Capítulo 22

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Cuando Guillermo despertó, estaba en una camilla de hospital.

Su primer instinto fue intentar arrancarse la intravenosa, siendo interrumpido por unas manos más pequeñas que la suyas, deteniendo sus movimientos de manera inmediata. Cuando alzó la mirada, se encontró con el rostro de una mujer. Y como una pieza que encaja con un clic, la reconoció finalmente y se relajó en su lugar, era su madre.

—Memo—Le llamó, con sus ojos brillando por las lágrimas—, despertaste.

—¿Qué... sucedió? —Preguntó notando qué incluso le habían colocado oxígeno—. Estaba con Lio... y me desmaye...

La mujer se inclina levemente, pasándole una mano por el cabello y sonriendo levemente, aliviada de que Guillermo pareciese estar bien.

La puerta de la habitación se abrió y por ella entró Lionel, que al verlo despierto corrió a su lado, por el enrojecimiento en sus párpados, parecía que había estado llorando hasta hacía unos minutos.

—Ricitos—Le llamó en voz quebrada, tomando una de sus manos, al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas—, ¿C-Cómo te sientes?

Demonios, había hecho llorar a su Lio y a su madre.

—Estoy bien—Aclaró rápidamente, enderezándose en su lugar, apretando la mano del omega—. E-En serio...

—Estaba asustado... —Gimoteo el omega, inclinando su rostro contras las manos del alfa, este giró a ver a su madre, pero ella también estaba en el mismo estado, observándolo entre lágrimas—. T-Te desmayaste y no me respondías yy... y-yo...

—No-No, de verdad estoy bien. Quizás fue... El-El nudo o algo...

—¡Luis dijo que eso fue mi culpa! —Gimió, su llanto tornándose más fuerte, justo como el de un niño.

Oh no, ¿Y ahora qué debía hacer? Su madre también lloraba desesperadamente a su lado, trató de convencerlos de que estaba bien, pero su llanto no cesaba. Por suerte, su ayuda llegó cuando la puerta se abrió unos segundos luego, su padre y el de Lionel entrando seguido del serio hermano del omega.

—Guillermo, despertaste.

—Necesitaré que me dejen solo con él—Pidió el hermano mayor de Lionel, de una manera muy educada, el omega que sostenía sus manos se negó eufóricamente, apretando sus manos—. Leo, por favor, prometo que podrás verlo luego.

—Lu-Luis...

—Vamos, Leo, deja que tu hermano revise a Guillermo, ¿Sí? Usted también, Natalia, esperemos afuera—Luego de unos segundos de convencimiento, fue dejado solo con el hermano de Lionel, que posó una carpeta que llevaba a un lado.

—Sabes que fecha es hoy?

—Era... diez de octubre en la noche, ¿Qué hora es? Ya debe ser once.

--¿Como te llamas?

—Guillermo Ochoa—Respondió, ¿Eso ya no lo sabía?

— ¿Cómo se llaman tus padres?

—Natalia Magaña y Guillermo Ochoa—Contestó, todavía confundido por sus preguntas. ¿Se había golpeado la cabeza o algo?—. ¿...Qué me pasó?

— ¿Qué es lo último que recuerdas, Guillermo?

—Lio y yo... Lio se quedó dormido, yo estaba a su lado, estaba confundido porque...

—Porque lo anudaste, me lo dijo entre llanto, sí.

—Sí, yo... sentí una punzada aquí—Se llevó una mano al pecho—. Me levanté pensando que había sido un mal movimiento que había hecho o algo, pero se volvió más fuerte mientras caminaba y... Diosa, ¿Tuve un infarto?

RUMORES [𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍/𝐌𝐄𝐂𝐇𝐎𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora