El grupo llegó a la torre de comunicaciones agotado pero esperanzado. Sophie intentó enviar una señal de ayuda, pero no obtuvo respuesta. Cada intento fallido aumentaba la desesperación en sus corazones.
-No funciona -murmuró Sophie, golpeando el equipo con frustración.
Jack se dejó caer al suelo, la derrota pintada en su rostro. -Estamos solos. No hay nadie que nos ayude.
Aiko, aún mareada por la neblina, se apoyó en una pared, cerrando los ojos con resignación. -¿Qué vamos a hacer ahora?
María, siempre la más observadora, se fijó en una trampilla en el suelo, parcialmente oculta por escombros. -Esperen, ¿qué es eso?
Sophie se acercó y, con un esfuerzo conjunto, levantaron la trampilla. Descendieron por una escalera de metal, encontrándose en un pequeño cuarto subterráneo. Allí, en la penumbra, descubrieron un bote pequeño pero aparentemente resistente, dos salvavidas, un kit de emergencia y dos bengalas.
-Es un escondite -exclamó Jack, su voz llena de esperanza-. Podemos usar esto para escapar.
Aiko examinó el bote, tocando su superficie con cuidado. -Es resistente. Esto nos podría sacar de aquí.
-Miren esto -señaló María, levantando el kit de emergencia-. Tiene provisiones. No es mucho, pero puede ser suficiente.
Sophie agarró las bengalas, su mente trabajando rápidamente. -Podemos usar las bengalas para señalizar nuestra posición una vez estemos en el mar. Esto podría ser nuestra salvación.
***
En el edificio en Nueva York, Marcus observaba con furia en sus ojos. Los protagonistas habían encontrado el escondite que él y Lucas habían dejado años antes, un recurso de emergencia que nunca pensaron que sería necesario.
-Esto no puede estar pasando -gruñó Marcus, golpeando el escritorio-. Si escapan, todo nuestro plan se derrumba.
Lucas, su asistente, se inclinó hacia él, la preocupación evidente en su rostro. -¿Qué vamos a hacer?
Marcus pensó por un momento, su mente calculadora buscando una solución. -Tenemos que tomar medidas drásticas. Si no podemos detenerlos físicamente, lo haremos de otra manera.
Lucas lo miró, esperando la orden.
-Esparce el virus -ordenó Marcus-. Que la neblina los debilite aún más. No deben tener fuerzas para llegar a la costa.
***
De vuelta en la isla, los protagonistas empezaron a preparar el bote. La esperanza que habían perdido momentáneamente comenzó a resurgir.
-Tenemos que movernos rápido -instó Sophie-. No sabemos cuánto tiempo más podremos aguantar aquí.
-Esto podría ser nuestra única oportunidad -agregó Jack, asegurando los salvavidas en el bote.
De repente, comenzaron a toser violentamente. La neblina alrededor de ellos se había vuelto más densa, y un olor acre llenaba el aire.
-¿Qué está pasando? -preguntó Aiko, tratando de respirar con dificultad.
María se tapó la boca con una mano, sus ojos llenos de miedo. -Algo está mal. Esta neblina no es normal. Siento como si me estuviera ahogando.
Jack miró a sus compañeros, el miedo y la determinación luchando en su interior. -Tenemos que salir de aquí. Si nos quedamos, moriremos.
Sophie asintió, tomando una decisión rápida. -Vamos a bajar el bote hasta la costa. No importa lo que pase, no podemos rendirnos ahora.
Con gran esfuerzo, comenzaron a mover el bote hacia la costa. Cada paso era una lucha contra la neblina y el virus que ahora los debilitaba.
***
Marcus observaba desde su oficina, satisfecho con el caos que había desatado. -Esto los mantendrá ocupados. No podrán escapar.
Lucas miró las pantallas, la duda en sus ojos. -¿Y si logran salir? ¿Qué haremos entonces?
-No lo harán -respondió Marcus, su voz fría-. No tienen la fuerza. Y si lo intentan, el virus los acabará.
***
El grupo seguía luchando. Cada uno estaba al borde del colapso, pero la esperanza de escapar les daba la fuerza necesaria para seguir adelante. El bote era su única salvación.
-No puedo respirar -se quejó María, su voz apenas un susurro-. Necesitamos aire fresco.
Aiko miró a su amiga, la preocupación en su rostro. -Estamos cerca. Solo un poco más.
Finalmente, llegaron a la costa, pero el esfuerzo les había dejado exhaustos. Colocaron el bote en el agua con dificultad, sus cuerpos temblando de debilidad.
-Lo logramos -jadeó Jack, sus ojos brillando con determinación-. Ahora solo tenemos que remar.
Sophie tomó uno de los remos, su mano temblando. -Vamos a hacerlo. No podemos rendirnos ahora.
Se subieron al bote y comenzaron a remar, cada movimiento era una lucha contra la debilidad que sentían. La neblina seguía envolviéndolos, y el virus atacaba sus cuerpos con ferocidad.
-Tenemos que mantenernos unidos -instó Sophie, mirando a sus compañeros-. Esto no puede ser el final.
***
Marcus observaba el progreso de los protagonistas con una mezcla de frustración y admiración. -Son más fuertes de lo que pensamos.
Lucas asintió, la admiración en su voz evidente. -No podemos subestimarlos. Debemos estar preparados para cualquier cosa.
-No los subestimo -replicó Marcus-. Pero esto no es un juego para ellos. Es su vida. Y harán lo que sea necesario para sobrevivir.
***
El grupo seguía remando, su esperanza creciendo con cada metro que avanzaban. Pero el virus seguía debilitándolos, y la neblina no mostraba signos de desaparecer.
-No puedo más -murmuró María, sus fuerzas agotadas-. No puedo seguir.
Aiko tomó su mano, apretándola con fuerza. -Sí puedes. Estamos en esto juntos.
Jack miró a sus amigos, su resolución firme. -Vamos a salir de aquí. No importa lo que pase, no vamos a rendirnos.
Sophie levantó una bengala, su mano temblando. -Cuando lleguemos lo suficientemente lejos, la encenderé. Alguien tiene que vernos.
Remaron con todas sus fuerzas, cada uno de ellos luchando contra la desesperación y la fatiga. La esperanza de escapar les daba la energía necesaria para seguir adelante.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a una distancia segura. Sophie encendió la bengala, el brillo rojo iluminando la neblina alrededor de ellos.
-Lo logramos -murmuró Aiko, una sonrisa débil en su rostro-. Lo logramos.
Pero la batalla estaba lejos de terminar. La neblina seguía envolviéndolos, y el virus continuaba debilitándolos. Sabían que el camino hacia la libertad aún era largo y peligroso, pero estaban determinados a no rendirse.
***
En Nueva York, Marcus observaba con atención. -Esto no ha terminado. No mientras yo tenga algo que decir.
Lucas miró a su jefe, la preocupación en su rostro. -¿Qué vamos a hacer ahora?
-Lo que sea necesario -respondió Marcus, su voz llena de determinación-. No podemos permitir que escapen. No importa el costo.
***
Mientras los protagonistas seguían remando, cada uno de ellos sabía que la lucha por su libertad apenas comenzaba. Pero estaban unidos, y esa unión les daba la fuerza para seguir adelante. Juntos, enfrentaban cualquier obstáculo que Marcus y su equipo les lanzaran, decididos a encontrar una salida y reclamar su libertad.
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Sobrevivír.
HorrorEn un mundo que parece normal, un grupo de personas lleva una vida común y corriente hasta que un día, cada uno de ellos, de forma individual, se encuentra con una aplicación de mensajería muy extraña. La app aparece de manera aleatoria en sus teléf...