Capítulo 15.

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Al día siguiente, volví a mí departamento. No pude dormir bien por imaginar escenarios alternativos al enfrentarla. Aún no sabía si debía hacer esto solo o con compañía pero tenía un 69% que debería ir acompañado y contar mí plan.

Aún necesitaba pensar bien en qué podría hacer, cómo iba a entrar a ese lugar. Tengo una visión de como era el lugar pero tendría que pensar como luceria ahora.

Será mejor que lleve mí cuarderno e ir al hospital. Ahí podría pensar mejor con Rub a mí lado.

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Está vez, decidí ir caminado. Las frases de mis padres seguían en mí cabeza y logré caminar por las calles. Miraba siempre a mis lados pero intentaba concentrarme en la naturaleza y la arquitectura de Madrid. El aire contaminante, el ruido de los autos, las personas hablando de anda a saber qué, el reflejo del sol en los edificios. Creo que nunca había apreciado la vida, los pequeños detalles.

¿Por qué nadie se quedaba parado para admirar las plazas, de como los niños se divierten, los padres conversando entre si sobre fútbol o que harán con sus esposas el fin de semana? O ¿Del cielo y las nubes, cómo se forman las nubes y como esas cosas pueden provocar la lluvia? ¿No es algo loco?

Observe el cielo junto a las nubes y no pude evitar acordarme la vez que Rub y yo nos acostamos en el césped, decíamos que forma tenían las nubes. Luego llego, la fan, chillando por rubelangel. No me acuerdo el nombre de la fan. Espero que esté bien.

Seguí mí camino hasta que sentí unas manos agarrándome con fuerzas. Me di cuenta que un auto freno enfrente mío, me pusieron una bolsa en la cabeza y me metieron a la fuerza al auto. Sin que pudiera reaccionar.

—¡Arranca, arranca!— conozco esa voz.

El auto se movió y trató de luchar, patalee y grite, no sabía dónde estaba pero juro que le quería pegar. Me golpearon en la cabeza mientras apretaba más la bolsa, me estaba mareando pero me cubrí la cabeza. Unas garras me clavaron en las muñecas hasta que se juntaron. Me golpearon en la entrepierna, se me salieron lágrimas por ese dolor y me trate de cubrir hasta finalmente me golpearon la cabeza.

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Desperté y no podía ver nada por la bolsa. Lo último que recordaba era que ella decía que arranque, trate de moverme pero mis manos estaban atadas, y mis pies a la silla. Algo que me parecía raro, era que tenía soga alrededor de mí cuello. Solté un quejido por el dolor de los golpes. Mí cuerpo empezó a moverse, tratando de salir y mí respiración se volvió agitada. Tengo que salir de aquí.

¿Por qué mierda no pensé antes? ¿Por qué mierda no reaccioné? ¿Por qué no fui más inteligente?

Escuché unos pasos acercándose y me quedé quieto hasta que me sacaron la bolsa, volviendo a sentir el aire y mis lentes casi se caían.

—Hola, cariño. Te portaste bien en no comentarle nada a la policía.

La luz me cegaba pero luego logré verla enfrente mío. Un terror recorrió mí cuerpo y me quedé sin aire. Esto no me tendría que estar pasando.

—¿Qué más quieres de mí? ¿No hiciste suficiente?

—¡Pero si estamos en la etapa final!— su tono era ¿Alegre? Y empezó a reírse— aparte, no podría matarte luego de presentarte a unas maravillosas personas que me convirtieron en esta belleza de persona, súper ágil, inteligente, asesina, amante del ruido del disparo y como gimen del dolor mis víctimas.

Ella se aleja y pude tener una mejor visión del lugar, había una persona enfrente mío, igual que yo, en una silla y atado pero tapado. Mire a mí alrededor y note que era un sótano, las ventanitas lo decían y todo olía muy mal, que me daban ganas de vomitar, parecía olor a mierda, excremento humano.

—Te presento a...— hace ruido de tambores— Tobías Peterson.
— dicho eso, saca la frazada que tenía. Su pelo era muy largo que le llegaba a la cintura, estaba muy desnutrido que podía ver sus huesos y en todo su pecho tenía cicatrices, las ojeras eran demasiado grandes. Estaba a punto de desaparecer— saluda a nuestro invitado, Mangel, te comenté mucho sobre él.

—Hola— no tenía vida, sus ojos me pedían auxilio.

—Luego, hay más personas, tenemos dos personas más— aplaude con emoción— ahora se los traigo.

Apenas se fue, intente salir del agarre de la soga, no quería entrar en pánico ni llorar pero los recuerdos, las frases, lo tenia todo en mí cabeza. Intente e intenté pero no podía salir.

—¡Mierda!— las lágrimas salieron.

—Es inútil que lo intentes. Nosotros llevamos aquí meses y nadie nos salvó, ni pudimos salir por nuestra propia cuenta. Y con la soga en el cuello, no te muevas porque puedes morir ahorcado.

Escuché unas cadenas y como ella se reía, daba miedo. Se hizo presente en el sótano e hizo tambores como Tobías.

—Ahora es el turno de...— jalo la cadena— Antonio Peterson— a comparación de Tobías, se notaba que lo alimentaba. Apareció desnudo, en cuatro patas y su cuello estaba todo rojo por la cadena. Le faltaba dedos de las manos y de los pies. Su pelo era igual de largo que el de Tobías pero brilloso— saluda, Antonio.

—Hola, Mangel— no se atrevio a mirarme.

—Buen chico— le acaricio el pelo como si fuese un perro— ahora ¿Vas a ser un buen perro y te vas a quedar quieto?

—Si, ama.

Él se sentó en forma de indio mientras ella se fue nuevamente. Antonio se tapó el pene con sus manos y parecía que quería llorar. Estaba en shock ¿Qué es todo esto?

—Anto...

—Cállate, Tobías, todo esto es tu puta culpa.

—Trate de protegerte, hice lo posible— Tobías buscaba su mirada pero Antonio solo miraba el suelo— no iba a saber que iba a ir tras de ti.

—La misma historia, la misma excusa ¿Ahora vas a decirme que no sabías que iba a matarme por ser fanático de Rubius cuando ese era su objetivo? Por favor— el por favor lo dijo muy sarcásticamente y chasqueo la lengua.

Iba a hablar pero preferí no interrumpir la conversación familiar.

—¡Peleé con ella! Pude lograr que no te mate.

—Ahora mismo, prefiero estar muerto a qué estar viviendo esto.

—Anto...

—Hermanos Peterson— ella interrumpió y tenía a alguien en la mano que lo llevaba arrastrando, su rostro estaba tapado— quiero creer que no andan discutiendo otra vez, me tienen harta con su historia que quisiera matarlos— dejo a la persona contra la pared, cerca de Tobías y yo. Note que tenía una caja en sus manos. El silencio reino en el sótano— muy bien, Mangel, vas a amar mucho a la persona que tengo.

Le saco la bolsa. Alex.

¡Mangel!— intento acercarse pero ella le apunto con el arma. Trague saliva.

—Quieto, Alex, tengo unas palabritas para ti ¿Reconoces esa linda caja? Se lo mandaste a Mangel para que me mate— Alex comenzó a llorar— ¿Te piensas que soy estúpida? Tres veces me traicionaste, las dos veces que te mandé a matar a Rubius y luego le entregas cosas a Mangel— se agachó para quedar a su altura, aún le estaba apuntando— lo único en que me ayudaste, fue traer a Mangel a mí, gracias por adelantar el plan pero ¿Tienes algo para decirme?

—Lo siento Beatriz— ella se levantó— juro que no era mí intención— su voz se quebró— pero me costó demasiado, son mis amigos ¿Cómo se supone que...?

Recibió un disparo en la cabeza. No podía reaccionar a lo que acababa de  pasar ¿Murió mí mejor amigo? Al ver la sangre en la pared y como le volvía a disparar, solté un grito de dolor.

—ERES UNA HIJA DE PUTA— me moví junto a la silla, apoyando mis pies para caminar pero la soga me ahorcó, despacito fui retrocediendo para volver a respirar— ¿Por qué?— comencé a llorar más fuerte.

—¿Me preguntas por qué?— ella se me acercó y saco un cuchillo, acariciando mí mejilla con ella— ¿No escuchaste las palabritas que le di? Presta más atención, Mangel. No me gusta la gente que no escucha— me hizo un corte chiquito en la mejilla. Luego se me acerca al oído— bienvenido a la etapa final, guapo.

Déjanos- rubelangel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora