Aiko Tanaka cerró la puerta de su apartamento y bajó las escaleras del edificio con paso ligero. Aunque el bullicio de Tokio comenzaba a aumentar, Aiko siempre encontraba un momento de paz en su recorrido matutino. Al llegar al café de la esquina, su refugio habitual, pidió su té verde habitual.
—Buenos días, Aiko —le saludó el barista, Kenji, mientras le preparaba la bebida—. ¿Lista para otro día de código y algoritmos?
—Siempre, Kenji —respondió Aiko con una sonrisa tímida—. Hoy tengo una presentación importante. Estoy un poco nerviosa.
—Tú siempre lo haces bien. Además, tu equipo te respalda.
Aiko asintió y, con su té en mano, se dirigió al metro. Mientras el tren avanzaba hacia su destino, Aiko revisaba los últimos detalles de su presentación en su tablet, totalmente ajena a la nueva aplicación instalada en su teléfono.
En Nueva York, Jack Miller terminaba su carrera matutina en Central Park, deteniéndose brevemente para disfrutar de la vista del lago. De regreso en su apartamento, una ducha rápida y un café fuerte eran todo lo que necesitaba para sentirse listo para el día. Mientras ajustaba su corbata, sonó su teléfono. Era un mensaje de su asistente, Clara.
—Buenos días, Jack. No olvides la reunión con los representantes de TechCorp a las diez.
—Lo sé, Clara. Estoy camino a la oficina. ¿Tienes todo listo para la presentación?
—Sí, he revisado todo tres veces. ¿Hay algo más que necesites?
—Solo que estés allí a tiempo. Nos jugamos mucho con esta cuenta.
En su camino hacia la oficina, Jack se encontró con varios colegas, intercambiando saludos rápidos y comentarios sobre el tráfico. Al llegar, se dirigió directamente a la sala de reuniones, donde Clara ya estaba organizando los últimos detalles.
—Esto va a ser genial, Clara —le dijo Jack con confianza—. Esta cuenta es nuestra.
Mientras tanto, en París, Sophie Dubois se perdía entre los callejones empedrados, su cámara colgando de su cuello. Cada rincón de la ciudad tenía una historia que contar, y Sophie era experta en capturarlas todas. Su amiga Claire la esperaba en una pequeña galería de arte, donde Sophie expondría algunas de sus últimas fotografías.
—¡Sophie! —Claire la saludó efusivamente—. Tus fotos se ven increíbles. Estoy segura de que todos quedarán impresionados.
—Gracias, Claire. Estoy un poco nerviosa, pero también emocionada. Es mi primera exposición importante.
—Tienes un talento increíble. La gente lo verá.
Sophie sonrió y continuó ajustando las fotografías en la pared. Esa noche sería crucial para su carrera, pero por ahora, se concentraba en disfrutar del momento y en prepararse para las preguntas y comentarios de los visitantes.
En Buenos Aires, Mateo Rodríguez corría hacia la universidad, una mochila llena de libros y herramientas sobre su hombro. Su proyecto de robótica estaba casi listo, y hoy lo presentaría en clase. Al llegar al campus, se encontró con su amigo y compañero de estudios, Javier.
—¡Mateo! ¿Listo para mostrar tu robot?
—Sí, casi. Solo espero que funcione bien en la presentación.
—Va a estar genial. Has trabajado mucho en esto.
En el laboratorio, Mateo y Javier realizaron los últimos ajustes al robot. Era un proyecto ambicioso que combinaba inteligencia artificial y mecánica avanzada. Cuando llegó el momento de la presentación, Mateo se sintió nervioso, pero también emocionado.
—Buenas tardes, profesor. Hoy les presentamos nuestro proyecto de robótica avanzada. Este robot está diseñado para asistir en tareas domésticas y de seguridad. —Mateo comenzó a explicar mientras el robot realizaba sus funciones.
El profesor y sus compañeros observaron con interés y entusiasmo. La presentación fue un éxito, y Mateo sintió una gran satisfacción al recibir elogios y comentarios positivos.
—¡Lo hiciste, Mateo! —exclamó Javier después de la presentación—. Sabía que iba a salir bien.
—Gracias, Javier. No podría haberlo hecho sin tu ayuda.
Al final del día, los cuatro personajes regresaron a sus respectivas casas, agotados pero satisfechos con sus logros. Aiko revisaba los comentarios de su equipo sobre la presentación del día, Jack celebraba con Clara y algunos colegas en un bar cercano, Sophie recibía elogios de los visitantes en la galería, y Mateo disfrutaba de una cena con sus amigos, discutiendo posibles mejoras para su proyecto.
Mientras todos dormían, sus teléfonos permanecían en silencio, con la aplicación misteriosa oculta entre las demás. Ninguno de ellos sospechaba que algo siniestro se avecinaba, y que sus vidas aparentemente normales estaban a punto de cambiar para siempre.
El día siguiente se presentaba como otro día común para Aiko. Al llegar a su trabajo, se sumergió en su código, enfocándose en un nuevo proyecto que requería toda su atención.
—Aiko, ¿tienes un momento? —su jefe, el señor Yamamoto, la llamó a su oficina.
—Claro, señor Yamamoto.
—Quiero felicitarte por tu presentación de ayer. El cliente quedó muy impresionado.
—Gracias, señor. Fue un esfuerzo de todo el equipo.
—Así es, pero tu liderazgo fue clave. Sigue así.
En Nueva York, Jack asistía a otra reunión, esta vez con el equipo creativo.
—Necesitamos algo innovador para esta campaña. Algo que realmente capte la atención del público —señaló Jack, observando las propuestas en la pantalla.
—Tengo una idea —respondió uno de los diseñadores—. ¿Qué tal si combinamos realidad aumentada con publicidad interactiva?
—Interesante. Trabaja en eso y muéstrame un prototipo para el viernes.
Sophie, en París, disfrutaba de una mañana tranquila en un café, revisando las críticas de su exposición.
—Tus fotos han recibido muy buenas críticas, Sophie —comentó Claire, sentada frente a ella—. Incluso hay un periodista interesado en entrevistarte.
—¡Eso es increíble! No puedo creer que esté pasando.
—Te lo mereces. Tu trabajo es único.
En Buenos Aires, Mateo asistía a una conferencia sobre inteligencia artificial, tomando notas frenéticamente. Al finalizar, se encontró con el profesor López, quien había asistido a su presentación el día anterior.
—Mateo, me impresionó mucho tu proyecto. ¿Has pensado en presentarlo en una competencia internacional?
—Sí, profesor, pero aún necesito perfeccionarlo.
—Cuenta con mi apoyo para lo que necesites.
Esa noche, mientras Aiko revisaba un último correo antes de dormir, Jack planificaba su próximo gran proyecto, Sophie soñaba con nuevas ideas para sus fotografías, y Mateo leía un artículo sobre las últimas innovaciones en robótica, la aplicación en sus teléfonos seguía esperando, oculta y silenciosa.
Ninguno de ellos tenía idea de que sus vidas estaban conectadas por un hilo invisible, una aplicación que pronto revelaría su oscuro propósito. Pero por ahora, sus rutinas continuaban, y la normalidad persistía un poco más...o no...
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Sobrevivír.
HorrorEn un mundo que parece normal, un grupo de personas lleva una vida común y corriente hasta que un día, cada uno de ellos, de forma individual, se encuentra con una aplicación de mensajería muy extraña. La app aparece de manera aleatoria en sus teléf...