Capítulo 23

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—Te estoy dejando las tres comidas ya listas, solo debes calentarlas y comer—Guillermo asintió, con Ciro en brazos—. La de Ciro está en la nevera, ya desayunó, así que si ves que no quiere comer a la hora del almuerzo, le deje un biberón. Puedes dárselo frío, si ves que tampoco quiere y las frutas tampoco le provocan, llámame. Puedo venir en la hora de descanso.

Se había ofrecido a cuidar del bebé al ver a Lionel preocupado, ya que su padre no podía cuidarlo y él no quería llevarlo consigo a la empresa.

—¿Nuestras comidas son distintas? —cuestionó con curiosidad al abrir la puerta de la nevera y ver cada contenedor identificado correctamente, ¿En qué momento había cocinado tanto?

—En realidad es lo mismo, no use de nada que pudiera activar su alergia en sus comidas, para evitar cualquier cosa. —Explicó con un mohín—. Si vas a pedir algo, pregunta por las especias y en caso de que algo ocurra-

—Lio, a mi me gusta mucho tu comida e hiciste suficiente como para alimentar a un ejército, ¿En serio piensas que voy a tener espacio para más comida?—Lionel sonrió, antes de dejar un beso en sus labios y tomar su bolso— . ¿A qué hora debemos estar listos?

—Tranquilo, yo lo bañaré cuando venga de regreso. No te preocupes por eso.

—Hm—Asintió levemente, el bebé se despidió de él con un beso volador y se estalló en risas cuando Lionel saltó para atraparlo con una mano antes de salir del departamento. Cuando estaba solo, Guillermo dejó al pequeño en el suelo y arrastró la caja de los juguetes al centro de la sala.

Había guardado las cosas que podrían quebrarse en su oficina y había hecho una zona para poder jugar con el pequeño, justo como lo hacía cuando Lilian estaba más pequeña y cuidaba de ella.

Al menos Ciro no le haría ir a fiestas de té con peluches ni le haría colitas tirantes, aunque...

Tomó unos mechones y sonriendo al ver lo cómico que se veía, encontró una colita y la ató en los cabellos del pequeño, con cuidado de que no fuera demasiado tirante. El pequeño trató de tomar la colita, pero no lo logró, optando entonces por escalar el regazo del mayor y tomar su mano para llevarla a su cabello.

>>Ohh, a alguien le gustan los cariñitos en el cabello—Besó su cabecita y comenzó a sacar los juguetes de la caja, en su mayoría eran objetos con luces y sonidos que lo entretuvieron durante la mañana.

Jugaron hasta la hora del almuerzo, por suerte Ciro se comió cada cosa sin dudar y tras un descanso se quedó dormido, Guillermo lo llevó a su habitación y lo colocó en el centro de la cama, rodeado de almohadas antes de salir a recoger los juguetes. que había dejado en el lugar. Aprovechó también de limpiar la mesa de la sala y dejar el lugar limpio, antes de dirigirse a la cocina y sacar su comida para almorzar.

Recibió una llamada de Lionel en el momento que estaba comiendo.

—¿Cómo va todo?

—Ciro está durmiendo, por cierto, ¿A tu hermano le gusta el vino?

—Sí, Lucho es un señor.

—¿Alguno en específico?

—¿Piensas comprarle uno?

—Si. O encontrar algo, me sentiré mal si voy y no llevo nada.

—La cangurera de Ciro está en su habitación, es más fácil llevarla ahí que en brazos. También puedes dejarlo caminar, pero así sale corriendo y es peligroso, te diría que lo llevarás en el coche, pero se me quedó en el maletero del auto de mi padre—Guillermo tarareo en respuesta, recogiendo los platos en los que había comido y llevándolos al fregadero—. Recuerda que no debes hacer muchos esfuerzos, ricitos.

RUMORES [𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍/𝐌𝐄𝐂𝐇𝐎𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora