Capítulo 23

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Jennie

Nueve años después de la boda

Lisa llegó a casa al atardecer. Había reservado mesa en nuestro restaurante favorito por nuestro noveno aniversario, un pequeño local que servía comida rústica francesa. Minnie había accedido a cuidar de Lily y de Leo, aunque, teniendo en cuenta que tenían nueve y casi doce años respectivamente, aquello iba a ser más bien una fiesta de pijamas. Ya era necesario vigilarlos las veinticuatro horas del día, aunque nunca se traían nada bueno entre manos.

Acabábamos de terminar un delicioso paté de hígado con pan brioche caliente y dos copas de Viognier, mi vino blanco favorito, cuando hice acopio de todo mi valor.

—¿Sigues sin querer más hijos?

Mi intención había sido preguntarlo con voz queda y calmada, pero, en vez de eso, lo había soltado de sopetón.

Lisa bajó la copa despacio y enarcó las cejas.

—¿Estás...?

Le dediqué una miradita y luego alcé mi copa, prácticamente vacía.

—¿En serio? ¿De verdad crees que me bebería dos copas de vino si estuviera embarazada?

Se rio entre dientes.

—Ni se me había ocurrido.

—Boba... —murmuré, pero no pude evitar sonreír—. Bueno, entonces..., ¿qué me dices?

Estaba extrañamente nerviosa por aquello. Lisa y yo hablábamos de casi todo, a excepción de los detalles del trabajo que ella consideraba demasiado brutales para mí... y del secreto sobre Lily y Leo que yo seguía llevando en lo más hondo de mi corazón.

Lisa posó una mano sobre la mía.

—¿Quieres otro hijo?

Otro hijo. No un hijo, ni mi propio hijo. Habíamos recorrido un largo camino, y ahora ya no cabía duda de que Lily y Leo eran hijos míos también.

—Siento que nuestra familia aún no está completa. Quiero volver a tener un bebé al que acurrucar.

—También lloran, vomitan y cagan, y, cuando ya no lo hacen, te montan los peores berrinches. ¿De verdad quieres volver a pasar por eso?

Sonreí.

—Sí.

Lisa negó con la cabeza, como si yo estuviera loca, pero por la expresión amable de sus ojos supe que la había convencido.

—¿Entonces?

—Si quieres otro bebé, lo tendrás.

—Pero ¿y tú? No quiero que me des un bebé solo por hacerme un favor.

Lisa se inclinó sobre la mesa.

—Créeme, darte un bebé no me supondrá ningún esfuerzo. —Le golpeé suavemente el antebrazo y ella siguió en voz todavía más baja—. Me encantaría tener un bebé contigo.

—Podríamos empezar a intentarlo hoy —susurré antes de subir el tacón por la pernera de su pantalón con una sonrisa.

Estaba irresistible con aquel traje ajustado. Una de sus comisuras se elevó.

—¿Seguro que quieres perderte el canard à l'orange y el crêpe Suzette?

Oír a Lisa hablar francés, aunque solo fuera para elogiar un plato de pato en salsa de naranja y unas tortitas, fue casi demasiado para el poco autocontrol que me quedaba.

Presioné el tacón contra su entrepierna, y ella soltó una especie de bufido.

—Está bien: comida primero, sexo después.

Dulce Tentación | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora