Capítulo 12.

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Vegetta estaba en el departamento con su novio. Estaba anotando las cosas específicas que me había dicho Mangel, necesitaba ayudarlo, no podía hacer esto solo.

—Samu, amor— dijo mientras me traía un vaso de té, dejándolo en la mesa— agradezco que quieras ayudar a Mangel pero no quiero que te pase algo.

—Willy, viste como está Mangel, dijimos que lo íbamos a ayudar y no estamos haciendo nada. Los únicos que vi que tuvieran empatía fueron Luzu y Lanita que cancelaron la fecha de su boda y van a esperar que todos estén bien. Alex, no aparece. Staxx solo apareció cuatro veces para cuidar a Rub. Cheeto volvió a su pueblo para pensar. Por último, me hace mal pensar que Mangel pueda estar peleando con Beatriz y nosotros en nuestra casa jugando videojuegos.

—Samu, entiendo cómo te sientes pero él seguramente sabe que tú estás con él, eres el que más se queda en el hospital.

Baje la mirada, dejando de ver el cuaderno, yo no ayude en nada, no luego de lo de Rub— necesito contarte algo.

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—¿No te gusta que tu pene esté metido en mí vagina?— cuestionó mientras saltaba encima mío.

—Para, por favor— Beatriz se rió— basta.

No podía moverme, estaba llorando, no entendía porqué no podía moverme. Solo se me ocurrió patalear pero era casi inútil.

Me apunto con el arma— quedate quieto, amor, no me obligues a matarte ahora.

—Prefiero morir a que estar viviendo esto— mí voz demostraba miedo.

—Bien, si así lo prefieres.

Agarró el arma y me disparó en la cabeza.

Desperté sobresaltado con un dolor de cabeza. Estaba en el hospital, la puerta se abrió y entro Vegetta. Necesitaba respirar, sentía que me ahogaba. Me entró una desesperación al sentir una presión en el pecho ¿Un paro cardíaco? No es el momento, por favor. Me levanté de la silla y respire agitadamente, tratando de encontrar aire en mis pulmones.

—¿Mangel?— me miró preocupado pero no podía hablar.

Mis manos comenzaron a temblar seguido por todo mí cuerpo ¿Dónde puedo respirar? Otra presión apareció en mí pecho, sentía que me iba a morir de un infarto que no pude evitar poner mí mano en el pecho mientras retrocedía.

—¡Hey, hey! ¡Mangel!

Choque contra la pared, al ver a Vegetta como lo tenía de cerca, solo me altere más— ALÉJATE, NO ME TOQUES— cubrí mí cuerpo con mis manos, comencé a llorar. Mí cuerpo temblaba como gelatina y sudaba frío— Vegetta, me voy a morir, me va a dar un infarto.

—Mangel, Mangel, es un ataque de pánico, no te vas a morir ¿Si?— lo primero que hizo fue abrir la ventana, y se me acercó.

—NO ME HAGAS DAÑO— grité, me tape los oídos y cerré los ojos, aún mis manos temblaban. Me deslice hasta hacerme bolita. No podía recuperar el aire, no sabía que hacer, me iba a morir de un infarto.

—Mangel— cállate, cállate— Mangel, soy yo, tú amigo Vegetta, no te haría daño a ti ¿Me permitís ayudarte?

De lo mal que estaba respirando, me ahogué y comencé a toser, casi vomitando. Me atrevo a mirarlo, tenía una cara de espanto, no sabía dónde poner sus manos. Sentí otra presión.

—Vegetta— dije con dificultad, era como era en una cirugía de corazón pero sin anestesia. Era insoportable el dolor. Me tiré de los pelos tratando de sentir otro dolor que no sea ese. Nada más me hacía entrar en desesperación.

—Mangel, necesito que me escuches ¿Puedes hacer eso?

Asentí lento con la cabeza.

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⭐: Mangel tuvo una pesadilla sobre el abuso, al despertarse estaba en el hospital y sufrió un ataque de pánico por ello. Vegetta logro ayudarlo.

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—Lo siento por mí ataque, gracias por no decir nada a los doctores— tomé mí vaso con agua fría.

—No te preocupes, sabes que voy a estar para ti.

—Creo que has sido el único que está para mí— deseaba que los chicos vuelvan pero tampoco quiero decir mucho porque tienen que seguir viviendo sus vidas.

—¿Te puedo preguntar algo?

Lo mire, él estaba enfrente a Rub, su mirada fija estaba sobre su rostro. Acomode mis lentes y suspiré. Había quedado con la amargura de mí ansiedad.

—¿Qué pasó?— me di leve masajes en el pecho.

—¿Por qué estás haciendo todo solo? Ya no es bueno que te acerques a Bea...

—Ni se te ocurra decir el nombre— lo interrumpí— hago todo esto para que nadie más resulte herido.

—¿Y tú?— me mira— mírate, ya nadie se puede acercar a ti por lo sucedido.

—Tal vez es mí culpa— vi que abrió la boca para hablar pero no lo deje— la cosa es simple, no sortaria que esa les haga algo. Ya tengo a mí novio en el hospital y no quiero que ustedes terminen igual.

—Te dije que yo tampoco soportaría tener a otro de mis amigos en el hospital o sufriendo. Te quiero ayudar en todo lo que sea posible.

—Vegetta, no— di otro sorbo de agua y lo deje en la mesita— prefiero recibir yo el disparó a que alguno de ustedes.

—¿A qué te refieres?— por su voz, se notó que se asustó.

—Quiero recibir el daño, ninguno de ustedes, ni Rub va a recibir el disparo, si esa quiere hacer algo, que me lo haga solo a mí. Ustedes van a estar a salvo. Si es necesario, que me mate para terminar con todo esto.

—Pero ¡No quiero que recibas ese disparó!— se ve que lo que dije lo hizo enojar— ¡Ahora ni podes salir a la calle!

—¡Bueno pero me estoy preparando mentalmente para volver a enfrentarla, tengo que hacerlo solo por ustedes!

—¡¿Pero qué dices, Mangel? No tienes que enfrentar a Beatriz solo!

—QUE NO DIGAS SU PUTO NOMBRE, LO ÚNICO QUE TENGO EN LA CABEZA CON SU NOMBRE ES BEATRIZ ME VIOLÓ, BEATRIZ ME VIOLÓ— puse mis manos en mí cabeza, como si me fuera a calmar— HACE UNA PUTA COSA BIEN Y NO DIGAS SU NOMBRE, ENCIMA LA HIJA DE PUTA ME AMENAZA CON QUE LE HARA ALGO A MI NOVIO— suspiré— ¡Y yo de estúpido me lo creo!— mis ojos se cristalizaron.

Vegetta volvió a bajar la mirada— de hecho, si...— dice bajito pero no tanto para que lo escuché.

—Me dices que...¿Está vez pasó algo?— me miró y con eso me dijo todo— ¿Quién fue? ¿Quién no lo cuido bien?— no aparto la vista— ah.

—Mangel, te juro que no fue mí intensión, yo...

—ERES UN HIJO DE PUTA— suspiré y mire a Rub, me di cuenta que me estaba pasando— lo siento Rub, estuve gritando— solté un quejido del estrés, enojo, tristeza, no sabía que sentir. Quería explotar. Me fui a la puerta.

—Mangel, yo...

—No me toques— dije cuando se acercó— déjame en paz— me fui de la habitación. Intentando no dar un portazo.

Que mentiroso de mierda que soy. No quiero morir por culpa de esa. Tenía muchísimo miedo. Encima me pase con Vegetta, no era su culpa que esté está loca suelta. Y simplemente oculté mí miedo con enojo. Dios. Trate de olvidarme el abuso y ponerme firme.

¿Qué es lo que quiere el destino para mí?

Déjanos- rubelangel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora