Capítulo 18

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Lionel abrió la puerta del local y trató de maniobrarse para poder entrar con el coche y mantener la puerta al mismo tiempo, lo que no funcionó, por suerte un alfa que estaba cerca le ayudó al verlo tener problemas, él le agradeció, soltando un suspiro.

Avanzó por el largo pasillo hasta llegar al área donde estaban las mesas, no tardando demasiado en identificar la espalda de Emiliano. Apretó el agarre en el coche del pequeño y se acercó a su mesa.

Se sentía inquieto y sabía que era por la presencia de cierto alfa con aroma a petricor y a café. Su omega se removía en su pecho, sin embargo, la emoción que hacía casi tres años sentiría no estaba ahí, sólo era un leve estremecimiento, aquél sentimiento que en un inicio los había mantenido unidos, pero ahora sólo era señal de un lazo que nunca se formó.

Por un instante una idea se le vino a la mente, sus movimientos se detuvieron y sólo se quedó observando el suelo.

¿Había sido todo lo que pensó como amor eso también?

Eran destinados, tenían una conexión desde que habían llegado a ese mundo, ¿Pero eso era suficiente? Aquél susurro interno ya no le exigía correr a los brazos de Emiliano, porque sabía que él ya no lo reconocía como su alfa.

—¿Lionel...? Hola—Su mirada se alzó en ese momento, encontrándose con los ojos oscuros de Emiliano. Este levantándose para empujar la silla por él, Lionel se sentó, sus miradas aún conectadas. Esa misma mirada que le hubiese provocado mariposas en el estómago en el pasado, ahora no le provocaba más que el ligero rechazo.

Emiliano no era Guillermo, no olía como él y la voz que le hablaba no tenía la suavidad que el otro alfa le dedicaba.

Su omega entendía que ese no era el alfa que había escogido y era su forma de respetar su decisión.

—Hola—Respondió simplemente, tragando duro.

El ambiente era pesado e incomodo, pero eso era algo que debía afrontar de una vez.

—¿Cómo estás?

—... Bien, supongo, ¿Tú?

—Podría estar mejor—Ninguno dijo nada por unos segundos, siendo interrumpidos por un joven mesero que les sonrió levemente al aparecer con dos menús que les tendió de inmediato, hicieron su pedido y quedaron sumidos en aquél silencio nuevamente.

—Ah, sí... Yo, quería que lo conocieras mientras estuviese despierto, pero él... —Soltó un suspiro al observar a su pequeño—. Se durmió en el taxi.

—¿Puedo cargarlo?

—Espera que despierte, si lo levantas así empezará a llorar. —Comentó en voz baja, haciendo una mueca al notar el moretón en la mejilla de Emiliano—. ¿Qué te pasó en el rostro?

—Tu 𝐺𝑢𝑖𝑙𝑙𝑒 me golpeó.

—No me agrada tu tono—Soltó, cruzándose de brazos y arqueando una ceja. Ahora tenía sentido porque pareció haber visto que el menor tenía la boca partida, había sido Emiliano—. No le digas así.

—No es un tema importante ahora, de todas formas, te debo una disculpa.

—¿Por haber sido un maldito en el pasado? No te preocupes, te disculpe hace mucho. —Siseo antes de poder evitarlo, su tono relajándose al notar la expresión de Emiliano—. No pongas esa cara, no me gusta.

—Te perdí, ¿... Verdad?

—... Lo peor es que te esperé, Emi, como un estúpido me ilusione pensando que volverías y criaríamos juntos a este niño.

—Aún podemos hacerlo.

—Y lo haremos, solo que cada quién por su lado. —Aclaró rápidamente, viendo cómo se mordía los labios—. Estás equivocado si piensas que te odio, porque no lo hago, realmente no, pero no esperes que te reciba con los brazos abiertos y te muestre el cuello para que me marques como si nada hubiera ocurrido, porque no pasará.

RUMORES [𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍/𝐌𝐄𝐂𝐇𝐎𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora