Capítulo 14.

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Me estaba despertando pero no abrí mis ojos, escuchaba pasos aproximándose. Abrí lentamente mis ojos, mí cabeza no podia procesar del sueño. No sabía dónde estaba. De pronto siento que alguien a mis espaldas me vuelve a tirar en la cama, sus manos estaban en mis hombros.

No podía reaccionar ¿Qué estaba pasando?

—Hola mí amor ¿Cómo estás?— solo pude emitir quejidos de mí boca, no podía hablar— gracias Rub, ya te puedes ir.

¿Mí novio? Nada más pude verlo de espaldas, no se parecía nada en él. Beatriz comenzó a sacarme la ropa, nada más podía quejarme y mirar. No entiendo porqué mí cuerpo no reaccionaba.

Toco mí cuerpo y mi respiración se aceleró. No, por favor. No me hagas nada, por favor. Vi como bajo para chupar mí pene y solté más quejidos.

—Cállate, estoy tratando de disfrutar esto— quería vomitar. Su lengua se sentía tan asquerosa y el roce sus dientes me lastimaban— ¿Te gusta, cariño?

Solté un quejido.

[...]

⭐: pesadilla del abuso. Rub ayudo a Beatriz para que Mangel este quieto.

Desperté por el sol. No soportaba tener pesadillas todas las noches, se estaba convirtiendo en un infierno y mí ansiedad no me ayudaba. Recuerdo que la psicóloga me dijo: Miguel, cada vez que sientas esa presión en el pecho, recuerda que es tu ansiedad, con solo desesperarse, eso no te ayudará en nada.

¿Quién mierda me hizo pensar que esto sería fácil?

Mire mí celular y apenas eran las 5 de la mañana, no sabía que iba a poder dormir otra vez así que me levanté de la cama y trate de darme un baño.

Busque todas mis cosas y fui al baño, hice mis necesidades mientras miraba el techo. Me saqué la ropa, suspirando de por medio y una vez que me saque todo, empecé a llorar.

—Solo, no veas tu cuerpo Mangel, mira el techo.

Abrí los grifos y puse manos bajo el agua hasta estar a la temperatura que a mí me gustaba. Me quedé viendo cómo el agua chocaba contra mis dedos, el vapor estaba por invadir mis fosas nasales. Suspiré y entre a la ducha. Lo primero que hice fue agarrar el shampoo.

Podía sentir mis agujeritos por los pelos que me arranque, le daba masaje con el shampoo como si se fuera a sanar. En la nuca tenía peor y no sabía que hacer.

¿Tan bajo estaba que no sabía ni que hacer conmigo mismo? No lo podía creer.

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—Miguel ¿Quieres contarme que hiciste esta semana para arrancar la sesión?

—No hice mucho, está semana— dije mientras me sentaba en el sillón y mire la ventana.

—¿Quieres comentarme cómo va tu ansiedad? ¿Sintió algo inusual?— cuestionó mientras agarraba el cuaderno y ya anotaba cosas. Se sentó en la silla que tenía enfrente mío.

—Está todo bien.

—Miguel, necesito que cooperes conmigo. Así no podré ayudarte si no hablas conmigo ¿Podrías hacer el intento?

Lo estoy intentado, créeme. No sabes lo que me estoy esforzando para poder contarte las cosas pero mí ansiedad hace ruido. Por ahora no puedo estar tranquilo con usted.

No sabe lo complicado que es para mí, escuchar voces en mí cabeza que no puedo confiar en usted, que me puede traicionar y tocarme en cualquier momento. Aunque no creo que quiera arruinar su reputación ¿O si? No lo sé.

Déjanos- rubelangel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora