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Once Upon a Time
Agatha despertó con un ligero mareo, parpadeando para despejar la visión borrosa. Lo primero que notó fue la suave brisa cálida y el aroma embriagador de flores exóticas que flotaba en el aire. Al abrir completamente los ojos, se dio cuenta de que ya no estaba en el Night Raven College.
Se encontraba en un palacio magnífico, sus muros de mármol blanco resplandecían bajo el sol del desierto. Estaba sentada en un jardín exuberante, rodeada de fuentes cristalinas y plantas de colores vibrantes que no reconocía. El suelo, cubierto por una alfombra persa de intrincados diseños, se extendía hasta un pabellón sombreado donde columnas doradas sostenían un techo de seda.
Agatha miró hacia abajo y notó que llevaba un vestido blanco largo, hecho de una tela tan ligera que apenas sentía su peso sobre la piel. El vestido se movía suavemente con la brisa, dándole una apariencia etérea. Se llevó una mano a la cabeza, todavía algo aturdida, tratando de recordar cómo había llegado hasta allí.
Mientras observaba el entorno con fascinación, escuchó el murmullo lejano de voces, seguido por el canto melodioso de pájaros que no había oído nunca antes. Un camino de piedras blancas se extendía desde el jardín hasta el interior del palacio, invitándola a explorar.
Confundida y un poco nerviosa, Agatha se levantó lentamente, sus pies descalzos haciendo contacto con la frescura de la alfombra. Miró a su alrededor, buscando alguna señal de que esto fuera un sueño o una ilusión, pero todo parecía demasiado real.
-¿Dónde estoy?- Se preguntó en voz alta, aunque no esperaba una respuesta- Agh ¿Otro sueño?-
Agatha caminaba por el jardín, sus pies descalzos apenas haciendo ruido sobre las piedras blancas. A medida que avanzaba, notó una figura alta y delgada parada cerca de una fuente adornada. La figura llevaba una túnica roja y negra, y un turbante con una pluma de color oscuro que se alzaba imponente. Agatha reconoció al instante al hombre ante ella: Jafar, el hechicero de las arenas.
El hechicero la miró con una sonrisa enigmática, sus ojos brillando con una astucia que la hizo detenerse en seco.
-Bienvenida, Agatha- Dijo Jafar, su voz profunda y melodiosa resonando en el jardín- Veo que finalmente has despertado-
Agatha lo observó cautelosa, sus ojos entrecerrados en señal de desconfianza.
-¿Dónde estoy?- Preguntó, su voz firme aunque internamente sentía una mezcla de confusión y aprensión-¿Y por qué estoy aquí?-
Jafar dio un paso hacia ella, sus movimientos elegantes y calculados.
-Estás en mi palacio, en el corazón del desierto - Respondió- He querido conocerte en persona, la legendaria princesa de los villanos. Tu reputación te precede, Agatha-
