06.- Mal

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 635.


06.- Mal

Estaba mal. Todo estaba jodidamente mal con aquella historia. ¿Por qué no podía escribir nada coherente? ¿Por qué aquel proyecto se estaba desmoronando por segundos? Cada vez le veía más y más fallos.

Soltó un gruñido frustrado y lanzó los folios en los que intentaba cuadrar la trama por los aires. Cómo podía ser todo tan complicado. Por qué de repente nada encajaba de ninguna de las maneras. Ojalá diese con las respuestas y soluciones para aquel desastre o apareciese alguien que pudiera ayudarle mágicamente.

Encendió el ordenador. Tal vez Alix tenía razón, a lo mejor si leía el Ladyblog se inspiraba. Alya había subido un nuevo vídeo, le dio al play y esperó a que cargase.

Un plano corto del rostro de Alya llenó la pantalla.

—Parece que M. Pigeon vuelve a la carga. Chat Noir le está conteniendo, ¿cuánto tardará nuestra Ladybug en llegar?

La imagen cambió para enforcar a Chat Noir saltando de farola en farola esquivando palomas convertidas en proyectiles. A veces sentía que odiaba a aquel héroe por poder estar siempre cerca de Ladybug. Ella llegó con su lucky charm ya entre las manos, un ovillo de lana rojo y negro.

Era tan bonita, se la veía tan llena de confianza en sí misma. Era muy diferente de Marinette, porque, aunque Marinette era bonita, no tenía aquel aura de seguridad envolviéndola.

El ovillo se convirtió en una red improvisada, M. Pigeon y sus palomas-proyectiles quedaron atrapados en ella.

Era extraordinaria.

Siempre tenía solución. Siempre lo solucionaba todo. Ojalá se fijase en él. Ojalá aquella fantasía de un amor correspondido se convirtiera en realidad.

—Nath. —La voz de su madre precedió a la apertura de la puerta, minimizó el Ladyblog—. Es hora de cenar, sigue después con los deberes.

—Mamá, no tengo hambre.

La mujer se adentró en el cuarto y se sentó sobre la cama llena de papeles, miró uno de los bocetos con aquella media sonrisa de orgullo. A Nathaniel le daba rabia nunca mostrase abiertamente que le gustaba lo que hacía, aunque entendía que era un modo de evitar discusiones con su padre quien no estaba nada de acuerdo con eso de dibujar.

—¿Te preocupa algo?

—No, mamá.

—Sabes que puedes contarme cualquier cosa que te preocupe.

Le habría gustado que fuese cierto, pero si le explicaba que estaba atascado con un guión para un cómic sabía qué respuesta obtendría y no quería oír el enésimo «no hablemos de eso, tu padre se enfadará». A veces quería chillar y decir que quería poder hacer lo que quisiera sin ser juzgado como si fuera un fracasado o una cosa rara. Pero no podía y por eso todo estaba mal.

—Lo sé —contestó apagando la pantalla del ordenador—. No me pasa nada.

—Vamos a cenar entonces.

Nathaniel suspiró y se levantó de la silla. Tomó la mano que su madre le ofrecía y bajaron juntos las escaleras. Su padre alzó la mirada de la pantalla de su teléfono móvil al oírles entrar en la cocina, les analizó con aquella seriedad que, a veces, hacía que Nathaniel se estremeciera.

—Por fin nos honras con tu presencia, Nathaniel.

—Clovis, estaba haciendo los deberes y ha perdido la noción del tiempo —musitó la mujer acariciando los hombros de su hijo—. Se está esforzando mucho con sus estudios.

—Muy bien, siéntate. Vamos a cenar.

Ocupó su silla, se esforzó por comer e ignorar aquel ambiente cargado de tensión, aquel ambiente que estaba tan mal. Con el tiempo se había convertido en un experto en fingir que todo estaba bien, que vivir con la eterna presión de que tu padre jamás fuese a apoyarte en lo que deseabas hacer en la vida no le pesaba lo más mínimo.

Ojalá en su casa le apoyasen como lo hacían los padres de sus amigos.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Tras una pequeña pausa vuelvo a la carga. Ya sabéis que me gusta poner en contraste las vidas de los personajes. Como los padres de Nath y Marc no salen en el canon me he tomado la libertad de darles la forma que necesito para esta historia.
Nos leemos.


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