Tocaba el pianoPara un alma lejana,
sus dedos que hablan
complacientes y serenos
bailaban,
como una última noche.
Sus senos estrenaban
una nueva melodía
y al siguiente día
la historia se esfumó.
En el trecho de los olivos
el azote de las hojas
acarició su rostro
y con una lágrima durmió.
Los tesoros no son
del Pirata que los roba
sino de la tierra
que les abriga.
Mujer de guerras
cabellos sueltos
sueños despiertos...
tu alma vibra
en este exilio
de voz partida.
Dalí del Exilio