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—Mierda, Niragi —gruñí entre dientes mientras terminaba de limpiar la última mancha húmeda en mi muslo interno

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—Mierda, Niragi —gruñí entre dientes mientras terminaba de limpiar la última mancha húmeda en mi muslo interno. —Te dije que no podías terminar dentro.

Él soltó una risa, como siempre hacía, mientras terminaba de colocarse sus boxers y me miraba desde la cama.

—Por algo tomas esas pastillas, ¿no? —alzó una ceja, con una sonrisa pícara. —Han sido efectivas durante todo este tiempo, no deberían dejar de serlo ahora.

Sentí un nudo formarse en mi garganta. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que su actitud me resultara menos exasperante. Lo esquivé, me  levanté de la cama y comencé a recoger la ropa esparcida por el suelo.

—No es solo eso. Es una cuestión de respeto. Si te pido algo, lo mínimo que puedes hacer es escucharme —dije, tratando de mantener la calma sabiendo que su mirada estaba clavada en mi mientras me movía.

—Vamos, no te pongas así —respondió él con su tono despreocupado de siempre—. Sabes que no lo hago con mala intención. Además, ¿acaso no te gusta? —preguntó mientras se levantaba de la cama para acercarse.

Su cercanía hacía que mi corazón latiera más rápido, pero me negué a dejarme llevar por sus palabras. Necesitaba que entendiera mis límites, no solo por mí, sino por el respeto mutuo que debería existir en cualquier relación.

Yo permanecí quieta, completamente estática, con la determinación de no mirarlo. Quería que entendiera lo molesta que estaba con él.

Por un momento, el silencio se instaló en la habitación. Finalmente, suspiró y se dejó caer de nuevo en el colchón, mirando al techo.

—Está bien, lo entiendo. Haré un esfuerzo por ser más considerado —dijo, aunque su tono seguía teniendo un toque de indiferencia—. Solo espero que entiendas que no siempre puedo controlar mis impulsos.

—Eso es todo lo que pido —respondí, sintiendo un pequeño alivio—. Que lo intentes.

Me acerqué a él con paso decidido, instalándome entre sus piernas. Sus brazos rodearon mi cintura con firmeza, atrayéndome más hacia él antes de que me inclinara para besar sus labios suavemente.

Él era un chico complicado, con quien uno necesitaba tener una gran paciencia, pero no era realmente su culpa. Yo sabía que, bajo esa capa de indiferencia y brusquedad, se escondía alguien que merecía ser comprendido y amado.

Conocí a Niragi en una de esas noches en las que la vida parecía perder sentido y uno solo buscaba escapar de la monotonía. Estaba en un bar oscuro y lleno de humo, un lugar que normalmente no frecuentaba. Había tenido una semana especialmente difícil y necesitaba un respiro después de que mi madre se hubiese suicidado a mitad de la tarde.

El lugar estaba abarrotado, la música era ensordecedora y las luces parpadeaban con un ritmo que hacía difícil enfocar la vista. Me encontré en la barra, pidiendo un trago que esperaba me ayudara a olvidar aunque fuera por unas horas. Fue entonces cuando lo vi por primera vez.

Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora