoto, encendió la televisión.

Tras navegar por un par de segundos, encontró una caricatura que pareció entretener al bebé, y que tras unos minutos le terminó interesando. Era sobre un pequeño niño, hijo de una pareja conformada por un omega y por un alfa.

El chico tenía una amiga que era hija de una alfa y una omega y con la que imaginaban distintas aventuras. Los colores eran preciosos y los personajes estaban bien diseñados, así como todos los escenarios.

En ese episodio los niños buscaban una pieza mística de dragón, que no era más que una pieza de plástico escondida en en el jardín de la niña, una vez encontrada los niños iban a sus casas y le contaban a sus padres lo que habían hecho durante la cena.

Guillermo podía imaginarse viviendo eso con un Ciro más grande, además, si iban a casarse planeaba tomar clases de cocina, no quería dejarle todo ese trabajo a Lionel.

Podrían turnarse o él podía ser como su padre, que los fines de semana preparaba comida chatarra que su madre no le dejaba comer durante la semana.

—Ishe... —Bajó la mirada hasta el pequeño, que señaló la pantalla donde salía una imagen de la familia del protagonista en la mañana—. Papi, Ishe... Ciro.

—Hm—Asintió levemente, inclinándose para besar su frente, viéndolo luego exclamar con una sonrisa:

—¡Papá Ishe! —Aquello lo congeló, no había esperado que llegará a esa conclusión errada.

Porque una parte de sí estaba convencido de que ese título no le pertenecía, era de Emiliano.

—¿Ricitos...? —Lionel se agachó a su lado, pasándole una mano por las mejillas para secarle las lágrimas—. ¿Por qué estás llorando?

—Me dijo papá... —Susurró, Lionel sonrió levemente y posó un beso en su frente—. ¿No está mal...?

—Eres mi alfa, ricitos. Lo eres de alguna forma. —Guillermo no respondió, bajando su mirada al pequeño, que ahora lo observaba con las cejas alzadas y la boquita abierta, preocupado—. ¿Verdad, Ciro? Eres un niño con suerte y no tienes dos padres, tienes tres.

RUMORES [𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍/𝐌𝐄𝐂𝐇𝐎𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora