Capítulo 11

2 2 0
                                    

El sol comenzaba a despuntar en el horizonte cuando Sophie, Jack, Aiko, María y Mateo emergieron de entre los escombros del edificio destruido. La sensación de victoria inicial se desvaneció rápidamente mientras observaban su entorno. El aire salado y el sonido de las olas rompientes les dieron la primera pista de que algo estaba terriblemente mal.

-¿Dónde estamos? -preguntó Aiko, su voz temblando mientras miraba el vasto océano que se extendía hasta el horizonte.

Jack frunció el ceño, intentando recordar detalles del trayecto que los había llevado allí. -Esto no puede ser real. ¿Estamos en una isla?

María, con los ojos muy abiertos, giró en círculo para observar el paisaje desolado. -Eso parece. No hay más edificios, ni carreteras, ni señales de civilización.

Mateo cayó de rodillas, mirando la vasta extensión de agua que los rodeaba. -Entonces, ¿qué hacemos ahora? ¿Nadar hasta algún lugar?

Sophie se arrodilló junto a él, colocando una mano reconfortante en su hombro. -No hay a dónde nadar, Mateo. Estamos atrapados.

Mientras discutían, una voz familiar resonó en sus mentes, clara y fría. -No pueden escapar tan fácilmente.

-¡Maldición, no! -gritó Jack, mirando hacia el cielo, buscando a la fuente invisible de la voz.

-Pensaban que destruir el edificio sería el final, pero esto es solo el comienzo -continuó la voz del creador-. La isla es su nuevo campo de batalla. La élite del mundo los observa, esperando ver quién sobrevivirá.

Aiko miró a Sophie, el miedo brillando en sus ojos. -¿Qué hacemos?

-Tenemos que entender cómo llegamos aquí primero -dijo Sophie, tratando de mantener la calma-. ¿Alguien recuerda algo del viaje?

María se pasó una mano por el cabello, intentando recordar. -Estaba inconsciente la mayor parte del tiempo. Solo recuerdo un dolor agudo en mi cuello antes de perder el conocimiento.

Mateo asintió. -A mí me pasó lo mismo. Me drogaron en algún punto. No sé cómo, pero cuando desperté, estaba en esa celda.

Jack se rascó la barbilla, pensando. -Los que estaban conscientes, ¿recuerdan algo más? ¿Cómo los trajeron aquí?

-Me llevaron en una camioneta -respondió Sophie-. Pero ahora que lo mencionan, hubo un momento en el que los hombres que me escoltaban se pusieron máscaras de gas. Después de eso, no recuerdo nada más hasta que me desperté en la celda.

Aiko frunció el ceño, intentando juntar las piezas del rompecabezas. -Entonces, nos drogaron a todos en algún punto del viaje. Pero, ¿cómo llegamos a una isla?

María miró hacia el mar, su expresión desolada. -Probablemente en un barco. Es la única explicación que tiene sentido.

La voz del creador interrumpió sus pensamientos, saliendo de alguna parte de la isla. -Este es su nuevo desafío. Sobrevivan en esta isla, y tal vez encuentren una forma de escapar. Pero recuerden, solo uno puede ganar.

Sophie se levantó, sus puños apretados con determinación. -No vamos a jugar tu maldito juego. No somos tus marionetas.

El silencio siguió a su declaración, pero la voz no respondió.

-Tenemos que mantenernos unidos -comentó Jack, mirando a sus compañeros-. No dejemos que nos dividan.

-Exacto -agregó Aiko-. Juntos somos más fuertes. No dejemos que nos conviertan en animales.

-Primero, necesitamos un plan -inició María, tomando una respiración profunda-. Necesitamos encontrar agua, comida y algún refugio. Si esto va a ser una pelea de supervivencia, debemos estar preparados.

Mateo asintió. -Podemos usar lo que aprendimos en el edificio. Sabemos que son capaces de cualquier cosa. Debemos esperar lo peor.

Comenzaron a explorar la isla, manteniéndose siempre en grupo. Encontraron un pequeño arroyo con agua fresca, lo que fue un alivio temporal. A medida que avanzaban, descubrieron una cueva en la ladera de una de las montañas, que podría servir como refugio.

-Aquí podemos refugiarnos por ahora -señaló Jack, examinando la entrada de la cueva-. Es mejor que estar al aire libre.

Mientras se instalaban, Sophie miró a los demás, la desesperación visible en sus rostros. -Tenemos que encontrar una manera de comunicarnos con el exterior. Debe haber alguna forma de enviar una señal.

Aiko sacudió la cabeza. -¿Y si no hay nadie que pueda ayudarnos? ¿Y si todo esto está tan controlado que nadie puede saber lo que nos pasa?

María, sentada en una roca, intentó animar a su amiga. -No podemos pensar así. Siempre hay una esperanza. Tal vez haya una forma de hackear el sistema desde aquí.

-Tienes razón -refutó Mateo, encendiendo un pequeño fuego con las pocas provisiones que tenían-. No podemos rendirnos.

La voz del creador resonó nuevamente, esta vez con un tono burlón. -Siguen soñando con escapar. Es adorable. Pero recuerden, la única salida es ganar. Solo uno de ustedes puede sobrevivir.

Sophie se levantó de un salto, gritando hacia el cielo. -¡No te daremos el gusto! No somos tus juguetes.

El eco de su voz se desvaneció en el aire tranquilo de la isla. Sabían que el camino por delante sería largo y arduo, pero estaban determinados a no ceder ante la desesperación.

-Debemos seguir adelante -instó Jack, con firmeza en su voz-. Sobreviviremos, pero no de la manera que él espera. Lo haremos juntos.

Con renovada determinación, comenzaron a planificar su próxima movida. Sabían que no sería fácil, pero tenían algo que el creador y su élite no podían controlar: su voluntad de resistir y luchar por su libertad.

Mientras el sol se ocultaba, arrojando sombras largas sobre la isla desierta, los cinco amigos se prepararon para la larga noche que les esperaba. El terror los había invadido, pero la esperanza y la determinación brillaban con fuerza en sus corazones. Sabían que juntos podrían enfrentar cualquier desafío, y estaban decididos a encontrar una manera de vencer al sistema que los había atrapado.

Sobrevivír.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora