29.- Tinta y colores

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 750.


29.- Tinta y colores

Llevaban semanas trabajando juntos. Pasando todas las horas posibles pegado el uno al otro. Se turnaban en la casa de Marc y la de Alix, a veces trabajaban en la clase de arte. Ambos se estaban esforzando al máximo. Y seguro que tanto esfuerzo valdría la pena.

Aquella tarde tocaba refugiarse en casa de Marc. A Nath le encantaba estar allí, se sentía a gusto y bien acogido, además, siempre había tarta para merendar.

Marc no tenía mesa de dibujo, pero con el paso de los días había logrado adaptarse al espacio y sentirse cómodo trabajando en él. Los botes de pintura acrílica estaba ordenador por gamas de colores. Nath acomodó la página en la que estaba trabajando y seleccionó los colores que iba a necesitar para mezclarlos. Era metódico y a Marc le fascinaba la facilidad con la que juntando dos o tres colores sacaba otro impresionante.

Él ya había acabado de poner los textos con el ordenador en las páginas definitivas y acabadas. ¿Qué iba a hacer mientras Nath trabajaba? ¿Observarle? Debería trabajar también, podía empezar a pensar en el desarrollo del siguiente número, ya tenía la idea más o menos establecida, sólo había que hacerla encajar.

Nath hurgó en su carpeta y le dejó la última página entintada en el pequeño espacio de escritorio que ocupaba. Sólo era la línea, no había negros. Parpadeó y le miró confundido.

—¿Puedes pintar de negro las formas marcadas con una equis?

Marc miró con terror la página de cómic entintada y después a Nath. Sacudió la cabeza negando enérgicamente.

—¿Y si me equivoco?

Nath tomó un rotulador negro, lo puso en su mano y le hizo cerrarla. Se inclinó y le besó en los labios, ya no eran besos inocentes, hacía días que la torpeza y la inocencia habían empezado a evaporarse, pero seguían siendo igual de dulces y eso le hacía sonreír siempre.

—Lo harás bien. Si te equivocas ya lo corregiré, con la pintura acrílica quedará tapado y si no cuando lo digitalice.

»No te preocupes tanto. Confío en ti.

Por mucho que confiase en él tenía miedo de arruinar tantas horas de trabajo pintando lo que no debía.

—Marc, vas a hacerlo genial. Tranquilo.

Retiró la mano y se atrevió a destapar el rotulador. Poniendo un folio en blanco entre su piel y el papel se fijó en la primera viñeta. Se concentró en las pequeñas formas realizadas con lápiz azul con varias equis en su interior. Dibujó el contorno con pulso más firme de lo esperado y rellenó el interior. Miró de reojo a Nath que le estaba mirando con una sonrisa orgullosa en los labios.

—¿Lo ves? Lo has hecho genial —declaró y volvió a besarle en los labios—. Te contrato como mi ayudante a tiempo completo.

—¿Qué pasa con Alix?

—La despedí ayer —bromeó. Alix era quien siempre le ayudaba con la parte gráfica—. Está demasiado ocupada con su propio proyecto.

Por eso estaba él haciendo aquello en vez de escribiendo los textos para el próximo número.

—¿Crees que lo acabaremos esta semana? —preguntó concentrado en otra de aquellas formas azules marcadas con una equis.

—Nos quedan tres páginas por entintar y cuatro para dar color —declaró mezclando las pinturas acrílicas para lograr un tono más oscuro para el fondo—. Hoy es jueves, si conseguimos acabar una página por día... el domingo debería de estar listo.

»En casa le pediré a Alix que me eche una mano.

En casa. A Marc le dolía porque estaba refugiado en casa de Alix, pero se alegraba de que tuviese un lugar al que llamar casa.

—Marc.

—¿Qué?

—Gracias por estar conmigo.

Se giró, el tacto frío y viscoso de la pintura que manchaba la punta del pincel resbaló por su mejilla.

—¡Nath!

—¡Por fin! —exclamó orgulloso. A Marc le desconcertó que estuviera tan contento habiéndole hecho enfadar. Se frotó la mejilla con el ceño fruncido—. He conseguido mimetizar el tono verde de tus ojos.

Se miró los dedos manchados de pintura acrílica y después a Nath como si fuera la primera vez que le veía.

Nath le limpio la mejilla y los dedos con una toallita húmeda. Le sonrió con inocencia y señaló la página en la que Marc estaba pintando los negros.

—Sigamos. Tú la tinta y yo los colores. Tenemos mucho trabajo que hacer.

Marc puso los ojos en blanco, pero rió. Le quería, aunque estuviera loco de remate y celebrase copiar colores para después mandarle a trabajar como si nada.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Y hemos llegado al penúltimo capítulo. Puede que añada un capítulo extra al final, aún estoy pensando en ello.
Nos leemos.


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