El creador de la aplicación, conocido solo como Marcus para sus clientes y su asistente solamente, se encontraba en su oficina de alta tecnología, situada en un edificio muy popular de la ciudad de New York, como camuflaje. El lugar estaba lleno de pantallas que mostraban cada rincón de la isla, monitoreando cada movimiento de Sophie, Jack, Aiko, María y Mateo. Se pasó una mano por el cabello desordenado, su mirada fija en una de las pantallas que mostraba a los protagonistas trabajando juntos para reparar la torre de comunicaciones.
-Están avanzando demasiado rápido -comentó Marcus, frunciendo el ceño-. Esto no es lo que los inversores quieren ver.
Su asistente, un joven llamado Lucas, se acercó con una tableta en la mano. -Las cifras de visualización están cayendo, señor. Los inversores están descontentos. Quieren acción, quieren sangre.
-Lo sé -respondió Marcus, apretando los dientes-. Pero estos chicos son más inteligentes de lo que anticipamos. No se están matando entre ellos, y eso está arruinando el espectáculo.
Lucas asintió, mirando las pantallas. -¿Qué vamos a hacer al respecto? Si no actuamos pronto, podríamos perder el financiamiento.
Marcus se levantó de su silla, caminando de un lado a otro de la oficina. -Necesitamos cambiar la dinámica. Hacer que se enfrenten entre sí de alguna manera. Pero no podemos ser demasiado obvios.
-¿Y si los forzamos a enfrentarse? -sugirió Lucas-. Podríamos alterar las reglas del juego, hacer que se enfrenten en desafíos donde no tienen otra opción.
Marcus se detuvo y miró a su asistente. -Esa es una posibilidad, pero tiene que ser algo sutil. No podemos permitir que descubran que todo está arreglado. Debe parecer una evolución natural del juego.
De repente, una llamada entrante apareció en la pantalla principal. Marcus la aceptó, y la cara de uno de los principales inversores, un hombre de mediana edad con una expresión severa, apareció.
-Marcus, estamos perdiendo interés -el inversor comenzó sin preámbulos-. Si no hay sangre, no hay dinero. Esto tiene que cambiar.
-Lo entiendo, señor. Estamos trabajando en una solución -Marcus intentó sonar seguro.
-Más vale que así sea -advirtió el inversor-. De lo contrario, buscaremos entretenimiento en otra parte.
La llamada terminó abruptamente, dejando a Marcus más estresado que antes. Se dejó caer en su silla, frotándose las sienes.
-¿Qué vamos a hacer, Lucas? -murmuró, más para sí mismo que para su asistente.
-Podríamos introducir una nueva variable en el juego -respondió Lucas-. Algo que los obligue a actuar de manera más agresiva. Tal vez una amenaza externa.
Marcus levantó la vista, considerando la idea. -Eso podría funcionar. Si sienten que su vida está en peligro, podrían volverse más desesperados. Pero debe ser algo creíble.
Lucas asintió, abriendo un archivo en su tableta. -Podríamos usar los recursos de la isla. Crear una situación donde tengan que pelear para sobrevivir.
Marcus asintió lentamente. -Está bien. Haremos que parezca un desastre natural. Un terremoto, seguido de una amenaza biológica. Eso debería sacudirlos.
Mientras Marcus y Lucas comenzaban a trazar su plan, en otra parte, los inversores se reunían en una sala de conferencias lujosa, discutiendo el futuro del juego.
-Este experimento está resultando menos interesante de lo que esperábamos -comentó uno de los inversores, una mujer elegante con ojos fríos-. Si no vemos resultados pronto, podríamos retirar nuestro apoyo.
Otro inversor, un hombre corpulento con un cigarro en la mano, asintió. -La gente quiere ver acción, conflictos. Si estos chicos no se matan entre ellos, todo esto habrá sido una pérdida de tiempo y dinero.
La mujer frunció el ceño. -Marcus tiene una nueva idea. Un desastre natural para forzarlos a actuar. Veremos si funciona.
Mientras tanto, en su oficina, Marcus y Lucas trabajaban febrilmente para implementar su nuevo plan. Cada movimiento de los protagonistas era monitoreado, cada conversación grabada.
-Tenemos que hacer que todo parezca real -Marcus instruyó-. Los sensores de movimiento en la isla nos permitirán simular un terremoto. Luego, liberaremos una amenaza biológica. Algo que los aterrorice lo suficiente como para que se enfrenten entre sí.
Lucas tecleaba furiosamente en su tableta. -Ya tengo el diseño. Usaremos drones para liberar la amenaza biológica. Será algo pequeño al principio, solo para asustarlos. Luego, incrementaremos la intensidad.
Marcus se detuvo un momento, mirando las pantallas. -Están intentando sobrevivir juntos. No entienden que este juego no es sobre la cooperación, sino sobre la supervivencia individual.
Lucas lo miró, con una pizca de admiración y temor en sus ojos. -¿Crees que alguno de ellos realmente sobrevivirá?
Marcus suspiró. -Eso depende de ellos. Si son lo suficientemente inteligentes, podrían encontrar una manera. Pero eso no es lo que los inversores quieren. Ellos quieren ver el caos, la desesperación. Y nosotros debemos darles eso.
Las horas pasaron rápidamente mientras Marcus y Lucas finalizaban su plan. Una vez que todo estuvo listo, Marcus se levantó y miró la isla a través de la ventana panorámica.
-Es hora de empezar -anunció-. Que comience el terremoto.
Lucas activó los controles, y la isla comenzó a temblar. Las cámaras mostraron a Sophie, Jack, Aiko, María y Mateo luchando por mantener el equilibrio mientras el suelo se sacudía violentamente.
-Esto debería mantenerlos ocupados por un tiempo -Marcus observó con una sonrisa sombría-. Y ahora, la amenaza biológica.
Drones equipados con cápsulas biológicas comenzaron a volar sobre la isla, liberando una neblina que se esparció rápidamente. Los protagonistas, aún tambaleándose por el terremoto, no notaron de inmediato la nueva amenaza.
-Esperemos que esto los divida -Marcus murmuró-. Necesitamos que se enfrenten entre sí.
Lucas asintió, mirando las pantallas con atención. -Si no funciona, tendremos que ser más directos. Pero por ahora, esto debería aumentar la tensión.
El tiempo diría si su plan tendría éxito. Mientras tanto, Marcus sabía que cada segundo contaba. Los inversores no esperarían eternamente, y el precio del fracaso sería alto.
-Mantén los ojos en ellos -ordenó Marcus-. Cualquier signo de cooperación debe ser eliminado. No podemos permitir que sigan trabajando juntos.
Lucas asintió, sus dedos volando sobre el teclado. -Entendido, señor. Estaremos atentos.
Marcus volvió a mirar las pantallas, su mente trabajando a toda velocidad. Sabía que el éxito de su experimento dependía de su habilidad para manipular a los protagonistas. Y si fracasaba, no solo perdería su financiamiento, sino que también pondría en riesgo su vida.
El juego continuaba, y Marcus estaba decidido a ganar, sin importar el costo.
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Sobrevivír.
HorrorEn un mundo que parece normal, un grupo de personas lleva una vida común y corriente hasta que un día, cada uno de ellos, de forma individual, se encuentra con una aplicación de mensajería muy extraña. La app aparece de manera aleatoria en sus teléf...