capitulo 4

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No llores.

Volví a la cocina a seguir preparando mi kiwi y después volví a la sala donde se encontraba aquel chico dormido. Traté de hacer el menor ruido posible. Fui hacia mi habitación para traer mi computadora y buscar algunos poemas, así todo sería más fácil. Volví a la mesita de la sala y me senté en el piso. Encendí mi computadora y encontré algunos poemas, los anoté lo más rápido que pude. Volteé a ver a James, él suspiraba cada que exhalaba. Me acerqué para admirar cada parte de su rostro, nunca volveré a tener la oportunidad de verlo tan cerca. Tenía unas largas pestañas y algunos lunares en su rostro, sus labios eran rosados y finamente delineados. Sin pensarlo me acerqué lentamente a ellos, cerré mis ojos y deposité un cortito beso... no los moví, solo los presioné a ellos. James era realmente lindo. Los despegué y noté que él seguía dormido justo como hace unos segundos se encontraba.
Sorprendida me alejé de él un momento para recapacitar de la tontería que había hecho. Posiblemente si él se entera algún día de lo que yo acabo de hacer, no querrá hablarme nunca más. Volví a sentarme para seguir con los poemas y actuar como si nada hubiera pasado hace unos momentos. Luego de una larga media hora él por fin despertó. Los nervios me estaban comiendo viva por dentro.

-Te quedaste dormido –sonreí.
-¿Ay enserio? No me había dado cuenta –dijo rodando los ojos-. ¿Avanzaste con los poemas?
-Sí –suspiré-. Encontré varios poemas con la ayuda de la computadora.
-Está bien, los anotaré. Mientras anota el mío de la vez pasada.
-Bien... -tomé su libreta-. Mmm ¿James?
-¿Qué?
-¿Te gustaría quedarte a cenar?
-No, gracias.
-Bueno, está bien no te preocupes.
-No tengo por qué preocuparme aún así.

Suspiré notoriamente. Definitivamente él no me perdonaría el hecho de haberlo besado. Nunca se lo diría, sería ese pequeño secreto que él no sabrá en toda su vida. Mi teléfono sonó y me paré al instante, tratando de ignorar el comportamiento de James hace unos momentos.

-¿Hola? –Contesté.
-¡Hija! –Era mi madre-. ¿Cómo te la estas pasando allá?
-Es difícil, pero me acostumbraré ¿Cómo están por allá? ¿No deberían de estar dormidos?
-Sí, pero cuando nosotros estamos despiertos tú estás dormida así que... decidimos poner el despertador –sonreí-. ¿Ya tienes amigos? –Recordé a James.
-No, conocí a un chico pero no creo que sea mi amigo –Miré a Jamesy el rio- igual... me agrada.
-Me alegra, ya quiero verte de nuevo... te extrañamos.
-Yo también los extraño mucho.

Miré a James, el estaba tirando de la manija de la puerta para irse.

-Mamá tengo que irme, hablamos después besos –colgué.

Abrí la puerta rápidamente y lo alcancé.

-¡Hey espera! –el se detuvo-. ¿Por qué te vas?
-Ya anoté lo que tenía que anotar ¿Por qué tengo que quedarme?
-Oh... esta-está bien –titubeé-. Pensé que bromeabas y si te quedarías a cenar.
-Te dije claramente que no me quedaría.
-Por favor James, no quiero estar sola.
-¿Acaso no tienes alguna amiga a quién llamarle? ¿Tan sola estas? No es mi culpa que no tengas a nadie, en realidad no es mi culpa que seas una antisocial.

Sus palabras me habían llegado directamente al corazón. Me quedé quieta un momento tratando de no soltar el nudo en la garganta que tenía. Mis ojos comenzaron a aguarse y mi barbilla se hundía, el rostro de James cambió totalmente a uno serio. Di la media vuelta para entrar de nuevo a casa, no quería verlo. Él tomó de mi muñeca para lo cual me zafé inmediatamente, mi rostro ya estaba cubierto por las lágrimas.

-Sí, ya sé que estoy sola pero no hace falta que lo repitas.
-Perdón yo... no llores. Grítame o insúltame pero no llores, no soporto ver a alguien llorar.
-No me verás, tu ya te largarás de aquí ¡Vete!
-Bien, pero ¿Sabes algo? Llorando no resuelves nada.

Él dio la media vuelta y se fue. ¿Y yo? Bueno... yo me quedé en medio de la banqueta sollozando deseando que las palabras de James no me hayan dolido, pero era todo lo contrario. Yo solamente quería agradarle ¿Por qué se comportaba así conmigo? Hace unos momentos no había estado tan grosero, se había comportado... normal. Mañana estaría distante a él. Entre a casa y me dirigí hasta mi habitación, me tiré en la cama boca abajo y mis lágrimas no paraban de salir ¿Qué le costaba ser amable por un momento? Solo me causaba un mal día. Aún recordaba ese beso el cual le di, ahora estaba tan arrepentida. Algo me decía que no quería dejar de verlo, a pesar de que él me tratara de esa manera, me sentía cómoda al estar con él.

-

Llegué a la escuela y lo vi ahí... sentado justamente donde ayer lo encontré. Me miró por unos instantes y rodó los ojos, decidí ignorarlo. Me senté en una de las bancas que estaban afuera y saqué un libro mientras comenzaban las clases. La misma chica que le gritaba a James hace unos días se sentó a su lado y James la abrazó por los hombros, mi estomago comenzó a revolverse sin ninguna razón. Apreté los puños y cerré mi libro ¿Ahora tengo que ser una chica que enseñe todo para que me trate bien? Al demonio con James. Volví a mi libro y estúpidamente levanté mi rostro para verlo pero me arrepentí, realmente lo hice. Ella lo tomaba por el cuello mientras lo besaba frenéticamente, esos labios los cuales yo besé el día de ayer. Me levanté molesta de donde estaba y me dirigí a otra mesa algo alejada de ese lugar, pero aun visible para mis ojos.
Observé que James se levantó agitado y de nuevo volvían a discutir. Se veía realmente molesto y ella reía ante el comportamiento de él.

-¡¿Por qué?! –Gritó, mientras tomaba su mochila y entraba a la escuela.

La chica sin importarle volvió hacia donde estaban sus amigas. Rodé los ojos y guardé mi libro, quería saber cómo estaba James, pero no... esta vez no me preocuparía por él ya que no me necesita en su vida. Tomé mis cosas y de nuevo entré a clase de literatura como siempre. Me senté a su lado sin decir absolutamente ninguna palabra. Su ceño estaba más fruncido como de costumbre y me carcomía saber cómo estaba. Pensaba si hablarle o no, la opción por querer hablarle aumentaban rápidamente en mis oídos. Maldición, se está convirtiendo en mi punto débil. 

Through the dark ✓©® Ganadora Watts 2005Donde viven las historias. Descúbrelo ahora