El dolor y el miedo impregnaban el aire mientras Sophie y Jack se abrían camino por los pasillos oscuros de la instalación. Sus cuerpos estaban magullados, pero sus espíritus seguían fuertes. Después de horas de búsqueda desesperada, finalmente encontraron a los demás: Aiko, Mateo, y María, una chica que había sido secuestrada antes que todos. Los golpes y las heridas visibles en todos ellos eran un recordatorio brutal de lo que habían sufrido.
Aiko, con lágrimas en los ojos, abrazó a Sophie y Jack. -Pensé que no los volvería a ver nunca más.
María, que había sido la primera en ser secuestrada, temblaba incontrolablemente. -Me... me hicieron cosas horribles. Pensé que moriría aquí.
Jack apretó los dientes con furia contenida. -No vamos a dejar que esto termine así. Vamos a salir de aquí, todos juntos.
Mateo, que apenas podía mantenerse en pie, levantó la vista con una determinación feroz. -Necesitamos encontrar una salida. No podemos dejar que nos controlen más.
-Vamos, tenemos que seguir adelante -Sophie susurró, tratando de infundir coraje a sus amigos. Cada uno de ellos necesitaba un motivo para seguir luchando, y su conexión era la fuerza que los impulsaba.
Con renovada esperanza, se adentraron más en el edificio. Pasaron por varias habitaciones donde guardias los observaron sin moverse. -Esto no tiene sentido -Sophie murmuró-. ¿Por qué no hacen nada?
-Es como si no nos vieran realmente -Jack añadió, perplejo.
De repente, una voz resonó por todo el edificio, profunda y calculada. -Bienvenidos al juego final, mis queridos jugadores.
Los cinco se detuvieron en seco, sus corazones latiendo con fuerza. La voz continuó. -He sido el creador de todo esto, desde la aplicación hasta esta instalación. Ustedes han sido observados desde el principio, no solo por mí, sino por una audiencia muy especial.
-¿Qué demonios estás diciendo? -gritó Mateo, su voz llena de rabia.
-Han sido el entretenimiento de los más ricos y poderosos del mundo. Multimillonarios, miembros de la élite global... todos ellos han disfrutado viendo su sufrimiento.
Aiko se cubrió la boca, horrorizada. -No puede ser...
-La meta del juego es simple -prosiguió la voz-. Sobrevivan. El último en pie será el ganador.
Sophie miró a sus amigos con ojos llenos de determinación. -No vamos a jugar a su juego. No vamos a matarnos entre nosotros.
-Eso es lo que ellos quieren -añadió Jack-. Pero si vamos a morir, no será por entretener a esos monstruos.
La voz dejó escapar una risa fría. -Veremos cuánto dura su resolución. El edificio está lleno de armas. Usen lo que necesiten.
-No tenemos elección, tenemos que destruir este lugar -concluyó Mateo, con una mirada decidida.
Armados con una mezcla de miedo y resolución, se adentraron más en el edificio. Las armas estaban distribuidas por todas partes, un recordatorio macabro de lo que se esperaba de ellos. Tomaron lo que pudieron, sintiendo el peso de cada decisión.
-No se trata solo de sobrevivir -afirmó María, apretando un rifle en sus manos temblorosas-. Se trata de poner fin a esto.
-¿Y si esto es solo otra parte del juego? -preguntó Aiko, su voz llena de duda.
-No lo sabemos, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados -respondió Jack-. Tenemos que intentarlo.
La voz volvió a resonar. -¿Van a seguir sus propios caminos o sucumbirán al caos que les rodea?
Sophie levantó la vista hacia el techo, como si pudiera ver al hombre detrás de la voz. -No vamos a hacer lo que tú quieres. No nos convertiremos en asesinos.
-Veremos -respondió la voz, antes de desaparecer en un silencio inquietante.
Decididos a no ceder, los cinco comenzaron a planear cómo destruir el edificio. Cada paso que daban estaba lleno de tensión, pero también de una determinación feroz. Sabían que el camino sería largo y peligroso, pero no había vuelta atrás.
Pasaron por salas llenas de tecnología avanzada y se dieron cuenta de que los guardias eran hologramas, controlados por una inteligencia artificial. La realización fue aterradora, pero también les dio una chispa de esperanza.
-Si son hologramas, entonces esto es solo una fachada -reflexionó Mateo-. Debe haber un núcleo central que podamos destruir.
-Tenemos que encontrarlo -afirmó Jack-. No importa cuánto tiempo nos tome.
Los hologramas se materializaban y desaparecían, observándolos sin intervenir. La atmósfera era irreal, como si estuvieran atrapados en una pesadilla tecnológica.
-Tenemos que seguir adelante -instó Sophie-. No dejemos que nos desmoralicen.
Cada habitación que pasaban parecía más ominosa que la anterior. Las paredes estaban cubiertas de pantallas que mostraban sus movimientos, sus miedos, sus momentos más vulnerables. Estaban siendo observados en todo momento.
-Esto es enfermo -murmuró María, mirando una pantalla que mostraba a ella misma siendo atacada-. ¿Cómo pueden disfrutar de esto?
-Porque son monstruos -respondió Aiko, con lágrimas de furia en sus ojos-. Pero no dejaremos que ganen.
Finalmente, llegaron a una sala que parecía ser el centro de control. Las paredes estaban cubiertas de cables y servidores, y en el centro había una gran pantalla que mostraba un mapa del edificio.
-Debe ser aquí -concluyó Jack-. Si destruimos esto, puede que todo caiga.
-No va a ser fácil -señaló Mateo-. Debemos prepararnos para lo peor.
-Entonces, ¿qué estamos esperando? -preguntó Sophie, su voz llena de determinación.
Empezaron a colocar explosivos improvisados alrededor de la sala, usando todo lo que habían encontrado en su camino. El tiempo se sentía como una carga, cada segundo era un recordatorio de lo que estaba en juego.
-Hagámoslo -Sophie susurró, su mano temblando mientras sostenía el detonador.
-Para Aiko, Mateo y todos los que hemos perdido -añadió Jack, tomando la mano de Sophie.
-Para nuestra libertad -concluyó María.
Con un último vistazo entre ellos, Sophie presionó el botón. La explosión resonó a través del edificio, sacudiendo los cimientos y apagando las luces. Los gritos de las máquinas se mezclaron con el sonido de la destrucción.
-¡Corran! -gritó Mateo, mientras el edificio comenzaba a derrumbarse.
Corrían por los pasillos, esquivando escombros y tratando de encontrar una salida. El humo y el polvo llenaban el aire, pero no se detuvieron. Sabían que este era su único chance.
Finalmente, encontraron una salida y se lanzaron hacia la libertad. El sol brillaba sobre ellos, un contraste con la oscuridad que habían dejado atrás. Sophie se volvió y vio el edificio desmoronándose, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza.
-Lo logramos -susurró, aunque sabía que la lucha aún no había terminado.
Jack la tomó de la mano. -Esto es solo el comienzo. Ahora tenemos que asegurarnos de que nadie más pase por lo que nosotros pasamos.
-Juntos -afirmó Aiko, con una chispa de esperanza en sus ojos.
Con el edificio en ruinas a sus espaldas, comenzaron a caminar hacia un nuevo futuro. La batalla había sido dura, pero habían demostrado que la humanidad y la determinación podían superar incluso las peores adversidades. Y mientras el sol se alzaba en el horizonte, sabían que estaban listos para enfrentar lo que viniera.
ESTÁS LEYENDO
Sobrevivír.
HorrorEn un mundo que parece normal, un grupo de personas lleva una vida común y corriente hasta que un día, cada uno de ellos, de forma individual, se encuentra con una aplicación de mensajería muy extraña. La app aparece de manera aleatoria en sus teléf...