La oportunidad de la inmortalidad,
soy un viejo perverso, antipático
se me ha dado la sabiduría de la muerte
en cada escalón de esos, con cada despedida.
Entonces ningún mortal tenga el poder
de arrancar las flores en mi tumba,
pues mías son, y las he plantado
desde que se asomaban en la semilla.
Soy un alma solitaria que un día
tuvo la mera compañía de una Gala,
una loca que me mostró los rieles
los campos y los montes, la beldad
y la maldad.
La naturaleza es la naturaleza
y todo lo que huya de eso es falsedad,
podrán darme cánticos y silencios,
pero jamás raíces, esas fueron arrancadas.
El amor ha envenenado el corazón,
eso pasa cuando se intenta respirar
entre rocas y cipreses sin copa,
me arda la mano sí,
luego de pasarla por el filo
de mi propia espada diamantada,
pero reviva al ponerla en el fuego
porque el fuego reaviva la verdad.
Soy un viejo mañoso y maldito, sí!
pero la sabiduría del tiempo
a veces me toca,
aunque no vuelva a enredar los dedos en sus cabellos
que estoy seguro que no ha dejado de crecer
y debe estar tocándole los tobillos.
Dalí del Exilio