Quedan muchas espinas aún
la defensa,
el muroque divide estas dos tierras.
Una que me hace hombre invencible,
otra que apenas apaga el cigarro en la ceniza.
Hay algunos gatos vagando por allí,
pero no puedo lanzarles agua caliente
pues no tienen la culpa
de mirar así.
Ni limpiando el piso con líquido ácido
puedo borrar esas huellas
que ha dejado el arrastrar de tus pies
en esta maldita casa
impregnada de esa fragancia,
no te extraño, pero miento.
Miento, porque quemo en un altar
todo el papel que contiene mis letras
para ver como el humo te dibuja
y mis dedos lo acarician
para sentir una vaga caricia tuya.
Es silencioso,
no amortigua
y destaja, y rompe y quiebra
esta neblina que empaña
la vista hacia el continente
donde tu corazón bombea sangre
cuando sus memorias me reviven,
quitándome de este lado
un pedazo del oxigeno
que es así de denso sin ti.
Dalí del Exilio