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Once Upon a Time
Eran altas horas de la noche y el Mostro Lounge había disminuido su bullicio, sumergiéndose en un tranquilo silencio. En su nueva habitación, Agatha estaba sentada frente al tocador. Llevaba un camisón largo negro, elegante y sofisticado, que acentuaba su figura de manera sutil. Sus largos rizos azabache caían en cascada mientras se cepillaba el cabello, cada movimiento lento y metódico.
Estaba profundamente pensativa. Solo quedaba un día para que el contrato con Azul terminara, y si su plan no funcionaba, se convertiría definitivamente en su propiedad. Este pensamiento la inquietaba, pero lo que realmente le daba vueltas en la mente era el comportamiento de Azul. Había notado una actitud curiosa en él, una especie de desesperación por su atención y su sonrisa, como si nadie nunca le hubiera hecho un simple cumplido. Esto la hacía sentir una mezcla de compasión y preocupación por él.
Mientras continuaba cepillando su cabello, la puerta de la habitación se abrió lentamente y Azul entró, su presencia suave pero notoria en el ambiente tranquilo. Llevaba algo en sus manos, un pequeño paquete elegantemente envuelto. Agatha giró en su silla para mirarlo, una ceja arqueada en señal de curiosidad.
Azul se acercó con una sonrisa tímida y le ofreció el paquete.
-Querida, quería darte esto- Dijo, su voz suave y un poco nerviosa-
Agatha tomó el paquete y lo desató con cuidado. Al abrirlo, encontró un hermoso collar de oro con una delicada caracola colgando como un amuleto. Sus ojos se agrandaron en sorpresa y admiración.
-Es hermoso, Azul- Dijo, levantando la vista para mirarlo-¿Por qué me lo das?-
Azul se sonrojó ligeramente y apartó la mirada por un momento antes de responder.
-Quería darte algo especial, algo que te recuerde el mar y esta experiencia. Y también... para agradecerte. Por hacerme sentir... El hombre más especial del mundo-
Agatha se levantó y se acercó a él, sus ojos buscando los suyos.
-¿Enserio?"-
Azul suspiró, su fachada de confianza resquebrajándose un poco.
-Nadie antes me ha tratado como tú lo has hecho, Agatha. No solo como un negociador o un rival, sino como alguien... digno de cariño-
Goteo
Goteo
Goteo
Agatha sonrió suavemente y, sin pensarlo mucho, se inclinó y le dio un suave beso en la mejilla.
-Gracias, Azul. Este collar significa mucho para mí. Y quiero que sepas que, pase lo que pase, siempre recordaré esto-
Azul asintió, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y algo más profundo, quizás una chispa de esperanza.
