Sophie despertó antes del amanecer, su estómago retorcido por la ansiedad. No podía sacudir el mal presentimiento que la había acompañado desde que Jack se había ido. Había pasado cinco días planeando meticulosamente su próximo movimiento, y ahora era el momento de actuar.
Se levantó de la cama y miró alrededor de su pequeño apartamento en París. Cada rincón, cada sombra parecía estar conspirando contra ella. Era consciente de que cualquier error podría costarle la vida. Se preparó rápidamente, asegurándose de que su equipo estuviera listo: computadora portátil, cargadores, y el GPS que seguiría la señal de Jack. Todo estaba listo.
Tomó una respiración profunda y salió de su apartamento, dirigiéndose hacia el aeropuerto Charles de Gaulle. A medida que se acercaba, su ansiedad crecía, sentía como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Cada paso la hacía sentir más vulnerable, más expuesta.
Llegó al aeropuerto y se dirigió al mostrador de facturación, intentando mantener la calma. -Solo un boleto, por favor. Ida a Buenos Aires -pidió con voz temblorosa.
La mujer detrás del mostrador sonrió amablemente. -Claro, aquí tiene. ¿Algo más que necesite?
Sophie negó con la cabeza y tomó su boleto. Caminó hacia el control de seguridad, tratando de no mirar a su alrededor, pero no pudo evitar notar a dos hombres de negro en la distancia, observándola fijamente. Un escalofrío recorrió su espalda. -Tranquila, solo son pasajeros como tú -se intentaba calmar a sí misma.
Pasó por el control de seguridad sin incidentes, aunque el mal presentimiento seguía creciendo. Mientras caminaba hacia su puerta de embarque, no pudo evitar recordar las palabras de Jack: "Cada día que pasa, estamos más en peligro."
Finalmente llegó a su puerta de embarque, pero antes de que pudiera relajarse, diez hombres vestidos de negro se acercaron a ella. Llevaban uniformes de policía, pero algo en sus ojos la hizo dudar.
-Señorita, necesitamos que nos acompañe -ordenó uno de ellos, mostrando una identificación.
-¿Por qué? ¿Qué ocurre? -preguntó, su voz temblando.
-Solo un control de seguridad adicional. Nada de qué preocuparse -respondió el hombre, su tono demasiado calmado para su gusto.
Sophie sintió que el suelo se deslizaba bajo sus pies. Su mal presentimiento se había materializado. Intentó mantener la calma mientras seguía a los hombres por el aeropuerto. Cada paso la llenaba de un pánico creciente.
-No tengo elección -pensó. Tenía que seguir adelante.
Los hombres la llevaron a una sala apartada del bullicio del aeropuerto. Al cerrar la puerta, su tono cambió drásticamente.
-No hagas ningún movimiento brusco y no grites -amenazó el hombre que parecía ser el líder.
Sophie sintió que su corazón se aceleraba. -¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de mí?
-Solo necesitamos que cooperes. No te haremos daño si sigues nuestras instrucciones -respondió el líder, su voz carente de toda emoción.
Los hombres la rodearon, revisando sus pertenencias y asegurándose de que no llevaba nada peligroso. Sophie intentó mantener la compostura, pero cada vez se sentía más desesperada.
-¿Y si me niego? -preguntó, aunque sabía que no tenía opción.
El líder sonrió, pero no fue un gesto amable. -No te conviene negarte. Solo empeorará las cosas.
La empujaron hacia una salida trasera del aeropuerto, donde una camioneta negra sin distintivos la esperaba. Sophie miró a su alrededor, buscando una oportunidad para escapar, pero sabía que era inútil.
-No hagas nada estúpido -murmuró uno de los hombres mientras la subían a la camioneta.
El viaje fue silencioso y opresivo. Sophie intentó recordar el camino, pero cada giro y cada parada parecían mezclarse en su mente. Finalmente, la camioneta se detuvo y la bajaron, empujándola hacia un edificio sin distintivos.
La llevaron por pasillos estrechos y oscuros, y finalmente la empujaron a una celda. La puerta se cerró con un golpe sordo, dejándola sola en la oscuridad.
Sophie se sentó en el suelo frío, abrazando sus rodillas contra su pecho. La desesperación la envolvía, pero intentó mantener la calma. Sabía que Jack estaba en algún lugar cercano, y debía encontrar una manera de comunicarse con él.
-Esto no puede ser el final -pensó, intentó relajarse. Tenía que encontrar una manera de escapar.
Mientras intentaba adaptarse a la oscuridad, escuchó un ruido leve, como el eco de pasos en el pasillo. Se tensó, esperando lo peor. La puerta de su celda se abrió y una figura se asomó.
-¿Sophie? -susurró una voz familiar.
Sophie levantó la vista, sorprendida de ver a Jack de pie en la puerta. -Jack, ¿cómo...? -las palabras se quedaron atrapadas en su garganta.
Jack se acercó rápidamente, abrazándola con fuerza. -No tenemos mucho tiempo. Debemos encontrar una manera de salir de aquí.
-¿Cómo llegaste hasta aquí? Pensé que te habían llevado a otro lugar.
Jack sacudió la cabeza. -Esto es más grande de lo que pensábamos. Hay instalaciones como esta en varios países. Nos están manteniendo aislados, pero no por mucho tiempo. Sophie, tenemos que luchar.
Sophie asintió, sintiendo una renovada esperanza. Estaban juntos de nuevo, y eso les daba una ventaja. -¿Tienes un plan?
Jack sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo. -No estamos solos. Hay más personas involucradas. Si podemos activar esto, podremos enviar una señal de emergencia y esperar que alguien nos encuentre.
Sophie miró el dispositivo con escepticismo, pero sabía que no tenían otra opción. -De acuerdo, hagámoslo.
Juntos, se prepararon para activar el dispositivo, sabiendo que era su última esperanza. Cada segundo contaba, y la oscuridad que los rodeaba se sentía menos opresiva ahora que estaban juntos.
La lucha por la libertad continuaba, y aunque los desafíos eran abrumadores, Sophie y Jack no estaban dispuestos a rendirse. Sabían que la verdad estaba al alcance de sus manos, y estaban decididos a descubrirla y poner fin a la pesadilla.
La oscuridad era densa, pero la luz de la esperanza brillaba más fuerte que nunca. Con determinación y coraje, Sophie y Jack se prepararon para enfrentar lo que venía, sabiendo que juntos podían superar cualquier obstáculo.
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Sobrevivír.
HorrorEn un mundo que parece normal, un grupo de personas lleva una vida común y corriente hasta que un día, cada uno de ellos, de forma individual, se encuentra con una aplicación de mensajería muy extraña. La app aparece de manera aleatoria en sus teléf...