Capítulo 11

1.7K 226 48
                                    

Jennie

Lisa se marchó poco después de presentarme a mis nuevos guardaespaldas. Pensé que desayunaría con los niños y conmigo, pero, al parecer, nunca lo hacía. Me sorprendió cuando se inclinó y me dio un beso de despedida. No la tenía por una mujer que disfrutara con las muestras públicas de afecto, aunque tal vez aquel beso fuera para demostrar su dominio sobre mí. Fuera como fuese, me gustó sentir sus labios contra los míos.

Cuando la puerta principal se cerró a su espalda, me quedé plantada en el recibidor y me sentí algo perdida. Notaba los ojos de Jungkook y Domenico fijos en mí a varios pasos de distancia, esperando órdenes.

Me había convertido en la señora de esa casa, la responsable de dos niños pequeños y de un perro. Traté de no entrar en pánico y sonreí a mis guardaespaldas. Una sonrisa casi siempre salvaba la situación.

—Primero desayunaré con los niños. Después, iremos de compras. ¿Os gustaría desayunar con nosotros o tenéis una habitación donde prefiráis descansar hasta que os necesite?

Domenico asintió.

—Hay una caseta en el jardín...

—Nos gustaría desayunar con usted —lo interrumpió Jungkook.

Domenico frunció el ceño, pero no dijo nada más. Jungkook estableció contacto visual conmigo. Era simpático y abierto. Domenico, definitivamente, tenía el aspecto del típico guardaespaldas huraño.

—Perfecto. ¿Por qué no os adelantáis...? —empecé—. ¿Sabéis dónde se desayuna normalmente?

Jungkook sonrió.

Domenico se limitó a negar con la cabeza. Les dediqué una sonrisilla avergonzada.

—Está bien, pues iré a la cocina a buscar a Sybil.

Sana solía comer en el comedor, pero esa estancia era demasiado grande, demasiado formal para mi gusto. La cocina, no obstante, tenía un estilo más campestre, con grandes ventanales y una larguísima mesa de madera con huellas del uso.

Lily se movía por la cocina en su andador mientras Sybil cocinaba una especie de desayuno con huevos y salchicha. La niña me miraba con ojo crítico, pero estaba ocupada haciendo girar ruedecitas de colores en la bandeja delantera del andador.

—¿Por qué no os sentáis mientras yo voy a por Leo? —sugerí. Domenico y Jungkook tomaron asiento en sendas sillas a la vez.

—El niño no desayuna. Siempre se esconde para que no lo encuentre.

Me giré hacia Sybil.

—Podré con él, no te preocupes. ¿Has sacado ya a Kuku?

—No, nunca lo hago. Ya tiene la caja.

—Entonces lo dejaré en el jardín hasta que pueda sacarlo a pasear luego.

Sybil se volvió hacia mí con los ojos muy abiertos.

—La señora no quiere al perro en el jardín.

—Anoche lo dejó ahí, así que no creo que le importe tanto.

—No, no. Eso fue para castigar al perro, pero no debe mear en el jardín.

—Bueno, pues eso va a cambiar.

Jungkook y Domenico me miraron con curiosidad. Volví a sonreírles antes de dirigirme a la planta superior.

Tenía el presentimiento de saber cómo atraer a Leo fuera de su habitación. Cuando entré en su cuarto no estaba. Tampoco lo encontré en el antiguo dormitorio de su madre, pero oí un sonido que provenía de debajo de la cama.

Dulce Tentación | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora