14.- Inseguridades

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 785.


14.- Inseguridades

Nath llegó pronto a la cafetería en la que habían quedado, se acomodó en una de las mesas del fondo, alejado de las ventanas, a pesar de que allí la iluminación era peor. No era que le avergonzase que le pudieran ver con Marc, pero sabía que Chloé se movía por aquella zona a menudo y no tenía ganas de oír sus estupideces. Pidió un batido y abrió el cuaderno para abocetar alguna cosa mientras esperaba. Para cuando Marc llegó casi había acabado con aquella escena de lucha.

—Guau, está genial.

»No llego tarde, ¿verdad? —musitó reprimiendo la necesidad de comprobar la hora en la pantalla del móvil.

—No, he llegado pronto. Mis padres estaban discutiendo y no tenía ganas de escucharlos.

Marc se sentó frente a él con expresión preocupada. Dejó sobre la mesa el cuaderno del que sobresalían las páginas que Nathaniel había arrancado, otro cuaderno y un estuche.

—¿Quieres hablar de eso?

Disintió y guardó silencio cuando la camarera dejó le pedido de Marc sobre la mesa. Sus problemas en casa no eran una de las cosas que quería compartir con un desconocido, bastante le había costado compartirlo con Alix a pesar de ser su mejor amiga.

—No es nada —musitó. Evitó mirar las páginas que sobresalían como si le estuvieran acusando por lo que les había hecho—. ¿Se te ha ocurrido algo?

—¡Tengo un montón de ideas! —exclamó orgulloso, abrió el segundo cuaderno y le mostró la transcripción de las cosas que no encajaban. Nath sujetó el cuaderno para leerlo—. Si algo no te gusta puedo cambiarlo o pensar juntos en otra cosa.

—Ladybug no le devuelve los poderes ¿por qué siempre los ha tenido?

—Es ficción, ¿no? ¿Y si hubiera gente que tiene poderes sin depender de un prodigio? Una vez que saben que los tienen pueden volver a activarlos.

Nath le miró con curiosidad y Marc le sonrió de oreja a oreja.

—Al ser akumatizado sus poderes se despertaron y ahora puede ser Le Dessinateur siempre que lo desee.

—Es... una buena idea. No se me había ocurrido.

—También pensé que podría tener esos poderes, saberlo y ocultarlo, pero una vez que le akumatizan ya no tiene ningún motivo para seguir escondiéndose.

—No, lo que has escrito es perfecto.

Leyó el resto de cosas sorprendiéndose de cómo había logrado que todo el caos que había ido arrastrando tuviese sentido. La mayoría de las ideas eran simples, por eso no entendía cómo no se le había ocurrido antes. Tal vez había intentado hacerlo todo demasiado enrevesado.

—He escrito un poco sobre la trama, puedes quedarte el cuaderno y apuntar si quieres cambiar algo. Ya me lo devolverás en el insti.

—Marc, ¿por qué quieres hacer esto conmigo?

—Me gusta escribir —contestó encogiéndose de hombros—. Me gustan tus dibujos. Escribía sobre ellos, ¿por qué no iba a querer hacer esto contigo?

—Porque soy un idiota y te traté fatal.

La suave risita de Marc le hizo fruncir el ceño. Al final sí que iba a estar burlándose de él. De mal humor le observó remover el batido con la cañita, sus ojos verdes eran enormes.

—Veo que no soy el único inseguro. Ya te has disculpado y ya te he dicho que no pasa nada. Quiero hacer esto de verdad.

»Llevaba tiempo queriendo hablar contigo, pero no me atrevía a acercarme a ti —explicó, su expresión cambió por completo. A Nath le preocupó verle tan abatido de repente—. Tuve que irme del anterior instituto. Alguien empezó un rumor y fue creciendo más y más, intenté que no me afectase, pero llegó un momento en el que lo único que podía oír eran los susurros, cuchicheos y risitas a mi paso.

»Se volvió insostenible, no me atrevía ni a salir de casa. Cuando llegué aquí y escuché el primer comentario desagradable sobre el maquillaje perdí la fuerza para acercarme a alguien.

—¿Fue Chloé?

Marc alzó la mirada, cada vez que sus ojos se encontraban se sentía extraño, como si pudieran atravesarle y leerle el alma.

—No. Fue un chico del último curso.

—¿Por qué no dejas de maquillarte si hace que se metan contigo? —fue una pregunta inocente, pero tras formularla se dio cuenta de que no era lo mejor que podría haber dicho.

—Me gusta el maquillaje ¿por qué tengo que dejar de hacer algo que me gusta porque la gente sea idiota? —contestó, no sonó enfadado, sólo triste—. Acabarían encontrando otra cosa con la que meterse conmigo. Al final ¿qué tendría que hacer? ¿dejar de ser yo mismo? ¿volverme invisible?

»No quiero seguir esquivando y huyendo. Voy a ser yo sin que me importe nada más.

Tenía razón. Era valiente. Él debería hacer lo mismo.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Con este lo dejo por hoy. Necesitaba un capítulo sobre las inseguridades para sentar la base de algunas de las cosas que pasarán más adelante.
Nos leemos.


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