capitulo 5

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Adiós orgullo.

Continuaba sin moverme desde el lugar en donde estaba. Él como siempre ignorándome, no sé por qué no me sorprende. El profesor anotaba varias cosas en el pizarrón y yo solamente estaba ida en mis pensamientos ¿Sería bueno hablarle? No, definitivamente no. Volteaba de re-ojo y él estaba como si no pasara nada en su vida, aunque prácticamente así era, yo solo era la única estúpida que se preocupaba por lo que sea que él y yo fuéramos.
Las horas iban pasando y yo quería que al menos notara mi presencia, pero no... creo que pido demasiado. Por más qué lo miraba fijamente no hacía notar ninguna señal de que supiera que lo observaba. Arranqué intencionalmente una hoja de mi cuaderno y la arrugue haciendo parecer que me había equivocado, pero ¿Adivinen qué? No movió ni un maldito miserable y tonto musculo. Bufé hacia mis adentros y seguí anotando de nuevo lo que estaba en el pizarrón, realmente me notaba alterada. Desesperada me puse de pie y me dirigí hacia el profesor, con una cara realmente larga y molesta.

-¿Puedo ir al baño? –pregunté.
-No creo que...
-Tengo a Andrés el de cada mes, sea comprensible.
-Oh... entiendo, vaya señorita.
-Gracias.

Abrí rápidamente la puerta y fui directo hacia el baño, no tenía a Andrés por si están con la duda. Caminé derecho por los pasillos sin saber a dónde estos me dirigían hasta que por fin divise aquellos pequeños dibujos que diferencian el baño del hombre y el de la mujer. Entré, en él se encontraba aquella flacucha de cabello largo, piernas largas y chica de rostro bonito, se estaba aplicando su asqueroso maquillaje en todos sus ojos así como también pintaba sus usados labios de color fucsia. Me miró por varios segundos de arriba hacia abajo, no sé si sabía quién era yo pero yo sabía perfectamente quién era ella.

-Con permiso –dijo mientras sonreía de lado.
-Sí –me limité a contestar.

Me quedé encerrada en el baño más de lo necesario. En cuanto escuché que las primeras clases habían terminado salí como si nada había pasado. Fui hasta el salón –en el cual ya no había nadie- y recogí mi mochila sigilosamente. Caminé directo hasta la cafetería, tomé más pan que cualquier otra cosa saludable acompañado con soda. Al terminar miré las mesas para tratar de encontrar una mesa sola, ya que no me sentaría con cualquier desconocido. Lo vi ahí... tan solito. Apreté fuertemente la bandeja con mis manos y suspiré profundamente, creo que si quería seguir hablando con él tenía que hablarle yo.

-Bien Annie... -suspiré-. Tú puedes.

Decidida por querer hablarle ahora caminé hasta su mesa. Sentí un golpe en mi hombro, así como si alguien me hubiera empujado. Algunas de mis cosas cayeron al suelo junto con la comida, exhale molesta y miré quién fue la persona que ni siquiera se atrevió a pedirme una maldita disculpa. Era esa cara de asno la cual comenzaba a no soportar. Ella fue directamente hacia donde estaba James, abrazándolo por la espalda y el simplemente no se quejaba en lo mínimo. Lo observe durante varios segundos y él hizo lo mismo, enfocamos nuestras miradas durante solo unos míseros segundos solamente. Sin embargo el siguió con esa chica, me levanté y tomé la única comida que se salvó de aquel empujón aparentemente intencional.
Salí hasta las bancas que se encontraban en el sácate y suspiraba continuamente.
Quizás solamente me importa porque fue la primera persona a la cual le hable el primer día que llegue aquí, sin tener idea de lo que me esperaba. Al terminar de comer decidí levantarme a caminar para matar el tiempo. La gente me miraba extraño, ahora con el accidente que acaba de pasar todos probablemente me vean así durante unos días. Ahora es cuando más extrañaba mi hogar... quizás estaba sola, pero nadie me hacía llorar.
Continúe caminando y lo vi de nuevo ahí... sentado mirando hacia la nada. Quería hablarle... realmente quería hacerlo, quería arriesgarme a su horrible trato hacia mí. Caminé a paso lento deseando que el piso nunca se acabara para no llegar hacia él en este momento. Cuando estaba a menos de un metro de él cerré mis ojos deseando de no arrepentirme, apreté los puños y suspiré. Me senté a su lado sin decir absolutamente ninguna palabra, estaba más que nerviosa... mi estómago me pedía a gritos que terminara con ese nerviosismo que le hacía daño, pero no... su voz me sorprendió.

-¿Qué? ¿Qué no estabas molesta conmigo?
-¿Acaso siempre serás duro conmigo? –lo miré, sin embargo él no lo hacía.
-Yo soy así, ya te lo había dicho –decía mientras continuaba su mirada hacia el frente.
-¿Y por qué eres diferente con esa chica? –Él por fin me miró.
-Eso a ti no te importa.

Me levanté exaltada, sabía que no debía de haberle hablado.

-¡¿Por qué me tratas así?! –Le pregunté desesperada.
-¿Sabes por qué? –Él se levantó- Porque eres tonta, chiflada, lenta, terca, entrometida y desesperante, ¡Por eso!
-¿Y tú que eres? ¡Tú eres un orgulloso, amargado, egocéntrico. Antipático, caprichoso y grosero! ¿Acaso no te preguntas como es que te aguanto y sin embargo te sigo buscando? No debería, créeme que no. ¿Sabes algo más? –Pregunté mientras le tocaba su pecho con mi dedo índice- Si hablas de defectos ¡Tú eres el que tienes más aquí!

Me di la vuelta realmente molesta y ha paso rápido hacia unas gradas que estaban casi desoladas, no quería verlo... no por ahora.

-

James-.

Demonios, ella decía toda la verdad. Después de que vi como ella se iba me senté de nuevo en el lugar donde estaba cómodamente sentado antes de que ella llegara. Coloqué mis audífonos y traté de que todo eso despejara mi mente pero sin embargo la maldita conciencia me repetía que ella a pesar de que no debió hablarme... lo hizo. Me levanté totalmente decidido a buscarla por primera vez y la última. Odio admitirlo pero ella tenía razón, si hablaba de defectos... yo era el menos indicado para decírselos a los demás. Decidí irme por el mismo lugar de donde ella se fue hace unos minutos, no tenía idea de donde había ido a esconderse.

-Disculpe... -le dije a un chico que presenció toda la ridícula escena-. ¿Viste a la chica que salió molesta hace unos minutos de aquí? –Él asintió-. ¿Hacia dónde se fue?
-Vi que camino hacia donde están las gradas –sonrió de lado-. ¿Tu novia y tu tuvieron una pelea amorosa?
-No digas estupideces, idiota.

Continué mi camino y llegué hasta las gradas. Me coloqué en el escalón más alto para así poder divisar a aquella chica que insistía con agradarme. En medio de las gradas estaba ella, con sus audífonos en las orejas y un libro en las manos ¿Qué clase de persona lee y escucha música a la vez? Solo ella de rara, una total rara. Bajé sin importarme que ella notara mi presencia y me senté a su lado. No tenía idea de lo que iba a hacer, nunca en mi vida lo había hecho así que... no sería tan bueno en esto. Le quité los audífonos y ella me miró molesta.

-¡¿Qué quieres?! –no contesté-. Bien, ¿Nada? Lárgate –volvió a colocarse sus audífonos y los volví a quitar-. ¡¿Qué quieres James?!
-Lo siento –dije con el ceño fruncido mirando hacia el frente.
-Espera... ¿Qué?
-Ya lo dije.
-Quiero escucharlo otra vez.
-Lo siento.
-¿Qué?
-¡Ya te lo dije! ¿Lo ves? ¡Eres una tonta! ¿Acaso no me escuchaste?
-¡Aww! –Ella tapó su boca con sus manos-. ¡Me pediste perdón!

Rodé los ojos y ella no sé en qué momento ya estaba abrazándome, no correspondí a su abrazo.

-Te perdono.
-Fíjate que si no lo hacías no podría dormir. Y ya quítate, me asfixias.
-Hay James... –ella rio-. Nunca cambiarás.

Me limité a sonreír hacia mis adentros, esta chica está loca.


Through the dark ✓©® Ganadora Watts 2005Donde viven las historias. Descúbrelo ahora