Crónica de un pueblo por allá

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El sonido del viento se arrastra en el maizal
verde y frondoso, fértil,
el agua de la llovizna les pinta
y se levanta el olor de la tierra.

Hay unos pies descalzos, andando campo adentro
ese que en las escrituras tiene nombre y apellido
y el pobre llenando el saco, cortando algunas tiernas
mientras en la casa dos muchachos y una mujer le esperan.

Escucha los pasos de un caballo que se acerca,
tan normal es que no se asusta
aunque en el pecho le salten grillos
y las manos se las lleve a la cabeza.

El miedo no es de hombres, repetía toscamente,
el trote se hacía más cernido y elocuente,
mientras con sombrero negro se acercaba
aquel que a escopeta amenazaba.

A pies descalzos se le enfrenta y pone el pecho
una barriga vacía, más una mujer y dos muchachos,
si con la vida esta noche pudieran ellos llenarse el pico
venga usted, jale el gatillo, pues el saco no lo suelto!

Sin mediar palabra el de sombrero negro dispara
y a pies descalzos con la ropa sucia, ensangrentada
se le va un último suspiro, aprieta el puño y se larga
con la muerte a corto paso, terminando de partir la madrugada.

Y se monta en el caballo el del sombrero, sin culpa, con saña
lo golpea con el sable y va apurado
al rancho del campesino asesinado
donde la mujer le recibe bien contenta
le dice con sonrisa limpia y fresca: aquí están tus crías y una arepa. 

Dalí del Exilio

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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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