27.- Seguro

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 852.


27.- Seguro

Nath no contestó a ninguno de sus mensajes, cuando le llamaba saltaba directamente el buzón de voz y tampoco logró verle a primera hora. Estaba preocupado por la reacción de su padre ante su pequeña rebelión. Podría haberle escrito a Alix, tal vez ella hubiera podido hablar con él. Lo cierto es que no se le había ocurrido a tiempo.

Le llamaron la atención por no concentrarse en clase. Se esforzó en concentrarse o al menos en fingir que lo hacía mientras lanzaba miradas furtivas al reloj. Cuando por fin el timbre que anunciaba el descanso sonó, Marc, saltó de la silla y salió del aula dejando todas sus cosas allí. Normalmente lo llevaba todo con él, pero en ese momento no le importaban lo más mínimo sus trastos.

En seguida estuvo junto a la puerta del aula de Nath y Alix, ignoró a la gente que salía. Quería asomarse y ver si Nath estaba allí. Si no estaba hablaría con Alix. Estaba preocupado, ¿cómo podría no estarlo?

—¡Ey, Marc! —Alix enredó el brazo con el suyo y le hizo girar un par de veces hasta que se topó de cara con Nath.

Se soltó de ella y, un poco mareado, le echó los brazos al cuello para abrazarle. Estaba tan preocupado que el verle allí de pie le había dejado sin fuerzas. Las manos de Nath rodearon su cintura, le pegó a su cuerpo tanto como pudo y suspiró aliviado porque Marc no le odiaba a causa de su padre, seguía allí a su lado.

—Te he enviado mensajes —musitó, quería sonar enfadado, pero el tono lloroso le hizo perder toda la credibilidad—. Pensaba que te había pasado algo. Estaba muy preocupado.

—Lo siento, mi móvil está muerto.

—¿Estás bien? ¿De verdad estás bien?

—No quiero interrumpir este momento tan... azucarado, pero es mejor que salgamos de en medio o nos llamarán la atención.

El estrecho abrazo quedó roto, siguieron a Alix hasta el banco de siempre y se sentaron tan cerca el uno del otro que sus muslos se rozaron. Ella se quedó de pie, no tenía muchas ganas de hacerle de aguanta velas, pero estaba esperando a que el caos se desatase e iba a estar allí por si Nath necesitaba su apoyo.

—¿Qué pasó cuando volviste a casa?

—Mi padre estaba furioso, me estaba esperando.

Marc le miró y Alix se dio cuenta de que acababa de notar lo que no encajaba en el aspecto de Nath. Se quedó quieta mientras le apartaba el pelo de la cara y ahogaba una exclamación al ver su mejilla inflamada y los pequeños moratones allí donde las yemas de los dedos de su padre habían golpeado con fuerza. La mano de Nath apartó con cuidado la de Marc y volvió a dejarse caer el pelo para tapar aquel desastre.

—Pensaba que sería peor —declaró tratando de quitarle hierro al asunto.

—¡Te ha pegado! —exclamó en un susurro. Estaba enfadado.

—Estoy bien. Unos gritos, una bofetada y ya está.

—¿Y ya está? —soltó Alix—. Diría que a esa historia le faltan muchos detalles, Nath.

Bufó molesto, no quería hablar de eso en aquel momento, pero no tenía escapatoria ahora que había abierto la boca.

—Me ha castigo de por vida. Del insti a casa y de casa al insti. Le dije que no y me encerré en mi cuarto.

—Pero... no puede hacer eso.

—Ya, casi tira la puerta abajo para seguir gritándome —continuó y se encogió de hombros—. Entonces llegó mi madre e hizo algo que nunca me imaginé que pudiera hacer, le plantó cara y me defendió.

»Hubo una gran bronca y nos fuimos de casa.

—¿A dónde?

—A mi casa —le contestó Alix—. Y créeme cuando te digo que dormir con este idiota no es, precisamente, el sueño de mi vida.

—No me estás ayudando.

Ella movió la mano en el aire con gesto teatral y sonrió.

—Si está bien para protestar es que estás bien para seguir hablando con tu amorcito. Os dejo.

—Es idiota.

—Se preocupa por ti —replicó riendo—. Y te quiere.

Él también la quería, era su familia, daba igual que no compartieran lazos sanguíneos. Lo era.

—Aunque me defendió, cuando salimos de casa me preguntó por qué le había provocado —continuó, aunque Marc no le había preguntado nada—. Creyó que era por el dibujo, mi padre odia que dibuje, es un tabú en casa. Le dije la verdad. Le hablé de ti y de que estamos juntos.

»No le ha gustado, pero al menos no ha reaccionado como él.

—Lo siento.

—Dice que estoy confundido, que es porque he encontrado a alguien con quien trabajar. Pero no es así.

»Creo que es la primera vez en mi vida que estoy tan seguro de algo, Marc.

Marc le sujetó la mano entre las suyas y la apretó con fuerza. Oírle decir eso le hacía muy feliz.

—Si necesitas espacio hasta que las cosas se calmen, puedes pedirlo

—Ni se te ocurra. Te quiero a mi lado.

Le abrazó con fuerza. Si le quería a su lado estaría allí. Siempre.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Y ya sabemos cómo acabó la bronca padre-hijo.
Nos leemos.


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