Guillermo apretó el agarre de su bolso de mano, observando lo que su pantalla mostraba. Apretó la mandíbula y se obligó a relajarse al notar como el hombre que estaba a su lado temblaba por las feromonas que estaba soltando.
Deslizó el dedo por la pantalla, pasando las fotos y chasqueando la lengua con molestia, antes de obligarse a tomar una respiración profunda y tranquilizarse.
Había estado de buen humor, ¿Por qué tenían que arruinarle la tarde de un sábado con algo como eso? Además, había tenido que mentirle a su Lio, diciéndole que le había surgido algo urgente y no había podido hablar con él desde la noche pasada.
Encendió el teléfono y maldijo en voz baja, viendo las fotos que habían sido enviadas a su correo anónimamente.
"𝐴𝑛ó𝑛𝑖𝑚𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑚𝑖 𝑡𝑟𝑎𝑠𝑒𝑟𝑜". Pensó, viendo el remitente sin nombre. Era su correo laboral, había sido alguien de la empresa y aunque no había nada demasiado gráfico, su lobo estaba ahogado en celos.
Y es que...
¡¿Por qué Emiliano debía tener su mano tan abajo en la espalda de Lionel?!
Quizás estaba en la mitad, ¡Pero a él le seguía pareciendo muy abajo!
¡¿Por qué debía sonreírle así como si buscara consolarlo?!
—Pasajeros con destino a México, por favor dirigirse a la puerta de embarcación... —se levantó con los dientes apretados, siguiendo el procedimiento y luego encontrando su puesto a un lado de la ventana.
Se permitió relajarse contra el asiento, cerrando los ojos y cruzándose de brazos. ¿Qué sí compraba algunas rosas y chocolates cuando llegara? Así podría sorprender a Lionel.
Su Lio no se esperaría eso, claro que no.
Ajeno a él, a miles de kilómetros, Lionel estaba terminando de decorar aquella caja con ayuda de Natalia. El omega sonrió complacido con el resultado y se inclinó para alzar a Ciro del suelo, posando un beso en su mejilla.
—¿Has hablado con él hoy?
—No, dijo que necesitaba resolver algo, imagino que referente al trabajo—Natalia asintió ante su respuesta, recogiendo el resto de las cintas que no habían utilizado—Probablemente llamará antes de que vaya a cenar.
—Ayer cuando hablamos me dijo que estaba yendo a un puesto de pasta que estaba cerca.
—¿Puesto de pasta?
—Ah, son unos restaurantes que tienen ciertos cubículos para personas que van solas y la comida es deliciosa, ¿Nunca has ido a uno, Leo? —El omega negó, acomodándose al pequeño en brazos.
—No...
—Quizás puedas ir luego con él—le dijo está, picándole las mejillas—. Bien, ya hemos terminado de limpiar todo, ¿Estás seguro que estarás bien solo? Tengo algo de trabajo que debo revisar en casa, pero puedo volver y dormir aquí.
—No, no, estaré bien aquí. Ciro tiene su cuna en el cuarto de Guille—le aseguro este con una sonrisa—. Estaré bien, lo prometo.
—... —la mujer le observó algo insegura, pero asintió finalmente, besando su frente y tomando su bolso—. De todas formas, si ocurre algo, no dudes en llamarme.
—Eso haré, Señora Nat—Lionel la acompañó hasta la puerta, dejando a su pequeño en el suelo para poder asegurarse de que la puerta estaba cerrada antes de regresar al interior.
Ya habían limpiado, la casa brillaba y había tomado su cena, honestamente, no había mucho que hacer en ese momento. Encendió la televisión y se sentó en el suelo, Ciro corrió a su lado para acomodarse en su regazo y señalar la pantalla.
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RUMORES [𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍/𝐌𝐄𝐂𝐇𝐎𝐀]
FanficFrancisco Guillermo Ochoa Magaña es un alfa soltero, director general de una de las más grandes empresas de México a sus cortos veinticuatro años de edad, que vive estresado por los rumores que se crean a su alrededor como para preocuparse por busca...